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viernes, 28 de junio de 2013

A la vuelta de la esquina

No le doy aparentemente mucha importancia al asunto, pero sé que a la vuelta de la esquina me toparé contigo.

No sé si será hoy o mañana o nunca. Tal vez en otra vida. Tal vez nos topemos, nos echemos una miradita intensa y medianamente seductora y nos sigamos de largo. O tal vez ya fuimos un nosotros hace unos años y ya no exista mas allá contigo ni con nadie.

O.

Tal vez estás detrás de mi horizonte. O al pie de una montaña que no veo. O en medio de un lago pescando. Caminando en una ciudad medieval. O viajando por Africa. En otro trópico, o en las Islas Sandwich que descubrí el otro día cuando me compré un globo terráqueo y le daba vueltas sin parar sentada en flor de loto en mi cama con Merlina como testigo mudo y a veces maullante.

Tal vez estuviste junto a mi en la sala de cine hace un mes, o estarás mañana comiendo sushi en la mesa de junto.

O.

Tal vez vives en mi y me aferro a que mi futuro tiene que ser en la cama durmiendo con alguien de carne y hueso, cuando nunca has respirado ni cerquita de mi.

Es decir,

Seguramente no existes y yo te invento a cada mañana con mi amanecer.

Y entonces.

Me convenzo cada anochecer que no habitas mas que en algún lugar de mi globo terráqueo a centímetros de mi alma.

Te veo

domingo, 2 de junio de 2013

Los azahares de mis destinos

Saqué de la cajuela del coche mis dos bolsas y me encaminé a la casa, respirando un olor a flores que parecía huele de noche, mezclado con azahar y con lluvia del día anterior retenida al medio día del sábado. Me sabía sola y como tal me proclamé la "tía solterona" del fin de semana...rodeada de cuatro niñas y sus madres que no eran mis hermanas aunque sí mis amigas...tan amigas que nos conocemos secretos tan profundos como indecibles e irrepetibles.

Los ruidos y el calor comenzaron a abrumar letalmente mis sentidos mientras me desvestía para ir a la alberca de la hacienda, y así lo hicimos segundos después,  cerveza helada en mano y con vidas por deshacer y rehacer hasta que de pronto me dí cuenta desde la hamaca que el sol se ponía y las cigarras comenzaban a vibrar desgarrando el atardecer en un solo timbre largó e infinito. Me envolví para qué los mosquitos no acabarán con mi sangre y me quede viendo la hoja de un solo árbol tratando de recordarme unos días antes, tres semanas antes, hace seis meses, y hace dos años, desconociendo por completo a la que tenía estas piernas y brazos, reconociendo a la que se tocaba las arrugas del ojo izquierdo sintiendo sendos surcos donde se podrían sembrar hectáreas de lo que fuera de tan profundos. Me toque el pelo y desprendió olor a lavanda y me di cuenta que se me pintaba de ese color. Crucé las piernas y me envolví los deseos que creí perdidos mientras el sol agonizaba a mi derecha.

Por flashazos como de escena de Bollywood o de Hollywood, - esa típica toma donde ves el último minuto de tu vida recorriendo el túnel blanco para ir al cielo o al infierno-, me vi junto con los personajes y escenas de mi propia película: Sirenas, la Gitana, mi amigo resucitado, la gran Viuda, mi amigo que muere esperando que le llegue la Primavera, mis amantes y enamorados, mis desamores, los que me quieren, el que me aborrece, mi amiga muerta, mi amiga la que casi murió, cárceles y hospitales, bosques y mares, una hacienda a pie de carretera, otra también a pie de carretera pero al sur de la primera, una angustia y muchas alegrías, unos dolores y una lágrima atorada, un infinito maltrecho y un universo a flor de piel, dos gotas de plata cuajadas, y tres vasos de vino, un sushi en Nueva York y un camarón con chile bajo una palapa en Pie de la Cuesta. Un recorrido en el mar de Yucatán y un Norte en Chuburná. Un manantial en el corazón de la Selva Lacandona donde sí cierro los ojos puedo sentir el agua y peces mordiéndome las piernas. Una salina en el Mar de Cortés y un futuro cercano de nuevo en ese mismo mar junto con una ballena y dos mantarrayas.

Y de repente...

Por azares del destino, me tropiezo con letras con las que la Gran Viuda me describió hace dos años...

Y siento que por azares del destino, esa persona no existe más en mi, y entonces me siento morir un poco de nostalgia y de melancolía mientras inhalo profundo y me doy cuenta que mi aire huele a azahares, rosas y a casablancas y una voz se me mete por el caracol del oído y me susurra que soy la misma, igualita, feliz y renaciendo cada día de las cenizas, pero distraída en otras ocupaciones mientras resuelvo cosas que parecían rotas y que no lo estaban...eran simples mentiras del destino jugando con mi presente.