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miércoles, 22 de septiembre de 2010

La palma de mi mano

Las líneas de mi vida. Foto S
Hace tiempo -bien pudo haber sio un día, un año, o en otra vida-, un brujo le dijo a una bruja: "veamos que brujo es mas poderoso"
La otra bruja, era yo.
Cómo pudo decirme bruja, si estudio la palma de mi mano, la derecha y luego la izquierda, una y otra vez, y no puedo descifrar la línea de mi vida. Solo puedo ver que se parte en dos, a la mitad, y no sé cuál ni cuando es la mitad de mi vida.

Bien puede ser la mitad de mi vida contando unos ochenta años, o noventa o cien.
Podría ser que la mitad de mi vida es justo ahora, a los cuarenta y medio, o bien puede ser dentro de cinco años, o podría ser en diez.

Eso lo venía pensando hoy en el coche, mientras casi hecha bolita veía por la ventana la calle y los otros coches. Los edificios, a la gente caminando, los árboles.
Absorta en mis pensamientos.
Y pensaba.
¿Seré yo la que parta mi vida en dos, un hecho externo, o una persona ajena a mi vida?
Porque la vida, me queda claro, es mía, nadie la vive por mi.
Me inundaba una pesadez extrema, parecía hecha de plomo.
Me sentía blanca y en blanco.

En eso sentí una mano que venía del asiento delantero. Tomaba la mía y la apretaba fuertemente.

Trataba de decirme con ese apretón: "todo estará bien, estaremos bien y estarás bien", pero también me decía "tengo miedo, gracias por estar, perdón porque esto se me salió de las manos y sé que es un momento muy feliz, emocionante en tu vida y lo último que quiero es echarlo a perder".

En ese momento sentí un dolor ajeno instalando en mi. Ese dolor por ese hombre que parecía niño apretándome la mano porque no se la va a apretar a su mamá, ni a su hermana ni a su amor, porque aún no tiene un amor.

Pasando los minutos, comencé a sentirme mas liviana, mas iluminada, mas cómodamente instalada dentro de mi alrededor.

Y volví a pensar que cuando se me olvida ser Bruja, Diosa o Sirena y me vuelvo esa Yo terrenal, todas las personalidades toman fuerza.

Tal vez no soy una Bruja y solo me lo invento. Tal vez trato de entender mis líneas de vida y siempre pienso que un evento trágico es el que las cambia, el que desde mi nacimiento partió mis líneas en dos.

¿Pero, qué tal si es un viernes a las siete de la noche, el que dá comienzo a esa nueva mitad de mi línea de vida?

martes, 21 de septiembre de 2010

El tantra y otras cosas

Varias veces cuando era niña-joven, subí a veleros en los que me encantaba cap-size.

Una vez me subí a una bicicleta y me estrellé contra una pared para no estrellarme contra un tractor.

Otro día me subí a un ultra ligero, y en el aire, a no-se-cuantos metros de altura el que lo manejaba apagó el motor y planeamos unos ¿segundos-minutos? (no lo sé, parece que el tiempo se detuvo y que fué una eternidad chiquita...)

A los trece años, le rompí dos costillas al papá de un amigo...¿cómo? eso no lo diré, no fué en una lucha...fué un accidente extremo es lo único que diré.

Otra vez subí a un globo a las siete de la mañana en Tequisquiapan y bajé "casi perfectamente borracha"

Ahora me entró el buceo por los poros y solo pienso en meterme en el mar lo mas profundo que pueda, tal vez lo mas próximo que alguna vez pudiera parecerme a una sirena.

Un día a las dos de la mañana subí a ver la luna llena, sola...bueno, con una voz al otro lado del teléfono que era inexistente (tal vez hasta me inventé esa voz para no sentirme sola en ese momento con la luna que parecía me jalaría al espacio)

A los nueve años, Alejandro Cruz me jodía tanto en la alberca, que acabé dándole un puñetazo, del cual mi papá sigue perfectamente orgulloso. Se lo merecía el cabrón aparentemente, y como no tenía hermanos mayores, ni primos, pues no me quedó mas remedio que dárselo yo misma, con mi puñito acuático.

Hace unas semanas comprobé que habían entrado a mi casa a robar y entré a cortar ese aire viciado sin pensar que podría toparme con unos ladrones tal vez encapuchados, o tal vez armados, o tal vez mas fuertes que yo.

Otra vez, vestida para matar, me chocaron en la carretera en plena noche, en plena boca de lobo.

Dos veces en dos años distintos, con dos años de separación dí a luz a dos criaturas que -no podía creer-, habían salido de mis mismísimas entrañas.

Unas veces hice algo, hace unos años, que ahora no haría (es un secreto).

Un día de un marzo, tomé mi coche bien entrada la noche y manejé por la carretera para tener una de las peores noches de mi vida, y salí bien entrada la madrugada de esa noche para regresar a mi vida que era lo mas anormal en ese entonces.

En noviembre, sin pensarlo dos veces, entré a una "tatuajería" a tatuarme tres espirales.

Un verano, me fuí a la selva y dormí siete noches en medio de animales, lluvia y lunas, completamente sola.

Un día me quedé atorada en una ola que parecía un carrusel en el Pacífico y pensé que me iba a quedar toda la eternidad, entre ahogada y no, sin poder salir de ella.
Y era la misma ola...nada de eso de la "séptima ola", eso es un mito, era la misma.

Una tarde a mis quince o dieciseis años, en una balsita de plástico frágil y peligrosa me quedé atorada cerca de unas rocas, también en el Pacífico...pensé también que me quedaría una eternidad viendo esas rocas.

Un septiembre por la noche decidí dejar mi matrimonio completamente segura de que no quería un día más de esos veinte años que había pasado allí. Sin motivo aparentemente tangible y suficientemente razonable para hacerlo. Simplemente decidí que no seguiría en esa vida.

De chica, como todos, perdía mi mamá en algún centro comercial, o en alguna tienda.

Un día, a los diecisiete, nos robamos el coche del papá de mi amiga María Paz para irnos de pinta.

Una mañana mientras estudiaba en el coche con Mónica para un exámen de Física o Química, nos hizó una vergonzosa exhibición un exhibicionista.

A los diecinueve años me escapé con un novio para perder la virginidad en Cuernavaca.

Cada día, ahora, vivo sola, conmigo y en mi. Descubro nuevos extremos y planeo expediciones y especies de aventuras para mi.

Pero, lo que más quiero ahora, es hacer origamis tántricos.

La vida se vive una sola vez, dice mi amiga Marcela...

La vida ahora, y antes, es vida, es única, y espero me pague catorce años que en algún momento quedó a deberme sin saberlo ella, ni saberlo yo, sin saberlo él.

domingo, 19 de septiembre de 2010

El cielo, el agua y la tierra


Dos veces lo he hecho ya.
La realidad es que es algo a lo que siempre le tuve miedo. O mas bien respeto. Una especie de claustrofobia.
Todos decían: "es una experiencia única, tu que eres tan de agua, deberías probarlo"...pero yo siempre contestaba en la mente "no, yo soy de fuego. Mi signo es fuego, mi mes es fuego, mi esencia es fuego", todo esto contestaba con un simple "no, no se me antoja"

O tal vez es algo que como muchas otras cosas, simplemente dejé pasar sin pensar, sin permitirme sentir, sin obligarme (¿debería usar la palabra "obligarme", no lo sé...) a hacer.

Hasta que un día, en ésta nueva vida, me decidí sin pensarlo siquiera. Y, ahora que lo escribo, así es como se deben hacer muchas cosas, sin pensarlas siquiera.

Y entonces comenzó, pero éste comienzo me llevó a mis orígenes mas lejanos.
A cuando era niña.
A cuando empecé a nadar.
Tenía apenas seis años, y no sé si me gustaba, simplemente me dijeron..."Brígida...¡al agua!"
Y comencé a nadar. Maquinalmente tal vez.
Nunca me disgustó. No sé si me gustó. Solo sé que ahora, aunque deje espacios de tiempo cortos o largos entre una nadada y otra, que me gusta.
Siempre viendo desde la superfice el fondo. Viendo el cielo, y viendo los árboles.
El cielo, el agua y la tierra.

Recordé una vez que me aventé sin pensarlo desde una plataforma de diez metros a los once años y juré no volver a hacerlo.
Del cielo al agua.

Pero, llegó el día en que ví, hace apenas una semana el cielo desde el agua.
Los rayos de sol cruzando el agua hasta los cinco metros debajo, donde estaba yo dando maromas con un tanque y pesas en mi cintura.
Y veía las burbujas de mi tanque salir a la superficie.
A los comienzos del cielo, desde la tierra.
Toqué fondo.
Ví nadadores en la superficie pasando sin verme siquiera.
O a lo mejor me veían, pero no como yo los veía a ellos.

La perspectiva desde el fondo es algo que no se puede describir, solo se puede sentir.

Y entonces pensé...
Cuando tenga dinero, me compraré una cámara submarina...

Y saliendo, tomé una foto del cielo, desde la tierra, después de haber estado en el agua.

Buceando, por segunda vez en mi vida...en ésta, mi nueva vida...
Nueva vida en espirales con haikus y con paz feliz.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Cándido Esteban

La primera vez que oí su nombre, casi lo como a besos.

Tengo debilidad por los nombres interesantes, y éste definitivamente es uno de esos que en lo redondo de sus letras podría asegurar tiene una historia interesante.

Y, es que...
Las vidas, aunque aparentemente normales, siempre son interesantes.
Tal vez más interesantes que las vidas de un gran político, que la de un Premio Nóbel, que la de algún poeta, o un gran músico...

Por principio de cuentas, lleva miel en sus letras. Lleva paz, lleva dulzura en inglés -candy-, lleva armonía.
Lleva una esdrúdula diría el Haijin.
Lleva el nombre de mi hijo, diría yo...

Le imagino caminando por las calles de su ciudad con una sonrisa interna a cada paso. Le imagino manos fuertes y trabajadoras. Le imagino lo mismo cuidando plantas en su jardín que cargando un mueble entero solo, sin ayuda, que acariciando dulcemente la cara de un bebé: suyo o no suyo.
Le imagino por las mañanas saliendo y disfrutando el calor a bocanadas o el aire frío, ese que taladra las mejillas al cerrar la puerta y poner un pie en la calle...no necesariamente a trabajar, o al cine o al mercado o al parque o a una cita con el médico...
Simplemente saliendo: de mañana o a media tarde...

Le imagino cerrando la puerta de su casa desde que era un niño y decidiéndose en automático, sin preguntas, a disfrutar la vida en forma de lo que sea que se presente a cada amanecer...

Siento que le va a algún equipo de futbol.
Imagino que debe tener en secreto muchas aventuras que para otros y otras no fueron "tan aventuras"...
Imagino que si no tiene hijos o hermanos, se los ha inventado por la vida. Los ha bautizado como suyos. Los ha acogido de lleno en sus entrañas.

Puede ser que tenga un corazón grande, del tamaño de una berenjena, -tal como una vez, mi hermano menor me enseñó una radiografía suya y así parecía-, pero...no importa el tamaño...Cándido Esteban es de corazón grande porque ama todo y a todos por igual.

A veces se enoja, pero siempre con razón, nunca sinrazón. Y así como se enoja, se desenoja.
Y nunca deja de querer. Nunca. Su religión personal se lo impide...

Definitivamente Cándido Esteban debe trabajar en un lugar donde la gente que lo rodea lo quiere...aunque claro, nunca faltan los envidiosos que le envidian el corazón de berenjena que tiene...

Lo siento, -ya no lo imagino-, caminando por las calles de su ciudad. Dando pasos de quien merece ésta vida. De alguien que la vida merece.

Y algo que siento también, es que si lo conozco un día...(claro que lo conoceré...no hay opción en ésto...), nos abrazaremos y nos querremos desde el primer momento.

No dejaremos de platicar ni de reír.

Nos divertiremos, y alguien, sentado del otro lado de esa misma mesa, nos mirará sonriendo, fumando un cigarro, carcajeándose de nuestras gansadas...

sábado, 4 de septiembre de 2010

Si Merlina hablara

Abriendo la puerta, me la topo en la silla del comedor.

Mi mirada y la suya detenidas por unos segundos. Largos segundos en los que no movimos la mirada de los ojos de la otra, pero en la que con la vista periférica, con el famoso rabillo del ojo, vi que algo estaba mal.
Algo faltaba.
Algo no encajaba.
Y no encajaba porque en circunstancias normales ella hubiera bajado en un nanosegundo de la silla. Y no se movió, parecía que no respiraba...
Se quedó quieta, como diciéndome: "todo está bien, no entres en pánico"

El aire se sentía ligeramente diferente.
O mas bien la diferente era yo, cruzando el aire que ahí estaba, con sabor y olor a adrenalina...

Faltó mi computadora.
Faltó mi cámara.
No faltaron más cosas aparentemente.

Pero.
Manos ajenas abrieron mi puerta.
Manos desconocidas abrieron mis cajones.
Manos sudorosas y sucias revolvieron mi ropa interior.
Pies sin invitación caminaron mi piso de madera aparente.
Narices no bienvenidas respiraron mi aire. Ese que huele a mis recuerdos, a casa de mi abuela, a mi libertad.

Ojos ladrones estarán viendo mis chats con mi Haijin. Estarán viéndome de tamaño completo en un fondo de pantalla besando a mi hijo.
Ojos desconocidos que ven mis fotos.
Las miles que tengo allí.

Lo bueno es que mi música no la escucharán.
Algo mal hice en un respaldo que toda se quedó guardada fuera de mi computadora...

Si Merlina hablara, allí mismo me hubiera dicho, como me lo dijo con los ojos:

"Manos, pies, ojos y presencias extrañas estuvieron aquí...Y no me entendieron cuando maullando les dije que se largaran, que no era su casa, pero no te preocupes...No pasó a mayores.
Comprarás otra cámara y otra computadora...
Y de ahora en adelante...-siempre deberás cerrar las dos chapas, las que ya tienen nueva combinación-..."

(Y lo que no les perdono, es que hayan revuelto mi cajón de ropa interior...)