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martes, 29 de marzo de 2011

Sobre lo que no sé

Un día me cansé de hacer planes.

No tuve la casa que alguna vez soñé, -pequeña, huerto vertical en la azotea, cocina con muebles rojos, estudio con un futón enorme y un ventanal inmenso con vistas al infinito-, y entonces decidí cambiar ese sueño por algún acto simple, cotidiano,...como...hacer los crucigramas y el sudoku en lugar de ver el Aviso Oportuno.

Un día me nacieron dos hombres que ahora son mas altos que yo, y olvidé soñar que siempre quise una niña a quien hacerle trenzas.
A esa niña la cambié por mi sobrina ahijada, -aunque pocas veces le he hecho trenzas-, prefiero abrazarla y perderme en sus ojos castaños y brillantísimos mientras ella se pierde en los míos y me dice tantas veces: "tus ojos tienen muchos colores", mientras yo le digo al oido: "te adoro".

No recuerdo la razón por la que entré a la Facultad de Derecho, pero si sé que jamás ejercí.  Tampoco sé cómo acabé en un negocio familiar, de artistas, cuando no tengo en ninguna venita sangre de artista.

Un día me casé y mientras decía a mis veintidos años "si, acepto...bla bla bla bla..." pensaba en la fiesta que habría dos horas después y que seguro me veía espectacular con ese vestido tan noventero.
Nunca imaginé ese día que ese juramento lo rompería años después cuando decidí no seguir aceptando nada y dejando todo al salirme por la puerta. Todo.
Todo, excepto dos niños que son mas altos que yo. Y me llevé a mi misma también.
En realidad, me fuí con todo.

Hace unos meses contacté al taller de cerámica que me recomendó mi hermano, -el que si es artista-,  porque tenía ganas de hacer un florero y un platón. No he tomado una sola clase de las cuatro que dura el curso. Este es un asunto planeado a medias que definitivamente si quiero llevar a cabo.

Para mi entrada a los cuarentas, por años hice un solo plan: ir a ver auroras boreales...
Anoche las vi en Youtube y me parecieron geniales.

No sé, nunca sé, que pasará cuando me levanto todas las mañanas.
Nunca quiero imaginar que pasará. No hago el menor esfuerzo.
No planeo mas que lo obligatorio.
Fuera de eso, el día, la vida, me puede llevar por donde quiera.
A donde quiera.
Que a la vuelta de la esquina no sé con qué me toparé.

Y sobre lo que no sé...

Pues en realidad, a mis casi cuarentayuno, no sé nada sobre nada.


Me consta que tengo sombra, foto S

lunes, 28 de marzo de 2011

Cita

Dan las 14:42 cuando se cierra la puerta.

Hotel Praga.

Me quedo viendo en la pared cercana a donde estoy parada el obligatorio y universal plano con las salidas de emergencia y la forma mas rápida de llegar a la escalera marcada con suaves flechas verdes y puntos alarmantemente rojos.

Viendo sin ver.

Cierro los ojos con el instante que dura un parpadeo y alerto mis sentidos.

Escucho el ruido de la calle.
Suena diferente a mi ciudad.
Huele diferente.
Respiro con la boca un pre-suspiro y me sabe a pasión con café y vino riojano que llega en un nanosegundo a mis alveolos pulmonares y se reparte a todas mis células.
Un escalofrío gozoso recorre mi columna vertebral enterita: desde el cuello, abajito del cuero cabelludo, como un soplido que dice mi nombre, hasta el final-final-final, como una caricia con tu mano abierta que escribe en mi piel tu nombre.

Me estalla el pecho de emoción desbocada y borracha.
El cuerpo parece que se me desvanecerá con ansiedad, con demora de dos meses, con ganas de diez días, con recuerdo de noches en blanco que volví negras, de amaneceres silenciosos y entonces lo detengo con hilos imaginarios para que no se caiga en pedacitos irrecuperables...como esas gotas de mercurio que trataba de atrapar cuando rompía un termómetro cuando era chiquita y pasaba horas fascinada y entretenida de rodillas en el suelo.

Respiro otra vez, sonrío, te miro.

Me dan ganas de reirme a carcajadas.

Toco tu cara que me sé de memoria porque cada noche la sigo aprendiendo mientras la dibujo en la obscuridad.

Y te beso.

Te beso el sábado, y ese beso dura diez días. Lo que han durado los dos besos que nos hemos dado durante nuestras vidas.
Es lo que durará este tercer beso.

Y es que simplemente, adoro tus besos que me saben al tabaco que dejé de fumar hace casi dos meses, y a gaviotas volando en cielos lejanos al mar.

Mi agenda Moleskine. La pluma de mi abuela. Nuestra cita. Foto S

Turisteando

A veces pasa que estoy parada o moviéndome con ganas de despegar como un cohete.
Inquieta pero quieta. O quieta y muy inquieta.
Quiero ir a lugares que no he conocido y otros muchos que quiero repetir.

Mi alma anda turística estos últimos días, es eso.

Los top ten del momento, visitados o por visitar:

1. El nacimiento del Amazonas en Perú.
2. Cap Éternité en Quebec.
3. Sisal en Yucatán.
4. La tienda de frutos secos al lado de Santa María del Mar.
5. Las Luciérnagas en Valle de Bravo.
6. Barrow Beach, por ahí por Fenit a snorkelear con el alma de Aunt Betty
7. Schoodic Peninsula.
8. Hasta el escalón mas alto de Edzná.
9. San Carlos en Sonora en época de ballenas.
10. Uzès, en domingo.

Y uno/dos extra(s):
11. Una función en el Cine Doré, y una tarde en Aigues Mortes.

domingo, 27 de marzo de 2011

En mi ausencia

Una semana antes de que cumpliera seis años, nacieron los gemelos.
En ese momento me convertí en una "mamá chiquita".  Además de ser hermana mayor de dos hermanas, ahora tenía dos hermanos, que además eran gemelos.
La familia se hacía ahora mas peculiar.
Papá escultor, loco y bohemio, chistoso a morir, generoso a mas no poder, mamá irlandesa que nos hablaba siempre en inglés y le contestábamos en español, abuela escritora, abuelo escultor...y una familia materna que parecía inventada aunque ya conocíamos...pero en 1976 tener una familia en un país lejano, que confunden siempre con "¿Islandia, Holanda, Irlanda del Norte o del Sur?", siempre ha sido algo complicado de explicar en un país tan tropical...

Ayer comía con el menor de los gemelos, que a veces se siente chef como el otro, que vive muy lejos: atún a las brasas, pasta con pimientos y tintes orientales después de tres llamadas a los Pirineos para pedir consejos culinarios al otro gemelo.
(después el otro gemelo me dijo...¿para quien cocina éste cabrón que me ha llamado dos veces en pleno turno? ¿para una novia? a lo que le respondí..."N O, cocina para tu hermana mayor, ¡re-cabrón!...")

El asunto es que a medio plato me dijo, recordando cumpleaños pasados ahora que el suyo está a menos de una semana:

Cuando cumplí catorce, vino "Guns and Roses" a dar un concierto. Era mi época de intento de rockero...¿te acuerdas hermanita?

No contesté, solo me le quedé viendo. No tenía idea de lo que me hablaba.

Y yo moría de ganas de ir al concierto, y se lo dije a mamá todos los días, en muchas ocasiones, por un largo tiempo.

Seguí viendolo y comiendo pimientos...

Y tres días antes del concierto, mamá llegó con un sobre con boletos...

¡Ah!, exclamé terminando el atún

Abrí el sobre para ver dos boletos y me temblaban las manos de emoción.

¡Uh, mmm! repliqué con ganas de pastel de chocolate que no había

Y los boletos, eran para un concierto...pero de ¡¡¡ROXETTE!!

Solté una carcajada que duró unos cuarenta y dos segundos y le dije, "acuerdate que tengo amnesia de gemelos que me duró varios años...No sé dónde estuve que no tengo la mas remota idea. Creo que noviando, porque dejé de nadar y no me aplicaba mucho en la escuela, eso es seguro"

Y yo remando todos los días...y con ganas de haber visto "Guns and Roses"

En mi ausencia, no sé quién fué la mamá chiquita de los gemelos.

Nunca había escuchado la historia de Roxette. La escuché veinte años después.

Y nos fuimos a la pastelería de la esquina por un pastelito de chocolate que sabe a gloria de sábado acalorado.

El chef y yo en Yucatán. Foto: Stephanie

viernes, 25 de marzo de 2011

Self made man

"A mi papá le valió madres si yo estudiaba o no, donde fuera, como fuera"

Yo lo veía desde el otro lado de la mesa mientras él comía unas deliciosas tostadas.  Escuchaba su plática y me reía del tono tan chistoso con el que siempre cuenta las cosas...tan genial y fuera de serie.
Estábamos los dos solos.

"Si mis compañeros de escuela de gobierno, vieran a dónde he llegado, no se lo imaginarían jamás. Niño pobre, criado en el centro de la Ciudad, con papás con tintes socialistocomunistoides en el  inconsciente, aunque siempre fueron -de derecha-, donde el dinero jamás importó aunque siempre fué vital."

Yo asentía absorbiendo cada memoria suya mientras deglutía una ex-qui-si-ta mandarina.


"Si supieran con quien me casé, lo que he perdido, lo que he ganado, lo que he recuperado.
A mi papá nunca le importó, jamás...¡ay, mi papacito, era tan raro, tan raro...!".

Yo,  me había quedado muda y respiraba quedito para que ni mi respiración lo interrumpiera...


"No importaba mas que el día a día. Artistas sin nada mas que lo que alcanzaba para servir comida en la mesa ese día. Así son los artistas, así somos los artistas, muchas veces, pero no siempre"

Yo, pensaba en esta misma historia que he escuchado a lo largo de mi vida, con distintos matices, pero el de hoy...el de hoy no se parece a ningún otro.  Este hombre generoso en cuerpo y alma con todos, hoy me la contaba y me lo imaginaba todo de color azul, mas puro que el del Mar Caribe de Yucatán, ese que es mi favorito.


"Soy un self made man, güerita...Soy un self-made man..."

Y me sentí mas orgullosa de lo que siempre me he sentido por mi papá. Me levanté y le dí un abrazo y un beso y lo quise más de lo que lo he querido siempre...
(y mientras repetía en la mente..."self made man, self made man", y me gustaba como sonaba...sonaba para escribirlo mas tarde, aunque fuera un día mas tarde)

miércoles, 23 de marzo de 2011

Para entender el miércoles

1. A cierta hora del día sentí un deseo extremo por aventar la lap top (sin destino en especial).

2. Cuando estaba comiendo el humor empezó a estabilizarse (enchiladas de pollo con salsa verde y queso añejo, mandarina de postre -me sorprende que siga habiendo en el super, puede que sea la última que coma hasta la próxima temporada-).

3. Después me distraje (llevé a E a tomar la camioneta del club para que fuera a remar a Cuemanco, probablemente un skiff hoy, o tal vez un doble remos largos, lo sabré por la noche).

4. De repente me reí mucho con un par de frases escuchadas por allí (mi hermana y mi papa, por separado, una por teléfono y mi papá tête-a-tête).

5. Por cierto, en la mañana nadé 2,600 metros, muy bien nadados, a ritmo, cadencia y velocidad adecuada (solo crawl, a veces me aburre, pero -por cierto- quemé casi 390 calorías según mi polar).

6. Desayuné un té delicioso, huevo revuelto con queso de Sonora orgánico hechos por mi hermano menor cuando llegué sin invitación a su mesa (no iba para allá, pero tomé una desviación involuntaria rumbo al trabajo para saludar, y justo en ese momento, se prendió el foco de la gasolina).

7. Por la tarde tuve unos momentos en blanco para abstraerme de todo que se volvieron medio verdosos (no verde bilioso, mas bien de color verde esmeralda).

8. Y desde hace unos cuantos largos minutos he escuchado una canción con una guapísima  mujer, y en el video (mas abajo), mis favoritas son las escenas con los vasos. Parecen un terremoto vertical en el centro, un contrapunto de sonidos en el tiempo, distancia, y etcéteras (y ver tantos vasos de agua me dió sed, pero me hice otro té negro con una nubecita de leche fría).

9. Me voy. Destino desconocido, pero a acabar el miércoles fuera, a donde sea, no sin antes haber comprado un chocolate semi-amargo, tal vez con nueces, o pasas o lo que sea. Pinche dieta, me lo merezco después de haber nadado tan bien, o...para darle en la madre al "ya no tan puto" miércoles, while i roll in the deep...(nada más que agregar)


Quiero

Quiero vivir en un bosque con mar.
Despertar y envenenarme los pulmones con aire que huele a sal y a libertad.
A pino y a frío, a caracoles y a bellotas.

Ese simple deseo, con una vida simple, fácil y llena de sensaciones.
Donde los árboles griten "camíname", donde el mar me diga "nádame".
Donde la vía láctea me susurre en las noches "mírame".

A diecisiete días para terminar mis cuarenta en los que quise ver auroras boreales o tocar con mis manos arenas de un desierto africano y no pude...

Eso quiero.

Eso supe ese día hace años donde me senté en esa silla, frente a una empacadora en un bosque con mar en Maine...porque ese es el único bosque con mar que recuerdo ahora, aunque sé que hay muchos otros que me faltan por conocer.

Eso me digo cada mañana que salgo a recorrer esta selva de asfalto que amo con todos mis sentidos, pero que me ahoga las entrañas con estrés acumulado en el cerebro cuando tomo el volante de mi suzuki swift y meto clutch y primera y el boton para prender el CD me canta: "véte, huye antes de que colapses tu o la ciudad".

lunes, 21 de marzo de 2011

En el sueño

En el sueño sostuve en las manos el sobre blanco.
Era tu letra, pero tenía algo distinto a lo que conozco.
Era tu letra, y era mi nombre el que estaba rotulado con negro, tinta china Pelikan, escrita con una Sheaffer antigua que quién sabe quién habrá comprado nuevecita.

No tenía timbres el sobre.
No supe qué decía por mas intentos que hice por leerla.
Porque de repente estaba sobre mi cama queriendo abrirla, pero como en todos los sueños, cosas extrañas suceden y cosas normales no puedes hacer,  por mas que lo intentes...
La carta se había caído al piso entre periódicos y fué como la descubrí.
La habías dejado para que me la entregaran en determinada fecha, por algún motivo que por ser un sueño nunca supe, pero estuve a punto de saber.

Maya estaba conmigo en la cama y quería leer la carta y yo no quería que la leyera.
Había mucho movimiento, muchos brincos, mucha gente no identificada, tal vez inventada, como en todos los sueños...

Solo sé que de repente me empecé a caer de la cama y le dije a Maya "¡dame la mano, que me estoy cayendo!", y la caida iba a ser larga, como de montaña rusa, como en esos sueños en los que se supone que se rompe un pedazo de ese hilo de oro que une a tu alma con tu cuerpo, a tu conciencia con tu sueño...

Maya no me daba la mano...todo lo contrario, me empujaba riéndose.

Amaneció y la primavera con su primer día me aventó olor a naranjo en un árbol que no había visto, con sol y con función de cine matutina, y en algún momento le llamé...

Como siempre, feliz y risueña, alegre, inocente y con timbres eternos de euforia y distracción desde que tengo memoria me contestó.

Y le dije: "Eres una cabrona. Soñé contigo, me iba a caer de la cama en el sueño y me empujaste...que poca madre tienes".

Se rió. Me reí como siempre me río con mi hermana.

Quiso saber todos, absolutamente todos los detalles del sueño, para efectivamente decirme después de un análisis exhaustivo: "si...qué cabrona soy ¿verdad?"

Y al colgar, me entró la duda si en realidad o en sueño me caí de la cama...

Lo que si sé es que como todos los días revisé el cajón de mi buzón, y solo había un aviso de Hacienda para alguien que ya no vive en el departamento 25, mismo que puse con el "junk mail" para el cartero, pero el de verdad, el de papel y tinta, no el virtual como el de los emails.

Hubiera jurado que además de caerme de la cama, iba a recibir tu carta, la que desde Navidad no llega.
(Pinche Santa Claus, se la debe haber robado, por eso soy orgullosamente grinch).

Maya y yo

domingo, 20 de marzo de 2011

Rebeca

No recuerdo cuando la conocí, pero si perfectamente mi primer recuerdo con ella.

Estaba subiéndome a un kayak con mi hijo. El tenía cuando mucho 5 años.

El delante y yo detrás, -era tan chiquito-., que ahora me pregunto cómo se me ocurrió esa salvajada,  (y la hice varias veces)
Con la pala me empujé del muelle, y algo pasó. El kayak comenzó a voltearse. De alguna forma atoré el remo con algo y no podía hacer nada. Me quedé paralizada por segundos: lo normal hubiera sido dejarme ir con el bote, pero él hubiera quedado debajo y no podría llegar rápido a sacarlo, por lo tanto, era una opción imposible.

Rebeca nos vió desde el muelle. No recuerdo si grité, o si callada pero con la mirada a gritos pedía ayuda.
No lo pensó dos veces...vestida como estaba se aventó al agua a sacarlo de su asiento para que yo pudiera voltear el bote que tenía que seguir ese curso, por inercia, por gravedad acuática...

Después de eso, no la recuerdo claramente hasta hace dos semanas.

La ví, me acerqué, la saludé y la ví tremendamente vieja. Llena de canas. Casi anoréxica.
Estuve a punto de decirle: "¿te acuerdas cuando nos salvaste Rebeca?"
Pero recordé que se lo había dicho ya tantas veces que ya era un diálogo inútil entre nosotras.

Hace una semana me enteré que el pronóstico mas optimista que tiene es de dos meses de vida.
Hace una semana me enteré que su marido murió hace cinco años de cáncer como el que ella tiene.

¿Qué hice todos estos pinches años que no me enteré, que no pregunté, que no me llegó la información? ¿dónde estuve?

Hoy la volví a ver.

No quise acercarme. No quise decirle que siempre la voy a recordar porque en el pequeño horizonte que tengo de mente con grandísima imaginación me inventé que salvó la vida de mi hijo.

La ví vestida con un traje yucateco.
Esos que usan las mayas, blancos, bordados, que tienen mas vestidos debajo, o bajo-vestidos, o fondos, no sé cómo llamarlos.
Que significan que son casadas o solteras las que usan tantos o cuantos fondos.
Ella lo llevaba como si fuera casada.

Y yo pensaba, "si es viuda...¿sigue casada?, ¡claro que sigue casada!, deja de pensar en pendejadas, si ésta mujer está muriendo!"

Y no es que no sepa que yo acabaré muriendo igual...lo que pasa es que hay a quienes la enfermedad se los anuncia y nos lo anuncia al resto, y parece que traen un post it pegado en la frente que dice "me quedan 59 días de vida"

Me gustó el vestido que llevaba. Pese al calor del último día de invierno, llevaba también un rebozo gris...seguramente de San Luis Potosí.  Me hubiera gustado tomarle una foto con la cámara que tenía en la mano, con la que fotografiaba garzas, pelícanos y patos...

Pero como dicen que dicen en algunos pueblitos: "no me tomes fotos que me robas el alma"...
No quise robarle el alma a Rebeca a través de su vestido preciosamente bordado con flores de colores.

Garza en Cuemanco, Foto S

sábado, 19 de marzo de 2011

El arco

Imágenes y letras
Silencios y gritos
Exposiciones y saturaciones
Temperaturas y estaciones
Sensaciones en expresiones

Desde el sillón anaranjado.
Junto a la ventana.
Las sombras del pirul me bailan en el cuerpo.
Las sombras me calientan y me enfrían.
Son caricias de color y temperatura sobre mi piel.

Mis cosas, mis paredes, mis adornos.
Mi mar en la mesa central.
El caballo de bronce. El caballo chino de colores.

Y mientras, luces crepusculares bailan y entran sin invitación por mi ventana atravesando sin preguntar a mi vecino el pirul.

La luz de la primavera se atraganta con la de invierno.
Pinta un cuadro dorado desde hace pocas semanas en la pared a la misma hora.
Es un vivo retrato del pirul.
Y ese cuadro vivo muere cada día antes de las seis de la tarde.

Y luego, como un actor espontaneo en una obra de teatro, aparece un arco que parece inventado.

Se dibuja de una rápida pincelada sobre las polaroids.

Esas polarids vencidas, que eran de mi abuelo y aparecieron en una caja años después y mi hermano retrató y me regaló.

Brilla y se apaga en minutos.
Realmente vivió pocos instantes.
Por un momento dudé haberlo visto.

Merlina, mi hechicera felina, quiso hacer suyo ese arco incoloro.
Merlina, tal vez lo necesitaba para un conjurarme en algún rito hoy por la noche con esta luna mas grande y luminosa.

Y mientras todo ésto pasa, trato de encontrar la diferencia entre una agonía anunciada o un suicidio deshauciado.

La tarde de hoy sobre-expuesta. Foto S

Abstracciones culinarias


Haciendo abstracciones y disecciones a mi alma llegué a un momento en el que no supe cómo juntar de nuevo todos esos pedacitos…

Olvidé el sistema aprendido para armar rompecabezas (ningún rompecabezas tiene instrucciones hasta donde recuerdo)

Y entonces, al no tener una mejor idea, decidí empezar a comerme todos esos pedacitos…

Saben rico. 

Saben amargo, saben dulce, saben ácido, los hay fermentados, empalagosos, picantes e insípidos.

Comencé a indigestarme y hasta vomité.
Ayer me dolió la panza todo el día.

Pero hoy no.

Puedo hacer lo que se me dé la gana con ellos: dejarlos al sereno en la cocina, congelarlos, hornearlos, y hasta comerlos crudos o quemados.

miércoles, 16 de marzo de 2011

Aniversarios

Hoy hace trece años fui madre por última vez.
Fué por segunda y última vez de un niño.

Fué un parto menos largo pero mas doloroso, aunque el papá aseguraba que no, que era menos doloroso. O mejor dicho que "era totalmente indoloro". Que mi cara era mejor que la que tenía dos años antes. Y lo aseguraba como si él hubiera sido madre. Con ese cinismo y seguridad que te hace pensar que tal vez en efecto el ha sido madre...

Y nació de mi una especie de músico-basquetbolista, obsesivo por el orden (no heredado de mí), con el que por segunda vez en mi vida perdí el corazón para entregárselo enterito, sin preguntas ni respuestas.

Hace un año, amanecí por primera vez en su vida sin él.
Fué por ese y por otros motivos la noche mas dolorosa que recuerdo en mi vida.
Hoy no. Hoy está conmigo.
Hoy comeremos ñoquis y lomo de cerdo a la naranja que fué lo que se le antojó para sus trece años.
Hoy se volverá loco cuando vea sus regalos por la tarde.

Sé que nunca se verá en mí, como se vé una hija en su mamá, sé que ese lazo no existe.
Existen otros, que son de protección, de salvajismo, rudos...no esos lazos secretos que las mujeres nos guardamos para nosotras siempre, pero con él, existe un lazo musical que no puedo explicar con palabras, sólo lo puedo sentir.

JI, Foto S

martes, 15 de marzo de 2011

La delgada línea tectónica en la que habito

Recuerdo ese día como si fuera ayer.

Habíamos salido a las 7:00am de la casa los cinco y mis papás manejando.
Primero nos dejaban a las dos mayores. Una cuadra mas adelante estaba la escuela de los gemelos, y al final estaba la escuela de la menor de las mujeres.

Ibamos en una camioneta Dart de Chrysler, modelo 1982.
Yo abrí la puerta, iba detrás de mi papá. Mi hermana salió detrás de mi.
Eran exactamente las 7:19am.
Al momento de poner los pies en el pavimento, antes de dar el paso para subir a la banqueta, me entró un mareo terrible.
Sentí que la tierra me jalaba, que iba a tragarme.
Veía mis calcetas blancas y la falda blanca del uniforme. Ese día tenía clase de deportes.

No supe qué pasaba. Solo sentía.
Y sentía un silencio, de esos que son ensordecedores.
Mi papá gritó: "métanse al coche, se les va a caer el edificio encima", y yo pensé: "el edificio se caerá encima, dentro o fuera del coche".

Entramos al coche. Vimos a la gente en las calles. No hablamos.
Acabó el temblor, uno de tantos que habíamos sentido toda nuestra vida, y salimos a la escuela.
Todo siguió normal...

Excepto porque...
No dejamos de escuchar ambulancias todo el día.
Muchas regresaron a sus casas.
Algunas no llegaron más a la escuela.
Las monjas entraban con caras blanquísimas, terroríficas y supuestamente inescrutables a decir que rezáramos.

No pudimos regresar a la casa ese día. La calle se abrió en dos. No tuvimos agua por semanas.
Sabiámos de historias terribles de gente cercanísima.

Yo tenía quince años.
Tenía un novio.
Y al día siguiente, durante la réplica, estábamos a oscuras en la sala dándonos un faje pecaminosísimo.
Lleno de jadeos y salivas. Toqueteos y sudores.
Y en eso, volvió a temblar.
No nos dimos cuenta ese novio y yo, hasta que  los libros y libreros cayeron nuevamente. Los muros tronaron.
Mi papá gritaba.

Y aquí estoy, muchos años después, viva...

Pero ahora, cuando vuelva a temblar, -porque volverá a temblar fuerte, eso lo sabemos todos en esta Ciudad de locos-, no sé qué pasará, donde estaré, con quién...

Puede que muera, puede que no.
Eso no importa, en el fondo de mi alma siempre he estado lista para morir.
Siempre, me refiero desde que empecé a "hacer consciente" el asunto de la muerte...

Lo único que me dolería en este momento, si pasara ahorita, a las casi 20:30 de un 15 de marzo, sería no haberte abrazado mas la última vez que nos vimos.
Haberte dejado dormir cuando yo estaba despierta. 
No haber hecho un marmitako de atún.
No habernos levantado a tiempo para ver ese lugar sobre las nubes en Pinal de Amoles...

Esas simplezas, son las que valen cada día mas, desde que no te veo.

Pero...
Tal vez esta vida, con temblores y haikus, con trabajo y albercas, con llamadas diarias por teléfono, con planes y "sueños",  es solo un sueño.

Tal vez estamos en otro lugar dormidos, sintiendo que estamos aquí...y no es así.

lunes, 14 de marzo de 2011

Recuerdos sobre mi lado izquierdo

Estoy acostada sobre mi lado izquierdo desde las cinco o seis de la tarde.
Boca arriba vienen los retortijones que desde las diez he sentido así que prefiero no moverme.

Comí con ella en una escala entre una cita y otra calculando unos veinte minutos con todo y postre, diciéndole que tal vez era hambre lo que tenía. Apenas probé lo que había en mi plato.

Hizo un té y me dijo:
"Siéntate, dáte diez minutos para tomarlo, con calma. Llevas semanas o meses que vienes y no lo tomas como debe ser, en paz".

No fuí a la otra cita.

Ahora que estoy acostada, viendo el edredón de mi cama sin ganas de ver algo mas, la recuerdo y parece que me convierto en esa niña de cinco o diez o doce años.

Para el dolor de cabeza, o de muelas o de panza, el remedio infalible: un té negro Lyons, pan tostado con mermelada y tal vez un poco de gelatina.

Y siempre funcionaba.

Recuerdo las pocas veces que a ella la ví enferma. Poquísimas.
Se ponía pijama y un sweater rosa y blanco muy ligero que tenía un listón en el cuello.
Se metía en la cama sin avisar a nadie. Bastaba la señal del sweater rosa para que al menos yo, considerara el asunto de gravedad.

No tenía mamá que la cuidara, la tenía a un océano de distancia.
Tenía cinco hijos que cuidar.

Cuando la veía con el sweater rosa, que normalmente estaba colgado en el closet, siempre pensaba que a lo mejor se moría y me entraba un pánico silencioso que no compartí nunca con nadie.
Sentía y corría una película en mi mente en donde entonces tendría que ver por mis cuatro hermanos, cuidarlos y regañarlos como odiosa hermana mayor.

Y nunca pasó.

Ahora sé que se preocupa por mi.
Se preocupa porque no tomo el té con calma, sentada, disfrutándolo.
Porque siempre hay algo mas que hacer, porque vivo en prisa constante.

Y ahora, mientras me acuesto sobre el lado izquierdo y acabo de tomar un té Lyons con un chorrito de leche que no me cayó nada bien, siento que la adoro con toda mi alma, que la extraño cuando no la disfruto tomando todos esos tés que debo tomar en por lo menos diez minutos, mirándola y mirándome en ella.
Nosotras. Foto: LR

viernes, 11 de marzo de 2011

Parejas


Las veo mientras manejo por las calles, vinen en el mismo coche, van supuestamente atentos al frente y no cruzan miradas ni por equivocación, están a menos de treinta centimetros de distancia pero con un abismo así de angosto y tan profundo que acaba en el corazón de la tierra.

Algunas se despiden con un beso que mas bien parece un despectivo escupitajo.

Otras comen en un restaurante perdidos en sus sms, no brindan con sus copas, no comparten postres ni platillos principales.

Las hay que cada noche se acuestan juntos como si fuese una maldición. Una pena por purgar en un infierno que se llama colchón por un pecado que no tiene nombre.

Varias han olvidado los tequieros por no hablar de los teamos. Los tedeseos parecen jamás haber existido.

Hacerelamor pasó a un quéhayparacenar con gesto transparente e inexpresivo.

Existen parejas que desconocen el motivo por el que ahora están juntas. Han pasado tantas cosas, tanto tiempo o tan poco tiempo que lo han olvidado.

Y yo,  envidio a cada una de ellas.

Envidio el que se puedan tocar, que puedan beber vino juntos, que puedan ir al cine juntos.

Porque cada noche que me acuesto en la cama, que está igual de vacía que la de ellos, te invento en ella y desde mi almohada, en la mente te platico mi día hasta que me quedo dormida.

Porque manejo por esta inmensa ciudad y pongo el CD que escuchábamos y canto como si me pudieras oír.

Porque te siento, pero no te toco.

Pero hay días que la ausencia duele mas que el dolor de un amor no correspondido a los quince años. 
O mas que la de un corazón roto.

Dicen que a “todo se acostumbra uno”…yo no me acostumbro a la ausencia.

Y por eso recuerdo a cada momento que me dices que durante tus días me llevas cosida a la bolsa del lado izquierdo de tu camisa, al lado de tu corazón.
Y por eso trato de sentir que durante mis largas horas y eternos kilómetros sobre esta selva de asfalto,  vas con tu mano izquierda sobre mi muslo derecho, tal y como lo haces cuando eres mi copiloto.

Y por eso imagino que estamos una y otra vez en esa banca, en ese parque, en ese pueblo, en medio de la Sierra Madre muslo-a-muslo.

Jalpan de Serra, Foto S

jueves, 10 de marzo de 2011

Cuando

Cuando cierro la puerta, cierro las chapas y doy los primeros pasos mientras Merlina maulla sus diarias bienvenidas, me come la ausencia de presencias.

Hice larga, larguísima la tarde...por no hablar de la mañana...trabajar, comer lentísimo y solísima, manejar, llevar, traer, nadar, baño lento con un sauna, vestir en pausa metódica y estirada...

Hasta la nadada me trató mal hoy.

¿Cómo chingados puede, a los casicuarentayun años, una nadadora "velocista", convertirse en "fondista"?

Llevaba el MP3 puesto y trataba de tomar ritmo al ritmo de la música: Joaquín Sabina cantado por María nosequé, U2, Morphine, Chichi Peralta, Dionne Warwick, y mas rítmicos etcéteras.

Y simplemente no podía tomar el ritmo: brazada derecha con patada izquierda (una solamente para no gastar energia) y viceversa...No podía. Mi motor siempre ha sido la patada y ahora tengo que dejar de bailarla.
Treinta y cinco años nadando de una forma para cambiarla en este momento de mi vida.
Chingadamadre....

Recordé a un entrenador que me dijo en cuanto me vió nadar la primera vez hace unos tres años: "tu fuiste mariposista, tu patada de crawl va desde la cadera, con ritmo y ondulatoria...tu no tomarás clases de salsa"...
Y los otros...¡a tomar clases de salsa!, claro...me incluí totalmente arrítmica en tierra firme y me reí como enajenada todas esas fiestas de nadadores bailantes...

Todo eso pensaba al ritmo de Chichi Peralta mientras no podía coordinar respiración a ambos lados y patadas y brazadas contrarias.
Contradictorias.
Arrítmicas.

La alberca no me trató bien hoy.

Y.

La ausencia en mi hogar de un abrazo no me dió una bienvenida rítmica y cálida...

Ahora solo pienso y siento la última canción del MP3 mientras aflojaba al final de la rutina acuática y vespertina de un jueves de marzo en donde ya no puedo seguir tan melancólica y pesarosa si ya está de lleno la pinche primavera...

How can I tell you...

miércoles, 9 de marzo de 2011

Otra

Soñé con otra.

Tenia el pelo largo y pesado, llegaba a media espalda.
Olía a jengibre y miel, tal como mi perfume favorito. Hubiera sabido un poco a chile dulce, a chocolate aunque no probé, solo imaginé mientras soñaba.
Una flor en el pelo, grande, era un lilium acapulco y soltaba ese olor tan, tan único que a veces marea.

Mas lunática, mas acuática.
Un poco de fuego, otro tanto de raíces.
Tan llena de sol que parecía morena.
Estaba flotando sobre el agua boca arriba escuchando el agua, -porque el agua se escucha-.
Viendo árboles y rayos de sol agonizando en un atardecer, -el de hoy, el de antier o el de un abril o mayo-.
La luna se alcanzaba a ver en esa luz, a medias, mágica y creciente.
Las nubes en figuras, en espirales.
Se inventaban figuras, jugaban entre ellas.

Esa otra, era yo.

Vista del manantial Selva Lacandona. Foto S

lunes, 7 de marzo de 2011

Amarillo

Dormí un tiempo no medido para despertar con lluvia.
Lluvia...
El cielo se hizo amarillo dorado y nublado, lo que hacía mas espeso el color.
Las paredes blancas de la casa, los techos y el piso de madera clara absorbieron el color.
Y junto con ese color, llego lo que pareció un momento sin tiempo y sin espacio.
Un momento que parecía detenido en el tiempo.
Abrí un poco la cortina y ví por la ventana de lleno el dorado.

Me recordó y me hizo sentir esas melancolías de tantos domingos hace tiempo.
Llevé la mano derecha al lado izquierdo y con los dedos arrugué un poco la blusa verde esmeralda que me puse por la mañana.
Tal vez así podría evitar ese piquetito que se instala de vez en cuando para recordarme que estoy viva aunque melancólica.

El color seguía metido en mis ojos; el espesor del aire, el sabor de la melancolía me entraban por otros sentidos.

Un par de horas después crucé la calle para ir al cine.

Siempre miro el cielo, no puedo evitarlo.

La luna recién nueva rajaba el cielo y me sonreía en color alquitrán, en color amarillo dorado, igual que la tarde, mientras el aire crujiente y fresco me acariciaba la cara tratando de sacar una sonrisa lo menos melancólica posible.

(y lo que pasa, es que hay días en los que necesito un largo abrazo de domingo con susurros al oido y caricias que arruguen mi ropa verde...)

domingo, 6 de marzo de 2011

Un viejo amor

Tres palabras que retumbaron en mi cabeza.

Imaginé al dueño de la barquita grabándolas con un cuchillo.
(Si, seguro un hombre, una mujer no lo haría).
Lo imaginé en ese presente en el que las marcaba, la barca nueva, oliendo a madera recién cortada.(carajo...¿cómo diablos huele la madera recién cortada? no lo sé, pero se oye rico.)

Lo sentí casado, con hijos y nietos.
Trabajador, probablemente campesino, con una chinampa en Xochimilco. Cultivando flores en primavera, chayotes, nopales, jitomates, lechugas. Seguro con una vaquita y gallinas.

Sentí que no era su esposa el "viejo amor". Sentí que había sido una amante, casada igual que él, adorada por él y él por ella.
Probablemente como en cualquier rebuscada historia mexicana, su comadre...o incestuosamente hablando, hasta su cuñada...

Sentí en esas tres palabras un secreto y eterno homenaje a ellos.

Y ahora la barca pudriéndose junto al muelle donde yo tomaba un café y pensaba en pedir una Victoria bien fría.

Y sentí que ese hombre ya había muerto.

Xochimilco, Foto S

Estrellero

Dia caluroso, pero ya bañada, bien peinada, con mi rebozo de seda y anillo de amatista voy rumbo al centro.
Todo va bien hasta que se atascan los coches en un tráfico de sábado en el centro, pero tengo tiempo de sobra.

Aparece el palacio de Bellas Artes mas iluminado que nunca y tardo cuarenta minutos en dar la vuelta a la manzana.
Los policias militares me hacen abrir la cajuela, revisan el coche con espejos, seguramente tengo cara de bomba del ERI. Me preguntan por el portafolios rojo, que explique qué tiene:
"Son láminas de la clase de dibujo de mi hijo de quince años. Toma clases los martes, pero toda la semana deja las cosas en la cajuela"

Entro al anfiteatro raramente emocionada.
Siento que va a ser algo para recordar toda la vida.

Teatro medio lleno, medio vacío.
(-No puede ser-, pienso, -seguro están tomando vodkas o cuba-libres afuera...Ya escuche al señor que toca la campana dos veces...-)

Cinco minutos después llega Felipe Calderón. Se sienta a menos de siete metros de donde estoy sentada.
En ese momento caigo en cuenta que el canoso a su lado que se me hacía tan conocido...-¿vecino, escritor, actor, conductor?-, es el Premio Nóbel de Química, Mario Molina...

Y en eso tintinea la tercera llamada y el teatro no se llena

Sale al escenario el otro Premio Nóbel.

Pasados cinco minutos pienso:

"Un Premio Nóbel de Literatura debe dedicarse a escribir, no a actuar".
Lástima que habían apagado las luces...podría haberme dedicado a ver al otro Nóbel cómodamente sentado en su butaca y calladito.

Mi mente divagaba y pensaba que podría haber un atentado contra Calderón y yo a siete metros de él.
De ahí a "si hubiera otro terremoto, como el del 85, por dónde saldría"
O..."¿cómo habrá sido una función aquí en los cincuentas? ¿Como habrán venido vestidos?"
O..."si saco la cámara y tomo una foto".
O..."qué tal si saco el celular y juego un sudoku o reviso Facebook".
O..."qué tal si hago un avioncito con el programa y se lo echo a..."

Y...
Siempre salen cosas buenas.

Cuando me decidí a poner atención porque creo que volver a ver en escena a otro Nóbel en mi vida estará más que cabrón, le escuché dos veces una palabra que me apropié: "es-tre-lle-ro"
Y otra que solo había escuchado a mi papá decir: "variopinto"

Las piernas se me entumieron, no hubo mas que un aplauso a medias y débil, y nadie le pidió que saliera nuevamente al escenario.
La gente se puso de pie...pero para salir corriendo de Bellas Artes a tomar alguna bebida embriagante y coqueta y toparse con una inesperadísima lluvia.

Yo corrí a mi coche a cenar unos tacos y matar el hambre que tenía desde que comenzó la obra...-seguro eso fué lo que no me dejó poner atención, y no que estuviera mortalmente aburrida...lástima que fué una única función-.

Mi boleto y mi rebozo. Foto S

viernes, 4 de marzo de 2011

Rezar

Hoy sentí una imperiosa necesidad de rezar y decir perdón.

Y en eso recordé que no tengo Dios a quien rezarle. Que el Dios barbón que vive entre las nubes que las monjas me enseñaron no existe en mi catálogo de rezos y agradecimientos desde hace tantos años que ya no sé cuantos son.

Un hombre dijo hoy que lo humillé.
La palabra con su "h" muda se me hizo escandalosa.
La "doble ele" se me atoró en los oídos.
El acento que la hace aguda se me clavó en el cuerpo.

Por segundos que no avanzaban me quedé sin respiración y paralizada. Me sentí la mujer mas cabrona del mundo.
Sentí que me rompía, me desmoronaba, y parada en medio de mi oficina sabía que no podía desintegrarme ni desaparecer.
Que los universos que conviven día a día conmigo me necesitaban de una pieza.

Y después fuí acomodando los eventos de la semana.
Antes que él, están las quince personas a las que les tengo que pagar semana tras semana el sueldo que tienen que llevar a sus familias.
Están ellos y ellas que semana tras semana vienen a trabajar ocho horas y más cuando es necesario a la empresa de nuestra familia, por lo tanto, son mi familia.
Son las sonrisas y las palabras de todos nuestros cinco días compartidos a la semana.
Somos el pan nuestro de cada día.

Y no me pareció justo que lo dijera.

No me pareció, pero con todo y todo, levantó culpa, incertidumbre, dolor y duda en mi.

Y pensé...¿a qué Dios le tengo que rezar para no sentir éste desasosiego?
¿A quién le tengo que decir "perdóname por defender a mi familia, por ser firme y no dejar que toquen ni con el pétalo de una rosa a los míos"?

Hoy por primera vez en  mi vida sentí la necesidad de inventarme un Dios que no se parezca a ninguno de los que se han inventado.

jueves, 3 de marzo de 2011

Susurros

Empezaron en silencio con tu mano en mi hombro.
El derecho.
El pulgar quedó a la altura de mi columna vertebral.
Empezaste a recorrerla deteniéndote un infinito en cada vértebra mientras tu meñique parecía surcar mi hombro en espirales deslizando el tirante que sostenía.

Tu boca se acercó lentamente y en susurros comenzaste a hablarme al oído.
Tu voz en tono, con acordes, que parecían tocados por tu bajo Fender Precision.
Susurros que me soplaban directo al alma con vientos del norte.
Susurros que movían las mareas que nadaba mi cuerpo.
Susurros que ponían en alerta los confines desconocidos hasta ese momento de mi cerebro.

Solo supe que entre susurros dí la media vuelta para perderme en tus ojos llenos de dulzura, comenzando a sentir los míos perdidos en un deseo extremo.
Parecía que me desdoblaba en múltiples agitaciones y sensaciones. Gozos y quemaduras invisibles.
Formas inventadas danzaban en mis párpados cerrados. Mis manos jugaban con origamis recién hechos sobre tu piel. Mis piernas, los muslos seguían el contoneo del entorno que parecía dar vueltas como en un set de película, pegándose a ti hasta que se acabó el aire entre nosotros.
Mis manos seguían cada centímetro de ti...como una última vez. Con ganas de no olvidar jamás. Las marcas de mis huellas dactilares te tatuaban espirales en el cuerpo entero.

Probé tu boca por enésima vez, esa que me susurraba, y parecía la primera vez que tocaba con mis labios y mordía tan suave y lento con mis dientes con ganas de no terminar jamás.

Tu sabor me lleno en un segundo.
Sabor a sal y a Vía Láctea.
Sabor a vino y a anticipo de muertes chiquitas.
Sabor a tabaco y a haiku. 

Sabor a susurro que en ese momento empezó a salir de mi garganta mientras nuestras lenguas copulaban en una danza que mi voz acompañaba en forma de gemidos que pronunciaban tu nombre.
Sensaciones anticipando perder la conciencia en un espacio inexistente, por unos cuantos segundos que no tienen nombre, que solo sé que saben a susurro.

Hoy no hay foto...hay video:

Muerte chiquita

martes, 1 de marzo de 2011

Atenta súplica

Mexico D.F., a 1º de marzo del 2011.

A quien corresponda,

Suplico de la manera mas atenta informen a mi otra yo que no se dirija a mi por ningún medio, ya sea electrónico o físico hasta nuevo aviso debido que me encuentro en estado inconvenientemente insoportable.

Seguramente en unos cuantos días, hormonalmente disminuidos y alegremente soleados (tal como los empieza a colorear esta próxima primavera), pueda cualquier ser humano, -incluida mi otra yo-, acercarse tranquilamente sin riesgo a sufrir ataque alguno de posibles consecuencias catastróficas.

Agradeciendo las atenciones prestadas a la presente, se despide afectuosamente su segura servidora,


Yo (la otra)

Insoportable. Foto: La otra yo