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miércoles, 21 de mayo de 2014

Atada

Durante días he tratado de encontrar el punto común entre la realidad alucinante de mis días y la imaginación desbordada que me ataca por las noches disfrazada de sueños inútiles donde los protagonistas nunca llegan a firmar contratos o a hacer juramentos de sangre o promesas de boy scouts.

Nadé el Mar de Cortés con ropa que no me pesaba: un saco azul, pantalones beige y blusa azul cielo. Me aventé al mar sin temor alguno, sabiendo que podría nadar kilómetros porque aparecías nadando a mi lado. Incluso traía colgada a la espalda la back pack que usé el fin de semana con la manzana que no comí, con plumines de Office Max, con un bloqueador solar y una cachucha. 

Lo que me pesaba eran los pies, se hundían. Tenía puestos mis tenis adidas adizero rosa fuerte, que no pesan nada, pero el asunto no era la ropa, ni la back pack. El punto era que las rodillas se me venían abajo, -pese a todo no me hundía-, podía seguir nadando, por horas, lo sabía, te veía a cada brazada nadando perfecta y agilmente a mi lado, y te alcanzaba con todo el equipaje que traía -traigo- encima de mi...con todo y las piernas inutilizadas.

Antenoche me hablan de un nuevo cuadro en mi vida, que me vienen a pintar sin que haya pedido. Me ponen el caballete frente y me dan los pormenores de mis próximos meses con pincelazos absurdos, abstractos.
Y me quedo callada, tratando de escapar hacia mis sueños, hacia mi plan de vida, el que me hice hace muchos meses.  Asiento con la cabeza, con lágrimas rodandome saladas e hirvientes por la cara. Con una punzada terrible en el corazón que me abarca todo el cuerpo, y siento que alguien me abrocha grilletes a los pies.

No puedo caminar mis pasos más. Tengo que caminar los del destino que me pusieron hace dos noches. Los tengo que caminar sola. Las lágrimas se me secan en el día pero las lloro en las noches, la fuerza la tengo extinta en el alma. La sonrisa se me heló, los dedos y brazos se me entumieron como las pocas veces que me he asustado en la vida.

Y entonces até cabos, uní los puntos de mis historias, de mis palabras, de mis respiros.

El sueño era el futuro.

Me pesan tanto los pies por los grilletes que me ataron antenoche.

Grilletes