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lunes, 31 de mayo de 2010

El día visto sin colores

Un día sin colores en la oficina. foto S

Después de bañarme, vestirme, secarme el pelo, encremarme la cara, rociarme loción fresca de naranja, decidí ponerme una flor color berenjena en la cabeza.
Me quedé viendo en el espejo después de cepillarme los dientes sin desayunar.
No me dan ganas de desayunar últimamente.
Y me quede viendo, -pero realmentee viendo-. Tratando de meterme en la imagen falsa que estaba frente a mi.
Me ví cara de niña. Cara de seis u ocho años. Cara de miedo. Me ví pálida porque no he nadado en semanas. Y me ví mas pecas sobre el fondo transparentoso de mi cara. Cara de a punto de llorar,  y me dije, "no llores por eso que creíste por un momento. Eso que no quieres poner en palabras ni siquiera en el pensamiento, eso que a nadie le has dicho, ni a ti misma".
Y me ahorré las lagrimas que no salieron cuando me volví a decir que no tenia un motivo suficientemente fuerte para llorar.
Vi la flor y me gusto.
Y decidí otra vez no maquillarme.
Solo lo hice el domingo y porque fuí al teatro.

Y salgo a trabajar sin poder evitar pensar que mi vida misma es una costumbre.
Y pienso en cuanto odio la palabra. Es sordida. Es tan aburrida, lineal y plana.

Hace unos meses, unas semanas, bajaba la escalera flotando, soñando y pensando que el sol me acariciaba desde que veía el reflejo en la pared de mi sueter calado.
No se porque se congeló esa imágen en mi mente y ahora solo veo mis pies sin tacones hoy, bajando aceleradamente hasta el coche.
El coche del vecino no esta como todas las mañanas. Lo he visto una sola vez, y le he inventado mil historias. Es un coche caro para un departamento tan pequeño, pero en especial para un cajón de estacionamiento tan chico. Un Acura blanco.
Supongo que sale muy temprano a hacer ejercicio. Sale antes que yo las semanas que salgo a las seis y media...

Ayer domingo que venía de regreso del teatro, ví que tenia unas camisas azules y blancas colgadas en el ganchito de atrás.  Imaginé que para llevarlas a la tintorería.
Y supongo que es un hombre muy ordenado, meticuloso, amante de las costumbres y del control.
Pero todo eso solo lo supongo y lo imagino.

Todo esto mientras muerdo una pera -de las cafés-, y abro el lácteo fermentado gastro noseque con ciruela pasa.
Mi único desayuno.
No me ha interesado hacer desayunos interesantes para mi, excepto por un par de veces.
Ni comidas ni cenas interesantes para mi sola.
Suena aburrido y seguro sabrá aburrido.
Comer que antes me apasionaba me esta dando igual.
Dejo pasar las horas de comida y mi estomago se esta mal acostumbrando a la descostumbre esta.

Y hoy no veo ni el sol, ni las nubes, ni arboles, ni siento aire.

Hoy veo el letrero azul del Inbursa de frente antes que me abra la reja el policia que me cae bien.
El otro es un jetón de miedo que ya me cansé de saludar sin que voltee a verme siquiera.
Alfredo siempre sonríe con los ojos mientras me dice adiós con entusiasmo con el brazo completo. Un saludo como de pelicula. Y cuando llego igual, con la sonrisa me dice mil cosas, y yo le contesto con otra que le platica mi día entero sin necesidad de bajar la ventana.
Mi parabrisas esta sumamente sucio. -Hoy me lo lavará Arturo seguramente-,  pienso mientras me paro en el rojo semaforo del hospital ginecológico y cuento a las embarazadas que cruzan la calle o se bajan de un taxi.

Y empieza oficialmente mi camino diario cuando entro de lleno en esa gran avenida. Y bajo la visera y tengo flojera de sacar mis lentes oscuros de la bolsa. Empiezo a escuchar las tonterías diarias del radio y tambien me da flojera sacar el ipod rojo de la bolsa y empezar a lavarme el cerebro nuevamente con los podcasts de meditacion y ayuda personal y como enfrentar el estrés y respirar para tal o cual situación.
Apago radio y sigo mi camino en silencio.

Escala técnica en la casa mexicana irlandesa para despedirme del recién esposo y su pequeña esposa que se suelta llorando cuando nos besamos.
Y sin saber decir cuándo nos veremos nuevamente porque no lo sabemos. No tenemos idea.
Sabiendo que el clan se ha vuelto a fraccionar fisicamente. Que solo estamos dos ahora, aquí en los alrededores de la casa mexicana que quiere ser irlandesa.
Y todo esto pasa, mientras llego a trabajar y no puedo mas que preguntarme ¿cual fue tu lección de vida en mi vida?
¿O cuales?

Llego a mi escritorio, y por primera vez en un año, Enrique me dice: "Pero que señora tan guapa. Que flor tan bonita. Hoy si te quedo el peinado, estás guapísima..."
Y siento que en un segundo me quita la cara de triste que creí ver en el espejo una hora antes.

domingo, 30 de mayo de 2010

El comienzo de los días largos

Otra ventana mía Foto: S
Me gusta cuando falta poco para el verano.
Siempre ha sido mi época favorita del año.
Aunque en realidad cada una es mi favorita por contradictorio que suene.

Ver el reloj de mi coche hace unos minutos cuando el sol me da de lleno en la cara y tengo que poner la visera y sentir que falta mucho de la tarde por llegar, pero el reloj me dice que ya son las 19:09, de la noche con sol aún.
Siete de la noche.

Sentarme en mi estudio, sin ruido alguno mas que el de los coches pasando.
Un perro ladrando en algún lugar.
Sin voces.
Sin música.
Sin hijos.

Teléfono desconectado y celular en algún lugar perdido en mi bolsa...de todos modos...¿quién llama en un domingo en una noche donde aún está el sol puesto?

Ni siquiera oigo mi respiración.
Ni escucho mi corazón.

Oigo un ave chiflando y otra cantando...(en mi otra vida debí haber puesto mas atención al amante de fotografiar e identificar aves que compartía mi cama, para así saber quien me canta ahora, cuando estoy sola y en silencio).

Me gusta ésta primera vez que estoy así, sentada, viendo el sol entrar por mi ventanita que no da al infinito, que da al finito.
Mañana, aunque me siente a la misma hora, no será igual que hoy.

Dimanche

Dimanche comienza a los 37 minutos pasada la medianoche en la azotea donde hace unos días subí a ver la luna porque me dijiste lo hiciera.
La luna colocada mucho antes del punto en la eliptica donde la ví ese día, que correspondió dos días antes de la luna llena, y hoy, dos días despues de llena.
Solo que ahora subo con un marlboro light en la mano, en mis jeans y converse morados.  Sin teléfono con tu voz al otro lado.
Subí a verla y a decidir que la luna era mía nuevamente. Ya no tuya, ni cantada por Chava Flores.
La luna vuelve a ser mía en todas sus fases.

Revira el universo, y el centro vuelvo a ser yo.
(...Y eso que traigo, -como diria mi hermana-, media estocada dentro. Tambaleo con cabernet sauvignon en mi sistema sanguineo, nervioso y en las células epiteliales al decidir darte finiquito permanente.
Tomé unos cuantos vinos en su jardin en ésta, una noche de primavera que parecia una midnight summer dream...
Ese jardín de mi hermana, donde la luna estaba detrás de la palmera donde siempre hay palomas.
Donde nos reímos recordando tonterías adolescentes, y donde intentamos hacer varios cuatros para equilibrar el equilibrio y falsamente poder comprobar que si podía manejar, con un chicle de menta en la boca por si el alcoholímetro me detenía, oler a ice breaker)

Veo los 20 grados que en números rojos pone un edificio al lado de la Biblioteca Central anunciando la hora y la temperatura pensando varias cosas:
Que cuando se termine esta cajetilla de cigarros con los que he pensado miles de cosas, seran los ultimos que fume.
Pensando que no te veré nunca.
Y sientiendo que hoy me desentiendo de ti, o por lo menos hago en mayor de mis esfuerzos para comenzar a hacerlo,  mientras piso el cigarro en el piso rojo de impermeablilizante rugoso para regresar al segundo piso sin ventana al infinito que me corresponde en este edificio, a veces tan claustrofóbico, con la falta de verdes en forma de árboles.

A lo que sigue.
Tu fuiste un sueño.
(Y si, las espirales te las puedes quedar. Platícaselas a quien quieras, yo ya me salí del huacal...)

Creo que ya no fumaré el resto de los marlboro lights.

sábado, 29 de mayo de 2010

Samedi and other stories

El anillo de Santa Lucía Foto S
Dentro de las muchas cosas que siempre quise aprender es francés, y uso pasado y presente para no descartarlo de mis quieros.

Un samedi comienza un vendredi cuando estoy llegando a mi casa y me encuentro, como muchas noches, con Virginia, la mas lesbiana de todas las lesbianas que he conocido en mi vida.
Siempre que la veo me acuerdo de la canción de la Magdalena:  "la mas señora de todas las putas".
Aunque ella no sea señora ni puta. Simplemente es maravillosamente lesbiana. En todo su esplendor y orgullo y pienso que debería tener una canción.

Y me dice como saludo que me vaya a descansar.
En ese momento siento la carga de lo que creo que han sido cinco días previos en mi hombro izquierdo con el peso exacto de mi computadora en su portafolios café, en mi bolsa morada que traigo cruzada en el pecho de la cual estoy sacando las llaves para entrar disparada en la cama.
No sé que contestarle y me quedo callada.

Me pregunta por mis hermosisimos hijos y le contesto que están con su papá ésta semana.

Y me empieza a decir que no debo preocuparme, que tengo todo, que soy jóven y que soy bonita. Que además todas las mujeres tenemos el derecho, casi la obligación, de ser viudas, divorciadas o solteras...

"¿Bonita? Vé mi cara Virginia".
Sin una gota de maquillaje porque no me dió la gana hacerlo en toda la semana. El peinado en contrasentido a mi cara. Ojos que apenas pueden abrirse. Tacones y bermudas con blusa con flores porque pensé que iba a ser un día caluroso y no frío y lluvioso, y acabé con la chamarra que uno de mis hijos dejó olvidada en mi coche.
Chamarra de adolescente que huele a estampas del album del mundial, a basquetbol y a recreo en forma de facebook.

Y Virginia simplemente me dice en el elevador con sus dos perros: "No le escupas al cielo. Y no pierdas la fé. Todo va a estar bien. No soy mocha, pero creo en Dios, y además soy Ministra de la Eucaristía y voy a dar la comunión a un asilo todos los días"

Y el samedi comenzó oficialmente, trabajando a las siete de la mañana.
Y continuó con un recreo en el bosque, donde fuí a encontrarme nuevamente sentada sobre una piedra donde me quedé viendo por mas de una hora cochinillas grandes y chiquitas, mientras oía coches a lo lejos y escuchaba música de meditación recién bajada de un podcast...donde me dí cuenta que no tenía motivo alguno tangible y suficientemente doloroso para llorar.

Y continúa en el trabajo, mientras espero en la oficina poder huír, para en soledad acompañada de mucha gente, hacer hoy cosas sola que me gusta hacer acompañada: ir al centro de la ciudad. Descubrir arte en edificios. Recorrer una calle con libros viejos. Tomar un café con la libanesa amable. Comer tal vez un sandwich en el palacio de mármol que tanto me gusta con olor a los años veintes.

Y hoy, traigo un rebozo de colores.
Por si se le ocurre al díaenfrancés comenzar a llover a la mitad de mi recorrido en soledad acompañada de la gente.

Y todo esto lo escribo a la mitad del samedi. Al que aún le queda mucho rato por terminar.
Y en el que aunque haya planeado mentalmente lo que quiero hacer, no tengo idea de cómo terminará.
En el que esas other stories, pueden ser demasiadas para escribir y sentir.

Como por ejemplo, que el señor Antonio del gas, me acaba de regalar unas ciruelas del árbol de su casa...allá por el monte...y alegremente me he comido mas de seis...prunes

jueves, 27 de mayo de 2010

Retorno a los origenes mas cercanos

El retorno a mis origenes es en esta casa muy mexicana que quiere ser muy irlandesa.
Esta casa en la que crecí y de la que desde que salí, hoy es la tercera vez que regreso a ella para acurrucarme en posición fetal.
Es esa casa que por dentro tiene colgadas oraciones y bendiciones celtas junto a alebrijes oaxaqueños. Tiene libros en misma cantidad en inglés que en español.  Lo mismo hay café mexicano que té irlandés. Lo mismo un cojín de Tenango del Aire, que uno con un bordado celta.

Y entro en la que fué mi recámara.
El cuarto de las niñas.
Donde hoy duerme mi hermano con su esposa en lo que regresan a su ahora país.
Aquí siempre hay paz, y lo único que quiero es refugiarme en alguna que no es la que fué mi cama, pero que dá a la misma ventana que tiene la misma jacaranda de siempre, que en primavera pone una alfombra peligrosa en la banqueta donde todos nos hemos resbalado.
Da a la peluquería de Don Carlitos que murió hace años y que además tenía un trío. Y tenía fotos de él cortándole el pelo a Diego Rivera y a Trotsky.
Y cuando iba a la universidad, y oía que Don Carlitos abría la persiana de metal, me levantaba con el corazón en la garganta del susto porque ya no llegaba a clase de siete a Ciudad Universitaria.

La primera vez que regresé a acurrucarme en mi cama, tenía veinticinco años y cuatro o cinco meses de embarazo.
Entré por la puerta de madera de siempre, y le dije a mi mamá : "no me preguntes que pasa, solo necesito estar aquí" dije llorando sin parar. Y subí y me encerré en mi recámara por horas sin dejar de llorar.

La segunda vez fué hace unos meses.
Pasé un fin de semana entero. Acomodándome a un ritmo que había sido mío hace casi veinte años y no podía recordar, ni entrar en él. Me sentía como jugando a la cuerda en el recreo en primaria, y la cuerda dando círculos y hubo muchas veces que no encontré el ritmo para meterme a brincar en esa elipse sostenida por dos manos y rodeada de gritos de mis amigas...

Y hoy.
Hoy después de estar con la Gitana, escuchándola, y queriéndo encontrar ese ritmo y cadencia que ella tiene, y no pudiendo entender cómo debo entrar en esa cuerda y comenzar a saltar sin tropezarme.

Hace unas semanas estaba decidida a empeñar lo que no tengo e irme a la tierra de las espirales. Pensando que ahí encontraría el zen.
La realidad es que sueño demasiado de repente, y los pies que tengo puestos en la tierra me dijeron que no podía en este momento.
Por eso, el retorno a los orígenes mas cercanos, es la gran puerta que se me presenta por el momento...
Aunque sea por un par de horas, o minutos.
Solo para quedarme a escuchar como al atardecer llegan todos esos pajaros a ponerse en el árbol de los vecinos.
Solo para oler los olores de las galletas que mi mamá horneará al rato. Solo para saber que me abraza y me dice: "I love you, pet..."
Recordar cómo nos metíamos al baño las tres a fumar y salir como si nada, con cara de nofumemamá, y creyendo que no olíamos a Marlboro rojos.

Con eso basta para regresar a los orígenes básicos y sentir que hay un lugar que me espera siempre en caso de extrema urgencia o necesidad.
Aunque no hable, no les diga que siento que me duele todo, que estoy exhausta de pensar. Ni pueda decirles que mi vida no es lo que fué cuando vivía aquí, ni remotamente parecida.
Que no sé que pasó con la que vivió aquí.
Aunque no sepan que tengo pintadas tres espirales en el cuerpo.
Aunque no sepan que un día decidí tomar éste camino que estoy tomando.
Aunque no sepan que la luna que me regalaron un día, la regalé ya.
Aunque no sepan que sueño que soy las miles de mujeres que se aparecen de repente.
Aunque no sepan que...

miércoles, 26 de mayo de 2010

Por ahora no hay título

La Sirena y yo nos extrañabamos.
Y hoy durante casi dos horas, frente al agua que felizmente compartimos, me escucho hablar sin parar. Ella asentía y opinaba brevemente, de vez en cuando.
No dejé de hablar, de opinar, de cuestionar, de rebatir, de enojarme, desenojarme, de preguntar varias veces si estaba loca.
Ella seguía asintiendo prudentemente, pausadamente, tranquilamente.

Y brevemente dijo a modo de conclusión final: "Te gusta. Disfrútalo. El día de mañana lo dejarás tu a él, y la magia se terminará. Tu vas a aprender lo que sea necesario y vas a ser una maestra en el arte de cuidar la naturaleza y desarrollar los sentidos".

Mientras, le dije: "nuestros sentidos salen disparados al mismo tiempo. Los míos en su bosque, que ahora es mio, y los suyos en mi luna, que ahora es suya.
Mientras yo me dejaba seducir por un árbol, a él la luna lo sedujo a través de su ventana, pausadamente, elípticamente...Y fué tan fuerte la seducción lunar que me llamó para compartirla...

...Y mientras yo tengo la tierra que podemos tocar, los árboles que podemos abrazar...el solamente puede ver a la luna, pero no la puede tocar, jamás podrá alcanzarla"

El está en tu palma izquierda,  -me dijo la Sirena-, con la que no escribes. El te tiene en su palma derecha, con la que no escribe.
Lo dominas y te domina.

Y después la Sirena, me regaló una sirena mientras me decía: "no sé porqué me persiguen las sirenas"...
Y prometió decirme el día que realmente me vuelva loca, que estoy loca...

(en especial si un día aparezco cargando un chango vestido de ropa de marca)

Merlina y las espirales

Cuando cumplí quince años fui a Irlanda, por primera vez sin mi mamá.

Fuí con mi hermana, y fué la primera vez que conscientemente recuerdo Newgrange. Tal vez haya ido en otros viajes, pero la primera que recuerdo fué esta.

Fuí con mi madrina Natalie, y recuerdo lo primero que vi: el monolito con las tres espirales.
Natalie, en ese viaje, me regaló un Claddagh que aún conservo. De plata. Chueco y deformado ahora, pero en un lugar de mi alhajero.
También me regaló una pulsera de plata, con dos de las espirales del monolito.
Y también está en el alhajero.

Ahora, que cumplí cuarenta, Claudia me regaló una espiral que encontró, de plata, idéntica a las mías.
No me la he quitado desde que me la dió. He dormido con ella, y detrás está colgada la cruz de Brígida.

Merlina cada noche juega con la espiral y con una de mis pulseras: una sencilla de hilo con colores y cascabeles pequeñitos de colores. Dicen que ésta pulsera hace ruido para alejar a los espíritus que no quieres ver.

Y anoche Merlina que tiró una maceta. Me despertó, para ver la luna y hacer un rito inventado que duró hasta que amaneció.

martes, 25 de mayo de 2010

El reinvento de la letra S

Cada día que pasa, de estos, los nuevos días, con un rito se empiezan los cambios.

Hoy, como tantos días, dos tazas de té.
Pensamientos para y por el universo.
Actos normales de vida que son un mismo rito a la vida: lavar una taza, doblar una falda, hacer la cama, esponjar las almohadas.
Barrer un poco, abrir ventanas, servir la comida a Merlina, cerrar ventanas.
Sentir que cada vez que hago esto, estoy viva. Saber que puedo poner manos y pies en un acto normal, que a final de cuentas resultará en una obra maestra.

Y mientras, ir pensando en como ir evolucionando.

Saber y sentir que contigo las puertas no se si se abren o cierran.
No saber describir cómo se siente eso.
Se siente raro solamente.
Raro porque me iniciaste en la conciencia plena de los ritos y porque quería seguir haciéndolos contigo.
Pero, la bandera del surrender  está ya en mis manos.
O la del freedom o liberty o del good-bye see you next life...
No sé que bandera es. No tengo la mas puta remota idea. Esa es la verdad.
Y eso es parte del reinvento.

Hoy S se reinventa.
Será una S mas sonora, mas seductora, mas sensual, mas serpenteante, mas surrealista, mas sanguinaria, en simbiósis, mas sulfurada, mas simetrica, sísmica, sagaz, sexual, simbolica. Sorprendida y sorprendente. Servicial y social. Sentida en lo necesario, socorrida en lo indispensable.  Subliminal y solar.  Sirena...a veces...
Con S de muchos plurales, lo cual signifique que está acompañada y que es acompañante.

Y mientras todo esto pasa, los ritos siguen pasando.

Como el rito diario de bajar las escaleras dando pasos firmes y fuertes aunque a veces me sienta más débil y tambaleante que nunca.
Aunque a veces no tenga miedo, sino terror contenido y lo oculte detrás de una sonrisa que tiembla y unos ojos que quieran desbordarse en llanto infantil.

Y salir al día, y darle la bienvenida y saludar al árbol que diariamente me recibe para andar en mis ritos normales.
Como el ir a trabajar, a las compras, el manejar, el hablar, el reír, el gritar, el doler, el tristear...

Todo con sonido a S.
Todo, absolutamente todo.
¿Tal vez una doble S? ¿o una S al cubo, o al cuadrado o a la enésima potencia, o al lado de un infinito?
O una S más mayúscula que la otra, o con otra tipografía, o en bold, o itálica?

Sinceramente, su Segura Servidora

S

PD. Lo que nunca será esta S, es silenciosa...

lunes, 24 de mayo de 2010

El Bosque

Me hizo suya cuando yo quise hacerlo mío.
Dejé mi huella en él mientras me soplabas con una brisa fría el cuello.
Y sentí un placer que jamás en sueños ni en pesadillas había sentido.
Y paz.
Y una sonrisa desde los ojos.
Y espirales en movimiento.

(y esta es la historia en corto)

sábado, 22 de mayo de 2010

La penúltima vez

Hace unos días, ella me dijo que el doctor no le daba mas de esa noche.
De un momento a otro comenzaron los espasmos que lo desmayan del dolor.
Han pasado quince días y me dice: "Aún no se va y ya lo extraño.
No se que haré el día que muera".
Y en ese momento pienso que estoy en medio del set de una película romántica y dramática donde quiero ser protagonista, y solo puedo quedarme muda y estupidizada sin decir nada ni con la mirada.

Recordé otro día esta misma semana, cuando él me decía hace varias vidas:
"no quiero pensar que esta fue la ultima vez que te vi, siempre serán penúltimas veces".

La ultima vez no me lo dijo y yo pensé que simplemente lo había olvidado, que lo volvería a ver días después...
Y nunca volví a saber de el.

Por eso, ahora no pregunto cuando sera la siguiente vez.
Prefiero siempre pensar que será la última vez.
Y comenzar a extrañar desde que mis ojos comienzan a ver y empezar a olvidar en cuanto se cierran en un parpadeo diciendo adiós en silencio, dejando de ver.

Solo pensando, sin conjurarlo, en ese rincón donde las palabras no se pronuncian y no se aceptan pequeñas grandes realidades, que tal vez sea la penúltima vez.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Corazones de hojalata


Los tenía en mente desde hace años, pero por motivos que no voy a mencionar ahora, no los había tenido en mi poder.
Y finalmente, caminando en una calle empedrada bajo un sol agobiante los encontré. Los armé como un rompecabezas en la mente imaginándolos en la pared blanca que dá al espantoso cubo del edificio.
(es tan frío que necesita calor en forma de corazones de hojalata al ladito)

Hace días que no tengo ganas de ser Diosa (las Diosas deben tener los pies bien puestos sobre la tierra para exponenciar poderes en tiempos determinados), así que tomé mi caja de herramientas que en realidad es una bolsa llena de clavos, tornillos, taquetes, una extensión eléctrica, unas pinzas que dejó el plomero olvidadas una vez y me puse a clavar corazones de hojalata en el alma de mi pared blanca.

Mientras lo hacía pensaba por primera vez desde el día de Brígida que estoy convirtiendo este espacio mio en un recinto de adoración a mis cosas favoritas de estos nuevos tiempos: sobre mi cabeza cada noche una sirena de alambre, una acuarela del mar irlandés, una foto de platino tomada por mi Arcangel Miguel, mis santos: Patricio, Ignacio y Esteban, un Sol y una Luna, mascaras de papel maché, una impresión de mi favorito John Singer Sargent, fotos, libros de poesía, ángeles, y la foto del Druida acompañada de una especie de mano de Fátima, otro corazón, y un ojo turco que me regaló la Gitana...Unas matrushkas de cuando era niña que no se cómo llegaron a mis manos, pero recuerdo infinitas veces armándolas unas dentro de las otras, siempre sorprendida. Una jirafa chiapaneca que compré cuando compré un rebozo igualmente chiapaneco...
Y mi orquidea, a la que por mas cariño y empeño le pongo no quiere florecer aunque ya estemos a media primavera (y para darle mas fuerza, ahí quemo mis deseos de luna nueva cada veintiocho días)

Pero colgando los corazones, por primera vez pensé que aunque estoy peleada con las relaciones terrenales...recordé, sentí y soñé despierta, mientras daba martillazos y doblaba clavos, que si quiero volver a amar y volver a enamorarme.
Si tengo ganas terrenales de volver a tener ese sentimiento, pero no es tiempo aún...

Álter ego



¿En qué momento Brígida me inventó o yo a ella?

Fué sin darme cuenta.
Fué cuando aparecieron las espirales, que sin saberlo eran suyas (¿o mias?)

Ahora solo sé que Brígida es una presencia de paz, de fuerza, de intuición y de femineidad que va llenando poco a poco esos huecos que me aparecen de repente y que a veces (solo a veces) me hacen sentir vacía, sola y en soledad.
Sacando todo lo que guardé bajo llave durante tantos años entre tantos hombres a mi lado, queriendo mimetizarme entre ellos y pasar bien, bien desapercibida, hasta que me olvidé de ser mujer.

Y el álter ego de no se cual de las dos, se hace presente en los momentos menos esperados.

Como cuando por primera tuve que tomar un coche y manejar cinco horas de carretera sola, siendo dueña del volante, habiendo revisado llantas y confiando en el que me entregaba las llaves en el taller con la seguridad inventada en la sonrisa congelada que me quedaba en la boca preguntándole en silencio: "¿el pinche cochecito no me va a dejar tirada en la carretera con un asunto de ingeniería mecánica que no podré resolver, verdad?", rebasando trailers y pagando en las casetas de cobro con mi tarjeta mágica que nunca atina al sensor para levantar la pluma y encender el semáforo verde.

Y cuando tuve que repetir eso hace una semana, y dos veces me arrepentí a la mitad de un rebase de un trailer de doble caja. A la ida y al regreso. Y sentir que en ningún momento tuve miedo.
Sentir que era invencible.

Y como cuando llego a mi casa en las noches, y cierro la puerta y sé que aunque la deje abierta muchas veces, sin seguros, no va a pasar nada.

Todo eso, que nunca había hecho porque no había tenido que hacerlo, es lo que me hace ser mujer, pero también ser Diosa.

Si. La adrenalina de ser mujer nos hace Diosas a todas.
Y somos mas fuertes de lo que jamás hubiéramos imaginado siquiera.
Ni en el mejor de nuestros sueños.
Ni en la mejor de nuestras pesadillas.

lunes, 17 de mayo de 2010

La pesadilla


No siempre son sueños en espirales.
Hay noches, como la de anoche en que terminó el encanto de un rito de largo fin de semana, que tuve una pesadilla en espirales.
Hubo gatos imaginarios, ruidos y presencias que no eran mas que incomodamente inconexas.
Gritos atorados en la garganta. Movimientos tan reales en la pesadilla que ahora que es de día dudo si fueron verdad o mentira.
Así son los sueños muchas veces: mentirosos. Inventas cosas que ni siquiera en Alicia en el País de las Maravillas el más loco de los locos pudo haber imaginado.
En la pesadilla estaba Merlina de carne y hueso. Había otros dos gatos inventados que eran sombras negras y un caballo negro. Había sombras, presencias, que no tenían forma y no eran nadie en realidad. Y yo, desde mi cama queriendo que todos se callaran y me dejaran en paz en la noche porque por muy Diosa que sea, tenía que levantarme a las seis para ir a trabajar.

Y mientras tanto, entre una pesadilla y otra, me quedé en blanco, pensando en mi, nada mas en mi. En mi sola en mi cama, en el centro, donde me gusta dormir, con mi collar con ámbares y espirales puesto, que tanto me gusta, que a veces toco, para tocar unas espirales que no sean pintadas.

Y no podía dormir de vuelta, pero tampoco podía pensar, ni llorar, ni prender la luz. No oía nada. Solo sentía un hueco en nosedonde que no podía rellenar con nada, porque este viaje a los orígenes, a los principios de las espirales, me está costando mucho trabajo en la mente y en el cuerpo.

Y ese espacio de tiempo en el que caí a otra pesadilla, no se puede llamar insomio.

Insomnio era cuando te pensaba, cuando te deseaba.
Ahora, desde que decidí comenzar el viaje a mis orígenes, decidí no desearte ni a ti ni a nadie.

Y en la mañana, levantándome y arreglándome antes que de costumbre, saqué de mi libro el recuerdo del rito del fin de semana: orquideas del ramo de la novia, que ella, con sus minúsculos deditos y viéndome con sus negros ojos, me regaló con una sonrisa que al lado tiene un lunar negro precioso, antes de irlo a ofrecer a la Virgen...
Y ya ni supe a qué Virgen o a que Diosa lo ofreció, porque solo pude ver entre mis manos la vara con orquideas y pensar que hasta en esos momentos tan míos me tenías que encontrar en forma de tus flores favoritas que también son las mías, aunque estuviera bien escondida detrás de mi vestido de boda gris acero y sobre mis inmensos tacones anaranjados...

miércoles, 12 de mayo de 2010

Clan


La fuerza de la sangre no tiene igual.
Hace sentir mejor el corazón.
Por lo pronto, da paz.

Y desde dentro...desde dentro, siento la fuerza.

Y me doy cuenta que cada uno de nosotros somos guerreros pacíficos.

Y...

Dice Wilde:
"After a good dinner one can forgive anybody, even one's own relatives."
(Y eso que no teníamos nada que perdonarnos...)

lunes, 10 de mayo de 2010

Jack el Chamán

Trataba de dormir, cuando el insomnio me atacó en forma de Jack el Chamán.
Y es que, no sé porqué de repente lo recordé ligando un pensamiento con otro mientras apagaba la lámpara para irme a dormir sin sueño y con restos de lluvia.
Pensé en el bosque con mar. La Casa de las Sirenas que conocí hace tres años. Y pensé primero en Penny, la Apache. Que también es maga pero lo estoy descubriendo hasta ahora.
Y pensé en Michael sobre el techo de la Casa de las Sirenas, viéndonos, pero en realidad me miraba solamente a mi.

Y me dijo con su leve aliento a cerveza combinado con oporto: Eres bellísima, como esa actriz que no recuerdo su nombre, pero Penny si lo recordará. Tus ojos dan paz. Tienes que ver el cielo conmigo.
Y en ese entonces esa propuesta me pareció perfectamente fuera de lugar, aterradora y quise dar media vuelta y salir corriendo de la Casa de las Sirenas, pero una fuerza invisiblemente magnética no me dejo mover del lugar.
Esa noche no ví el cielo con él, ni a la noche siguiente. Pero si lo hice la tercera noche. Y fué aquí donde me dió el nombre de la actriz, cuando me explicó las infinitas constelaciones, tomó mi dedo índice para señalar la Vía Láctea, y con sabor a oporto y a vino de flores le dije: ¿¡qué es eso!?
Y por primera vez supe conscientemente lo que era una estrella fugaz.
La hermana terrenal de Brígida.

Y Michael me dijo sonriendo: eso significa que volverás a la Casa de las Sirenas.
Y no olvides en dos días ver y sentir las Lágrimas de San Lorenzo. No lo olvides.

Dos días después estaba con Jack el Chamán. Que me vió sin ver a los que iban a mi alrededor, y me dijo: "hola, soy un chamán. O al menos lo fuí en otra vida."
Y en su inglés tan quebecuá me instruyó en los placeres de los mercados locales, las frutas, los olores y los sabores.
La química fué instantánea rodeada de celos silenciosos de los que nos rodeaban.
El supo, y yo supe, que no podríamos hablar de las miles de cosas que yo no sabía podíamos hablar y que quedaron calladas para otra vida dentro de esta vida.
Con el ví las Lágrimas de San Lorenzo cerca del Cap Éternité

Al irme, me regaló un atado de salvia.
Atado con hilo rojo.
Y me dijo: para alejar a los malos espíritus. Yo mismo lo recolecté, lo até y te lo envolví.

El atado lo volví a ver cuando decidí comenzar esta nueva vida el día de Brígida. Lo había olvidado en la alacena.
Las fotos de Jack, de Penny y de Michael...
Esas se quedaron con quien compartía las noches conmigo antes del día de Brígida.

Pero curiosamente...recuerdo perfectamente sus caras. Casi las puedo tocar.

El Chamán, Jack. El cuida mis sueños. Tal vez Penny la Apache los dirige. Michael seguramente me consuela cuando no son buenos llevando mi indice una y otra vez a señalar el cielo.

Ahora puedo dormir tranquila.

domingo, 9 de mayo de 2010

Extraño viento de mayo


La Gitana un día dijo que el aire me buscaría.
Y que cuando más distraída estuviera, iba a llegar como una leve brisa, o como una fuerte ráfaga.

Estaba en el jardín de las princesas, cuando sentí un extraño aire en la nuca que me habló con un trueno. Y otro. Uno mas fuerte y largo. Otro con el que brinqué. Y miré los altos árboles del jardín, las hojas, todas, se movían en pequeñas espirales.
Un día un halconcillo se tropezó en mis ojos mientras jugaba con las princesas. Y lo ví y al instante supe que no le tenía miedo. Y las princesas tampoco, aunque ni voltearon a verlo...simplemente siguieron jugando con su vajilla de porcelana mientras yo miraba al cielo, como siempre. Sentí que estaba allí esta tarde. Que me veía desde el árbol mas alto y viejo, lo supe sin tener que verlo.

El frío olor a lluvia cortó de tajo el calor de la tarde. Mis pulmones se llenaron de humedad. De alegría. Sonreí.
Y me sentí feliz como hace muchos días simplemente esperaba sentirme.
Y al mismo tiempo, me llegó un cansancio aturdido, con sabor a té negro caliente y contento.

Me despedí con nueve docenas de besos y tequieros y teadoros de las princesas y de sus árboles. Decidí ir a mi montaña a descansar.
En el camino, la lluvia me seguía, el olor a humedad me embriagaba.
Olía a humedad cínica.
A alma refrescada.
Saqué la mano por la ventana para sentir las templadas gotas picando mi brazo, muñeca y la palma donde está bien dibujada mi vida.
Mi hijo terrenal hacía lo mismo por la otra ventana.
Los dos deseábamos que la tormenta cayera de lleno.

Todavía no llega. Pero no tarda...
Y, mientras tanto, me abrazo a mi futuro, me cuelgo del cuello del presente y beso el pasado.

(y estas palabras, cada una, huelen a tierra mojada, a arraigo, a fuerza, a pies bien puestos sobre la tierra, a hojas secas, a primavera extraña, a antepasados, a magia, a Luna menguante y parecen chocolates con mucho cacao, y por supuesto, a espirales infinitas)

(y ahora, en nuestra montaña, el aire fuerte y frío sacude el pirul, y mi hijo terrenal me pone una chamarra sobre los hombros abrazándome al mismo tiempo que los dos nos reímos despeinándonos con tanto aire petulante)

miércoles, 5 de mayo de 2010

Los Angeles


Los Angeles si existen.

Están disfrazados, y aunque no lo creas se disfrazan de lo que necesitas según las circunstancias.
Lorenzo ha sido mi Angel desde el día que nací. De hecho, él y su sangre -igual que la mía-, celta-oaxaqueña me dieron vida. El me ha enseñado la generosidad y las sonrisas en sus infinitas formas.
Ella, la celta, que por segundo nombre se llama Anne, también me dió la vida. Ella me ha enseñado a ser prudente y respetuosa, pero a la vez a manifestar mis ideas siempre diciendo la verdad. Ella me llevó de la mano al mundo de los libros y del té negro. A la cocina a crear e inventar a partir de galletas horneadas muchas delicias más.

Pero hay otros Angeles que no se manifiestan hasta que entran en el momento preciso en tu vida y ni sabían ellos, ni tu que debían esperar.

El Arcángel Miguel.
Lleva siendo mi Angel Guardián de Cabecera unos meses...aunque a mi lado lleva exactamente treinta y cuatro años.
Es mi hermano menor en esta vida terrenal.
Y como hermano menor, y como hermana mayor, no hacíamos mas que pensar con indiferencia respecto a ambos.
Hasta que llegó un punto en nuestras vidas en que sin esperarlo, chocaron e hicieron una pequeña explosión. Y entonces me dí cuenta que tenía mucho que decirle. Mucho que enseñarle y mucho que aprender de él.
Y me dí cuenta de eso con una carcajada, con una sonrisa, con una emoción en el alma en forma de brinquitos.
Ganas de hablar.
Ganas de repetir miles de detalles que parecían olvidados, y los encuentré de repente.
Ganas de ser ese hombro, una y mil veces, donde ese hombre, hace apenas unos meses hundió su cara en un llanto de niño y me abrazó como nunca lo había hecho...
Y no supe el motivo, solo supe que lo abracé igual de fuerte.

Y ahora sé el motivo.

Y es, mi misma historia, pero vista desde la perspectiva de un Arcángel...
El Arcangel Miguel.
Mi Hermano menor.