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sábado, 30 de abril de 2011

El robo del mes de abril

Me siento casi a las ocho a tratar de escribir algo, lo que sea.
No tengo ganas.
Lo que salga, me da igual, no importa...
¿a quién le importa?
(a mi, solo a mi. Siempre me ha importado solo a mi)

Le queda poco por terminar al día y al mes.
Cierra triste, cierra nublado, cierra nostálgico.
Los niños a punto de llegar a ese diabólico domingo previo a inicio de clases.
Y como avalancha me dejo llevar con ellos.
Películas de Cohen esperando, 1Q84 en delicioso clímax en forma de linea horizontal.
(japonés, tenía que ser, a veces hasta me sabe a sake esta lectura)

Yo.

Yo, con el futuro incierto en las manos.
Con preguntas sin respuestas.
Los por qués y los cuandos ya no los pregunto.
Ya no me los respondo.
Los silencio.
Los evaporo.
Los desgarro en medio suspiro, y hoy con varias lágrimas
(parecen hormonales, pero no lo son...)

Solo me ocupo de terminar el mes.

Mañana ya vendrá y se llamará mayo.

...Y aquí estoy yo sin ti...
(¿esa también la canta Sabina o la acabo de inventar?)

miércoles, 27 de abril de 2011

Cuando alguien te toca con su afortunada mano

A Leidi la tengo en mente desde hace días.
Traté de recordar la última vez que me llamó; fué en diciembre, -creo-, parece que el tiempo ha brincado entre pasado, presente y futuro extrañamente los últimos meses.

Pero desde hace días estoy pensando constantemente en ella y hoy decidí localizarla.

Es algo complicado encontrar a alguien que vive en medio de la Selva Lacandona,  en medio de  una "Reserva de la Biósfera" (eso siempre me ha sonado a que encontrarás científicos caminando por ahí haciendo estudios del aire, agua y tierra, o que es una zona cercada por una burbuja enorme de algo entre silicón o grenetina a punto de cuajar, o un espacio sin fronteras delimitadas celosamente resguardado por Greenpeace)

Ninguna de las anteriores.
Llegando allí, nada ni nadie te indica que estás en un espacio donde la Diosa Naturaleza se reserve el derecho de admisión.

Finalmente,  un Lacandón y una francesa, de los cuales ninguno hablaba bien español,  sumada a la mala conexión telefónica pudo darle mi recado.

Y me llamó.

Ella cree que yo la he tocado con la fortuna porque estamos en arreglos con su futuro, como si tuvieramos una bola de cristal en medio.
Le platiqué mis planes después de analizar juntas los suyos: las bicicletas, los juegos didácticos, los jóvenes de servicio social, unas clases en verano para sumar 1+2 sin que diera 4, escribir nombres legibles, poder armar una oración simple para que esos niños llegaran a secundaria con un poco mas de lo menos básico que tienen hasta hoy.
Escuché que se emocionaba entre los sonidos de gis que la línea telcel nos ofrecía.

Pero lo primero por resolver es ella.

Me preguntó cuando iría a verlos...
-En verano, y ya tengo una interesante comitiva que quiere ir a dar lo que está en sus manos a la Selva...para que pienses qué platillos vegetarianos me irás inventando-, le respondo mientras ella se ríe quedito al otro lado.

En verano, cuando se cumpla un año de mi retiro semi-voluntario a Lacanjá...

Si,

Ella piensa que la toqué con la fortuna.

Ella no sabe que ella es quien me ha traido tanta fortuna, que ya no sé qué hacer con ella.

Leidi nunca leerá esto que intenta ser un blog pero solo son letras dispersas y monótonas.
Leidi apenas tiene un celular que no funciona mas que a 4 kilómetros de su Reserva, y cuando está en la Reserva lo prende y apaga constantemente, juega con él tal vez inventando llamadas telefónicas, mientras hace de semillas de árboles de nombres lacandones que en mi vida he visto mas que allí, collares preciosos con hilos que parecen inventados...

Leidi no sabe que hoy me llena y desborda el corazón.

Mi corazón que está tan sano.

Y el suyo...que tiene tres válvulas tapadas a sus 28 años y que por esa simple y complicada razón, no ha podido tener los hijos que desea desde el fondo de ese mismo corazón...

La última comida que Leidi me cocinó en Lacanjá. Foto S

jueves, 21 de abril de 2011

En pijama

Sandra y yo comimos hace unos días.

No dejamos de hablar, pero hablamos diferente a siempre. Siempre llora una y la otra la consuela, o las dos y nadie nos consuela.
Otras veces nos reímos tanto que parecemos locas salidas de cualquier manicomio.
Reímos hasta las lágrimas.

Esta vez estuvimos en paz.

Hasta parecíamos maduras. Mas maduras que nuestros ochenta y cuatro años juntas. 

Y le dije.

"Hace un año el alma me dolía, y mucho".

Hoy, no me duelo. Hoy, vivo el hoy.
Lo que me trae, bueno o malo, sé que terminará hoy, y mañana será diferente.

Sandra...parece que también.

Y hoy, unos días después, empiezo vacaciones en pijama, sin saber que haré y no me preocupa en absoluto.

Hoy seguro termino mi libro en turno y empiezo 1Q84.
...seguro...

O tal vez, le llamo a Sandra y vamos al cine a reírnos.
...tal vez...


Jueves Santo en pijama. Foto S

lunes, 18 de abril de 2011

Distraída

Salí corriendo a trabajar y cerrando la puerta sentí frío como de verano lluvioso.
Vacié en el piso los extraños contenidos de mi enorme bolsa roja para así poder encontrar las llaves que acababa de aventar segundos antes y regresar por un sweater.
Abrí veintidós segundos después pensando que ellos seguían dentro y muy dormidos.

Por segunda vez cerré la puerta y bajando las escaleras me ponía el sweater rosa mexicano mientras pasaba de un lado a otro la bolsa,  el portafolios con la laptop y sin soltar el blackberry enviaba una foto a Coyoacan y a Barcelona al mismo tiempo.

Casi me tropiezo, -como siempre-, al salir al gran estacionamiento con la jacaranda,  pero algo me detuvo en seco.

Había volutas de humo de tabaco que se movían lentamente frente a mi cara en forma de espirales alargadas.

Me quedé viéndolas lo que me pareció una eternidad en medio de un silencio espeso de lunes de semana santa en el que no hay escuela y la mitad de los vecinos han huído a la playa.

Lentamente giré a la derecha y a la izquierda en busca del fumador.

Miré las ventanas cerradas arriba de mi cabeza sabiendo que era imposible que viniera desde ahí.

Los dedos detenidos en el teclado qwerty de mi blackberry antes de dar send a la foto que acababa de tomar minutos antes.

No había fumador, pero presentí quien era.

Seguro era ese viejo bucanero irlandés, papá de Mangee que llegaba para contarme historias no tan santas y llenas de aventuras con olor a ron y al paseo del Bund.

Viejo cabrón.

No ha dejado de fumar y se pasa por donde quiere cualquier ley antitabaco.

Dormir con estilo en vacaciones. Foto S

sábado, 16 de abril de 2011

Tejiendo en gris y blanco

Mangee brinca del pasado al presente como quien respira.

Apenas quiere amanecer y lleva despierta mas de una hora.

Apenas anoche trataba de leer cuando alguien la tapó con la sábana, apagó las luces y cerró la puerta para que pudiera dormir en silencio casi absoluto.

Y hoy, sigue apenas amaneciendo y solo escucha coches pasando a unos 60kms por hora por la calle, los mismos a los que ella frena para entrar cada tarde por la reja que abre cualquiera de los dos policías de turnos de 24hrs que se llaman iguamente Alfredo.
Y paradojicamente, en medio de todos los pisos de ventanas, concreto y tuberías que no tienen árboles, se cuela el piar de los pajaros que ya amanecieron igual que ella y que viven en los árboles que no ve.

Antes Mangee vivía de aventuras, ahora vive de esperanzas pacíficas.

Hoy por la tarde dará puntadas a esos tejidos grises y blancos para Greta, -al menos eso cree-. 
Siempre que intenta tejer puntadas con ganchillo o con agujas del número seis, las cambia por tejer historias con palabras, -leídas, escritas o contadas a viva voz en medio de todos y nadas-.

Seguro eso pasará a las seis de la tarde, cuando se imagine sentada con todas esas viudas de generales, bebiendo vermouth con vistas al palacio de Oriente tratando de tejer mientras desteje.

Como Penélope.

Y hasta que el destino nos alcance.

Vermouth. Foto S

viernes, 15 de abril de 2011

Caminos

Un día decido tomar una vuelta a la izquierda en vez de seguir de frente en el camino diario hacia el trabajo.

Otros días decido entrar por la puerta de atrás, la del taller, en vez de la delantera, la de la recepción y oficinas.

Ayer mismo por la tarde, después de tomar un café en Loreto, crucé la calle media cuadra antes de donde normalmente lo hago.

En la mañana pude haber dicho a mi hermana que no la acompañaba al centro y me quedaba en la oficina a terminar pendientes de diez días de ausencia.

Hoy decidí no ir a nadar y tomar una tetera de té negro (hace mas de doce días que no tomaba té)

Ayer dijiste palabras y yo contesté otras cuantas, al azar.
Desatabas una tormenta y yo ponía diques para evitar que se desbordara el Atlántico.
Por la noche pude haber tomado una o varias decisiones, de hecho en un insomnio que duró lo que sigue desajustado mi cuerpo al horario de los Pirineos Aragoneses, me senté con Merlina y mientras ella ronroneaba aún tratando de perdonarme la ausencia, barajeabamos las cartas sobre la cama deshecha y calurosa.

Y hoy, en vez de bañarme para ir a primera hora a la escuela a recoger el ipod confiscado con la directora con cara de mi-hijo-no-volvera-a-sacar-el-ipod-a-deshoras, me siento a escribir, que es, a veces, lo único que me sale sin pensar, sin analizar, sin juzgar, sin miedo a reclamaciones, sin temor a equivocarme...con todo y con que a "las palabras escritas nunca se las lleva el viento..."

Y si me equivoco...
Pues empiezo el camino de nuevo, girando tal vez a la derecha, o metiendo reversa y girando media cuadra antes.
Por lo pronto, sigamos por éste camino, -que es el que conocemos y donde nos conocemos-.

Un cruce de caminos el 9 de abril. Foto S

jueves, 14 de abril de 2011

Del ciclo de las sirenas

Las sirenas, contrario a lo que se cree, nacen, crecen y se desarrollan en tierra firme.
Aman y se reproducen en agua dulce.
Gozan en agua salada.
Desarrollan poderes en espirales en manglares.
Lloran en manantiales para reirse enseguida.
En los ríos, mientras meten los pies al agua y se detienen con las manos sobre la tierra, cantan el futuro y se alimentan del presente.
A veces tocan la nieve en deshielo y se dan cuenta de su sangre tropical.
En tierra caminan dando patadas de crawl analizando minuciosamente los detalles que las rodean.
Les gusta tomar vermouth con una rodaja de limón, comer ruibarbo y escuchar Chichi Peralta pero también The XX para madurar un poquito.
Y cuando son niñas...
Les gusta ponerse gorras y goggles que su tia sirena les regala...
Tan azules como sus ojos, color azul caribe, color azul atlántico, color azul mediterráneo...



Sirena Azul Foto: su mamá

miércoles, 13 de abril de 2011

Jet lag

El jet lag me pegó de lleno a eso de las dos de la tarde.

La forma fué preciosa ahora que la recreo horas después: estaba sentada en el sillón del dentista, y era mi primera vez con él.

Llegué sin cita pero con prisa, con un problema en una muela, pero la del problema resultó ser otra, la de atrás.

Y me pegó en forma de cansancio acumulado instantáneo: estaba en posición casi horizontal sobre el sillón a punto de cabecear mientras él revelaba la radiografía y escuchaba su voz a lo lejos que me arrullaba en un sueño delicioso con el sol de la tarde...pero cuando empezó a hablar de la muela como un objeto humano del que nunca había escuchado a mi anterior dentista, -el remake del Dr. Menguele según mis hermanos-, y referirse con ese amor-tragedia-pena-dolor con los que Marcelo se expresaba  por mis muelas, pero mas siento que sentía por ellas, todo empezó a cambiar en mi percepción de la vida en ese instante y el sueño se me fué quitando en forma de susto.

"El pronóstico no es bueno, no puedo dar un diagnostico acertado, y menos prometer algo"
(podría ser cáncer o un tumor cerebral y el habla de una muela, seguro sería excelente oncólogo)

"Tal vez haya que extraerla"
(sentí que hablaba de cortarme la pierna derecha)

"Pero con una cirugía podríamos saber con certeza"
(me sonó a anestesia general y yo vestida de bata azul con un gorrito cubriéndome el pelo pero perfectamente desnuda sobre una mesa de quirófano)

A todo ésto, con ese panorama y esa voz con las que se refería a mi nada sana muela superior derecha (no diré cual para no maldecir mas a la pobre), me daban unas ganas de llorar terribles mientras pensaba en el cansancio que tenía, en el calor insoportable que ahora entraba por la ventana abierta de par en par, en los signos de pesos que veía en las pupilas de mi nuevo dentista mientras me daba precios de cirugía, endodoncia, corona, postes y cosas que no entendí porque no me interesaba entender.
Había que hacerlo...no podía imaginarme manca y coja en la boca...

Pero también quería llorar porque me falto ver el mar Mediterráneo y se me antojó el cous cous de Rafi allá por la Mistral mientras se me retorcían las tripas de hambre.

Couscous de Rafi, Carrer de Vilamarí. Foto S