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domingo, 30 de octubre de 2011

Tres

Somos las tres espirales: tres sonrisas, tres carcajadas, tres por siempre, desde siempre.

Dos en mi reflejo. Foto JI

jueves, 27 de octubre de 2011

Destino y oráculo

Decidí ponerle cara, forma y color a mi destino.

Le puse cara de viento y color de árbol en medio de ese bosque que es solo mío y que está junto al mar, lo aceleré a velocidad de un lobo en medio de la tundra, y decidí que lo puedo tocar cuando se me da la gana...
Cuando se me da la gana de pedirle deseos escritos en papel de china quemados,  le veo forma de maceta con una orquidea blanca. Virginal. Etérea y frágil.
Anoche le puse cara tuya recostada a centímetros de mí en la misma almohada mientras no me quería ir a dormir.
En la mañana se disfrazó de sol otoñal que me deslumbraba manejando a 8 grados en medio de un frente frío que venía acompañado de un huracán que quiso llamarse Rina pero que se deshizo a medio camino porque me vió la cara de deseo contenido junto con mis negras intenciones.  Rina se dió la media vuelta en el Mar Caribe porque le entró un temor sin nombre al leerme en la frente el destino.

El oráculo mío, ése que es mío y de nadie mas, que mis dedos lanzan con tus runas, tiene forma de corazón.
Un corazón al que le nació un estigma cuando un Druida me vió de reojo hace un siglo y medio.  Hace tres siglos un Sacerdote Mulato lo hirió de muerte pero sobrevivió porque se creyó que tenía mas vidas.
Con esa mirada de reojo, el Druida le lanzó un rayo incandescente y lo rozó.

El lunes me dijeron con aparatos de última tecnología que la minúscula herida, el nano-rasguño, cicatrizó un día mientras compraba frutas en el mercado. -Que nunca me di cuenta-, dijo la sacerdotiza disfrazada de radióloga que parpadeaba con pestañas postizas que hacían un ridículo contraste con su blanquísima y deslumbrante bata bordada con su nombre.

Estás lista para cualquier aquelarre.  Estás lista para sobrevivir a cualquier tropiezo. Tienes los latidos suficientes para desear lo que quieras, mas no para obtener lo que deseas.  Tal vez no sea tuya esa cara en tu almohada, -ahora no lo es-, me dijo con otro largo parpadeo, -tal vez nunca lo sea-, pero ya tienes el poder de decidir cómo, cuando y hasta donde.

Y si.
Ahora sé que de verdad tengo y he tenido muchas vidas y que soy una mujer libre.

Lo sé en este instante mientras echo tus runas y las mías sobre este corazón...

Y cierro los ojos...no quiero por ahora leer lo que dicen nuestras runas, que son las más sagradas que mis dedos han tocado, y solo me detengo a escuchar campanas repiqueteando alrededor de mi esencia mientras le pongo cara al destino de ventana que da a esa montaña sagrada, que es mía y de nadie mas.

Ventana a mi Tepozteco, foto S

sábado, 22 de octubre de 2011

Desajustes

Yo lo que necesito es que me desajustes las entrañas, que me revuelvas el pensamiento,  des carpetazo a  mis reglamentos personales, borres mis estigmas, paralices mis sentidos, me excomulgues de mi propia religión, caduques mis prioridades, rompas los contratos establecidos con mi alma, provoques mis neuronas, finiquites mis saldos insolutos, te cases con mi infancia en bienes mancomunados y con mi vida adulta en separación de bienes, estabilices mis tensiones arteriales, dejes mi boca en carne viva de tanto besarme, me borres las pecas con el aliento, deslaves mi tatuaje en lentitud apasionada, fotografíes mis miradas, encajes en mis auroras boreales tus pasiones, redondees mi tacto para acariciarte en círculos perfectos, perfiles mis suspiros por ese camino largo que se pierde en el horizonte, nades por mis lágrimas, flotes lentamente por mis caderas, acaricies esa parte de mi cara en una vertical infinita, deslices el índice por mi ceja izquierda, dibujes mis visiones, leas entre-líneas las líneas de mi mano, hundas tu cara en mi pelo recién lavado y cortado, te pierdas en mi mientras nos encontramos en nosotros...

Necesito que lo hagas, pero te evaporas en un parpadeo, y cuando abro los ojos no estás para respirártelo y susurrartelo lentamente mientras me callo con un grito en la mirada, que necesito lo hagas siempre,
que la vida se nos está escapando en un sueño,
a cada instante,
a cada inspiro
y
a cada suspiro...

En Coyoacán, meses atrás.

lunes, 17 de octubre de 2011

Espirales rotas

Reventando olas en mi playa
Pusiste el anillo de plata en mi dedo medio.
No dijiste nada, solo sonreiste...
Nunca dices nada, siempre actúas las palabras.

Te dije -son espirales rotas-

Contestaste, -no, son espirales inconclusas-

Hablas con los ojos, sorprendes con las manos.

Así, un día me dijiste las palabras que quería reventaran como olas en mi playa.

Así, otro día dijiste: -somos el yin y el yang...pero estás hecha  a mi medida...-

miércoles, 12 de octubre de 2011

Resucité

Llegaba al extremo placer cuando paralelamente llegué al extremo dolor.

Alguien quiso hacer añicos mi cráneo, alguien inflaba mi cerebro.

Explotó mi ser.

Y pasaron horas y minutos y eternidades chiquitas y sentí miedo.  Miedo a morirme.
Era miedo extraño. Me parecía mas bien una estática dentro de la explosión craneal.
Tenía que hablar con el notario, dejar claro que los niños eran los herederos de mi no-fortuna, quien debía cuidarlos y cómo.  Esa era mi mayor preocupación.  Tenía que abrazarlos fuerte y profundamente. Eternamente, a los dos al mismo tiempo. Tenía que reírme con ellos, teníamos que ir mil veces mas a Tepoz, tenían que comprar con los hippies lo que quiseran con el dinero que haría aparecer por arte de magia. Me faltaba hablar con Esteban más de e.e. cummings, escucharle cientos de veces más la única canción que toca en el ukulele, verlo ganar una regata, tenía que llevar a JI a las clases de solfeo y guitarra muchos años más y despertarlo otras tantas cuando se queda dormido en mi cama, escuchar sus larguisimas historias, y escucharlo reír a carcajadas como solo él sabe hacerlo.

Decirles a los que amo, que los amo era mi segunda preocupación.

Sabía que no pasaría, pero sentía que podía pasar...
Y supe que no era miedo...era algo que no puedo definir, tal vez cuando deje de dolerme el cerebro y pueda pensar de nuevo, pueda encontrarle las palabras...

Y decidí que lo que tengo, no se llama high blood preasure...se llama high mood pleasure...

Eso es resucitar...

jueves, 6 de octubre de 2011

Paraíso intermedio

Mencionó la palabra paraíso y revolucionó mi cabeza y todos mis sentidos con todas sus sílabas.

Eso fué a las once.

A las cuatro estaba instalada en un paraíso terrenal inventado, navegando aguas conocidas casi desde que llegué a éste mundo. Conté seis garzas, dos pelícanos, ví lirios sin flores en varios tonos en verde pálido que flotaban petulantes y casi podía tocar.

El cielo entero, que tenía cinco cumulus nimbus, me pegaba en la espalda, la risa se me desataba desde el plexo solar junto con una felicidad que me imponía pero al mismo tiempo me aletargaba...y me empecé a emborrachar con ansiedad por pasar al siguiente nivel en ese paraíso.

Susurré y suspiré.
Me encontré en un estado antes desconocido.  Una de las garzas me decía que faltaba aún más.  Los peces y libélulas nadaban y volaban alrededor escuchando y hablando idiomas inconexos. Dí unos sorbos a ese vino ámbar, toqué mi cabeza, sentí el pelo y lo enredé en mis dedos queriendo hacer un cairel prolongado...seguramente porque alguna espiral quería salirse de mi sin saber que no podrá nunca.

El tiempo que no pude contar terminó, para seguir en color rosa por ese camino al que había llegado con los ojos vendados.

Una pareja, en pleno estacionamiento descubierto, en un convertible se besaba y acariciaba.  Casi lujuriosamente.  Desordenadamente.  A las cuatro de la tarde. No había mas universo que ellos dos. Destilaban alcohol que llegaba con pequeñas corrientes a unos metros, allí donde los veía, detenida quierendo asirme a tu mano para siempre.

Y comiencé a caminar el camino al paraíso casi absoluto, a ese que no sé si está en el limbo, si está empezando, si es mas grande de lo imaginado, o mas perfecto de lo conocido hasta ahora, que fué ayer, y que parece que se extiende en una línea imaginaria, larga, que he perdido de vista, en el tiempo...

Navegando el paraíso intermedio

lunes, 3 de octubre de 2011

Plomizo

"El lunes, -me lo dijiste y no te lo creí-, amaneció plomizo".

El plomizo se me fué a los pies, sentía que los arrastraba al caminar, y que el cielo y sus plomos en forma de nube eterna me pesaban sobre los hombros.

Me sentí ausente de ideas, vacía de tangibles, apoderada de deseos sin nombre.

Me sentí hueca, y me asusté como cuando soñé esa pesadilla con gatos, cadenas y ladrones, esa que soñé el sábado durmiendo con la cascada detrás de mi cabeza, la que me conforta y que ahora me inquieta.

Decidí sentarme bajo la palmera, a estudiar lo plomizo, -tan plomizo-, del cielo, a cerrar los ojos y dejar pasar algunos segundos que no conté.

Y empecé a sentir un débil rayo de luz traspasando mis párpados, derritiendo el plomo sobre mis hombros, aliviandome de pesadillas y formando tangibles en mi ser.
Y te sonreí, después de sonreirme.

Autofoto en tu reflejo, plomizo sobre supuesta gelatina