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viernes, 26 de octubre de 2012

¿Y?

No quedó más que decir adiós en silencio y sin la menor intención de decirlo, mucho menos con las ganas ni la fuerza que se necesitan para saber que ahora "es verdad" cuando se dice ese "adiós", quedito y sin ganas de que sea verdad.

El quedó prendido a su espalda para siempre.

Ella se colgó de su cuello de por vida.

Nadie lo notó jamás.

Y en las noches se platicaban en silencio y se abrazaban sin tener que hacerlo.

Nunca más volvieron a verse, las yemas de sus dedos jamás se tocaron de nuevo.

Y se hicieron viejos.

El se despertaba todas las noches a las 2:49 am en sus eternos y cronometrados insomnios, y ella siempre dormía de corrido soñándolo en ausencia desmedida y melancólica.

Y se pensaban cada noche aunque no se tocarán.

Y se hicieron abuelos.

Y el a veces decía palabras que sólo estaban hechas para ella.

Y ella lo olvidó en medio de un Alzheimer, pero siempre le necesito y extrañó, nunca su olor dejó de respirar.

Y se murieron.

Y nadie nunca supo que se hablaban cada noche desde que se dijeron adiós.

Y nadie nunca lo supo....

¿Y de qué sirvió?

domingo, 21 de octubre de 2012

Hoy

Un año atrás, mi cuerpo se dolía de cosas que no me cabían y el tiempo acomodó dentro de una lógica azul y profunda.

Y pasó más tiempo que se llenó de ilógica, de confusión y de colores que no existen para mis ojos.

Tiempo del que ni tu ni yo nos damos cuenta, que se escapa en una mirada, mientras de reojo vemos por el retrovisor y el espejo lateral del coche lo que se va quedando colgado a los semáforos y da la vuelta por las esquinas y calles en construcción, eventos que bajan conmigo los pasos a desnivel y a veces acaban atropellados por un ciclista que rebaso en una mañana de estas en las que aún no amanece...

Hoy tenía que haber nadado en el Mar de Cortés. Ayer, sin ver el reloj de mi izquierda, lloré sin parar como la niña de tres años que alguna vez fui y que extraña dolorosamente a su papa. Incontrolablemente.
Con temblores y sollozos.
Me dejé caer, física e imaginariamente, en medio del pasillo que da a la sala, hasta que decidí ponerme medio de pie. Si no lo hacía yo, tampoco lo harías tu.

Hoy me amanecieron los ojos medio secos a la hora en la que mi mente recorría la playa donde debía estar para zambullirme gloriosamente en agua salada y refrescante.

Me despertó a las cinco de la mañana el último de los veinte o treinta sueños y pesadillas que seguramente tuve en cinco horas.

En el sueño era invisible y traspasaba rejas y más rejas. El sueño era triste y de color beige y blanco, -creo que son los colores más tristes de mi existencia-, en el sueño estaba él, y no estabas tu. Se qué te sonará poco perseverante de mi parte, pero hace muchos sueños que te dejé de buscar, las veces que has aparecido fugazmente, las he olvidado mientras me levanto a cepillarme los dientes.

Cuando acabé de sacudirme el sueño color beige y empecé a despertar, te metías entre mis sábanas y con una lentitud que parecía durar hasta mañana me acariciabas y llevabas de la mano a Pie de la Cuesta.

-Pero tu no apareces en Pie de la Cuesta en ninguno de mi sueños-, tu apareces en tus sueños en una playa que no es virgen ya. En una playa a la que no quiero ir porque no tiene palmeras ni pescadores ni es mar abierto.

Y hoy, mientras quería sentir el frío del agua de mar en la punta de los dedos, me besabas la espalda que tenía sabor a escamas falsas y a mi, -al menos eso me dijiste-, mientras te contestaba que anoche me había bañado para quitarme el sabor, olor y tacto a pena y encierro. No me puse perfume ni crema ni el aceite con jengibre y miel que tanto me gusta, bastaba con quitarme la esencia y sensación de todos esos fantasmas que me habitan cuatro veces por semana, esos que tu nunca comprenderás, porque dentro de tu mundo, el mío no cabe ya, se ha hecho demasiado azul marino para tus estándares tan azules claros.

A medio día intenté grafitearte con la mirada mientras veía los volcanes, pero

Hoy...

Hoy ya no te siento ni te veo en ese afán de volverme gris y pálida. Hoy sé que ya no nos cabemos dentro del otro, y que el yin yang lo estas decolorando a un amarillo perdido en tu vida que no es la mía.

sábado, 6 de octubre de 2012

Cuando me alcances

Cada día se me ha convertido en una vida, corta e intensa, fugaz, escurridiza, fría con corrientes tibias y multicolores.

Voy marcándome los días en los antebrazos, con cuatro rayas cruzadas por una quinta. Como reo en las paredes de su celda. Y aun así, no cuento un solo instante de este tiempo, pero así completé ayer con tu ausencia un año exacto. Un día como ayer vivíamos una luna de miel donde me decías -te amo-, y entonces, mis días eran tu eternidad y yo dentro de ella formaba marejadas hasta que desaparecí tu Isla de la Tranquilidad, esa que estaba gobernada por la reina de la Luz. Me dediqué y empeñé hasta que transformé tu vida en un terremoto diario y cuando me dí cuenta nadaba en tus mares y hasta ayer, que terminó mi vida de ayer, me estaba ahogando en tu océano.

Con cada amanecer, se me aparece una sirena que creo que tiene la cara de una amiga y la voz de una de mis hermanas, y me canta, me sopla oxígeno y me inyecta adrenalina para dar brazadas y seguir nadando hasta que llegue la séptima ola y me saque de tus mareas.

Y así pasan los días. Y así me sigo tatuando los brazos. Y viviendo viditas instantáneas...y así te perdí un día en el que comenzaste a nadar contracorriente siguiendo una estrella fugaz, porque como no eres marino, no sabes que debes seguir a la estrella del norte. Y te lo dije, te lo grité, mientras una ballena gris me detenía en su lomo para desde ahí gritar aún más fuerte. Hasta qué te perdí de vista y las sirenas y las mantarrayas que había a mi lado miraban hacia otro lado con tal de no ver mi cara decepcionada, triste, inmensamente triste...y supe que no había forma en la negrura intensa de los siete mares que me alcanzaras jamás. Que no nadarías a mi lado. Que no me detendrías ni darías la mano cuando me cansara de dar brazadas o patadas.

...y no creas, de ninguna manera, que me voy a morir ahogada en tus mares...simplemente estoy reuniendo la fuerza necesaria a base de comer chocolates que me llenen de calorías huecas mientras me llega la séptima ola...
Comer chocolate en tiempos de desamor sustituye
las feromonas que te habitan en
tiempos de amor.