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miércoles, 28 de diciembre de 2011

Ultimatum

Lo sabes y lo sé.
Hoy tienes que decidir.  Hoy tengo que resolver.

Antes de la media noche. Antes que empiece el día 29.

Ciertos astros, planetas y tormentas estelares se alinearán y explotarán.
El hoyo negro en el espacio se encogerá.

El Diablo y Dios te susurran a diestra y siniestra. A mi la Vírgen hace como que me habla y una bruja vestida en un neglillé barato de prostituta barriobajera me da indicaciones que no sigo.

La mirada la he tenido perdida todo el día, y ahora me encuentro con que los ojos los tengo vendados con una tela de lino bordada con tréboles y en las manos sostengo balanzas para sopesar una decisión u otra.
La decisión justa o la equivocación certera.

Las palabras que contenían tus deseos me las fuiste soltando borracho y yo sobria las retenía.

Fuí a dormir pesadamente, profunda e intensamente, pero se gestaba en mi interior la duda.

Crecía como una hija en mi vientre, una alienígena, una bastarda sin nombre pero con tu apellido, una muñeca de porcelana, una pequeña Diosa.
La criatura más hermosa que tu o yo hayamos visto jamás.
Caiste enamorado de ella al instante en que la dí a luz. Dejaste dudas absurdas en cuanto le tocaste la mejilla. Tu mirada se transformó, ella te convirtió.
Un gen tuyo y uno mío. Mi óvulo con tu espermatozoide. Tu pregunta con mi respuesta. Mi futuro con tu predicción. Nuestro ADN, sus líneas de la vida, invisibles en una mano y en espirales en la otra.

Sabes que si muero te morirás lentamente.
Sabes que no puedo estar si no es bebiéndote.

Sabes que la realidad no se sopesa en poder ni en sexo.
Que el amor existe en esa hija que no tendremos jamás.

Sabes que juntos estamos destinados a acabarnos, sabes que no podemos estar separados.

Y el Universo está en pausa hasta la media noche, mientras yo decido y analizo metodicamente si quiero brincar al precipicio contigo o matarte en vida como lo hiciste una vez conmigo, hace ya siete vidas dentro de éste capítulo en nuestras historias.

Gestación. 535pm, 28/XII/2011


martes, 27 de diciembre de 2011

Alma de niña

Me adentré en los secretos que tiene la luna ahora que no la veo.
Tiene forma de niña, y los secretos son manantiales dentro de sus cráteres.

Se le desbordan preguntas como las que solo puede hacer una mujer de siete años, con dientes a medio crecer, con ojos brillantes, que camina brincando y bailando.

Toma coca cola ahora que su mamá no está para prohibírsela.
Pide media pizza después de haber comido un arroz frito.
Toma chocolate y bebe un icee morado.

Pregunta sin parar. Pregunta con todos los sentidos y sin verguenza.
Tiene lógica mas madura que la mía a sus siete años.

Tiene moretones en las rodillas de tanto arrastrarse sin importarle el qué dirán.  Tiene piel nueva a la que apenas le salen unas cuantas pecas que tiene perfectamente inventariadas.  Tiene dedos delgados que no han acariciado aún. Piernas largas que no han enredado entre ellas cuerpos inexistentes en su memoria infantil.  Tiene una boca mágica que solo ríe y hace muecas indecifrables.

Tiene abrazos espontáneos y efímeros que sé que solo duran instantes eternos donde me dice te quiero porque sabe que yo no me canso de repetirselo.

Ella misma abrió un cajón al lado de mi cama, en mi buró y me dijo,

-Guarda tus preguntas y tus intentos de tristezas, respeta tu tregua, esa que tu estableciste y no esperes nada, tal como te lo dijeron-, me dió un beso aventado, como si se gritara un beso y salió corriendo despeinada.
Como su tía...

Niña Luna



lunes, 26 de diciembre de 2011

Mujer envidiosa

Dijo no merecer tanto amor de su mujer.

La verdad contenida en esa confesión me retumbó en las orejas y me tambaleó el cuerpo.
El corazón me dolió. Parecía que me ensartaban una aguja de canevá en el pecho izquierdo. Fina y larga.
Profunda. Ardiente herida.
Incierta.
Las manos se me hicieron pesadas, lacias, frías.

El posesivo junto con el mujer es lo mas macho pero al mismo tiempo lo mas conmovedor que he oído en mi vida. No sé bien a bien los alcances que tiene, he olvidado si alguna vez estuve incluida en esa palabra.

No lo sé y me dió nostalgia.

Me dió envidia y me acordé del poeta que me dijo que nunca tuviera envidia de nada ni de nadie.
Me explico ese sabio hombre los limites y no limites de la envidia, la definición real.
La tristeza por lo que otros tienen, me dijo.
Me dijo enojado que no debía estar triste jamás.

Pero si me dió envidia.
Hoy me dió envidia

Me dió envidia no ser esa mujer, no ser ese hombre, ser hoy mujer de nadie.
Envidia de mi misma, de ese lado endeble que es esa mitad mía que quiere ser abrazada por mi otra parte.

Envidia por pisar tierra de nadie. Estar en territorio mío y sentirme extraña en mi propia Patria, no poder salir de mis fronteras, esas que yo misma establecí un día sin sentido alguno marcándolas con una mirada resuelta y aparentemente fuerte y con la verdad absoluta en la mano que se me fué escurriendo como agua.

Hay instantes en mis días que las dudas me aprisionan, pero las ignoro-supuestamente- casi siempre y no volteo ni de reojo a ver el camino andado.
No escucho nada ni a nadie.
No me dejo abrazar ni ayudar, no me dejo levantar ni consolar.

Tal vez por eso soy mujer de nadie.

Rompiendo fronteras

sábado, 24 de diciembre de 2011

Muérdago

Quisiera creer en la Navidad para poder regalarte tantas cosas que he envuelto y desenvuelto en la mente.

Había planeado usar papeles metálicos, moños dorados, otros verdes sedosos, listones de terciopelo, de organza, y hoy decidí convertir todo en una navidad ecológica y usar los tres Publimetros que me dieron esta semana en la esquina de Av. Universidad a la altura de los Viveros para envolver todo lo que tenía por envolver.

Te envolví mis sentidos, mis enigmas y mis deseos.

Dos besos los puse en una caja de té vacía forrados con la sección de deportes.

Miradas que te guardo las puse en un calcetín que quise colgar de una chimenea que no tengo.

Caricias infinitas te las puse en la caja donde venía la vela que preparé y que prendimos la otra noche en ese vaso rojo, grande y pesado, lleno de burbujas de vidrio que está sobre la mesa de la sala.

Quise que me regalaras tu centro y tus cuatro puntos cardinales. Tu Norte y tu Sur me los guardaría para Reyes, el Oeste y el Este para el día de la Candelaria que coincide con el Día de Brígida, para que en un abrazo me apretaras en deseos compartidos.

El centro, tu centro, donde se envuelve tu corazón, ese te lo arranqué hoy en la mañana cuando te dije que te amaba. Te pregunté si me habías oído, cuando ho que quería era que hubieras comprendido el abismo inmenso que contienen esas cinco letras que se pronuncian tan rápido y tan quedito.

No te falto para Noche Buena, ni me faltarás en la Noche Vieja que viene en una semana donde no compartiremos una cena que es intrascentente e insípida si no podemos acariciarnos por debajo de la mesa...nos faltamos el resto de los días, que son 363, mas un día en el 2012 que es bisiesto.

Pero lo que mas quisiera, lo que le pediría a Santa Claus que desearía que existiera hoy mas que nunca, sería que caminaras bajo el muérdago que no tengo bajo el marco de la puerta para que me besaras justo ahora que deseamos besarnos y no podemos.

Navidad ecológica



martes, 20 de diciembre de 2011

Mareas

Te me has metido en la sangre de tal forma que te me desbocas desde dentro.

Las mareas en mi cuerpo parecen la contracorriente marina ecuatorial que me tocó en el Pacífico un abril hace seis años cuando leía un libro con portada verde.
Se salen por los poros de mi piel, se van al horizonte, se pierden, me secan, y de repente regresan sin aviso, en oleadas chiquitas pero constantes y fuertes.

En ciertos momentos del día me haces sentir como esa niña de siete años que te conoció hace siete vidas en el mar Caribe, en otros me siento la mujer de ochenta y un años que alguna vez imaginó envejecer contigo en el Atlántico Norte.
Otros me siento de veinte bailándonos en la calle en un manantial dentro del pavimento de una avenida cualquiera.
Cuando hablamos me siento la de este presente de cuarenta y uno parada en el centro de la tierra, sin mares alrededor, con las manos levantadas hacia el cielo, tratando de alcanzar y tocar Orión para regalártelo.
O Venus.
O atraparte alguna estrella fugaz para metértela en el alma y que te llenes de sonrisas.

Trato de contenerme y contenerte y entonces me dices que jamás me dejarás ir cuando yo estoy con un pie fuera dispuesta a caminar sin voltear, sin dar un paso atrás.
Y entonces lo pienso solo un poquito y cambio de opinión medio segundo después que el terciopelo de tu voz se me envolvió ya en el cuello y en los hombros. 

Y siento como el viento que sopla, viniendo del Gran Cañón, me revuelve el pelo y me despeina mas que siempre, me cierra la puerta en las narices y no puedo mas que cerrar los ojos, contener lágrimas que no se si son de felicidad o de incertidumbre o de éxtrasis absoluto y disponerme con cada sentido a robarle un día a la eternidad.

Pero contigo.

Nuestra puerta,  abierta



lunes, 19 de diciembre de 2011

Orla

Desperté con la certeza de haber tocado a los personajes de mi sueño.

Eso fué hace tres noches y tres amaneceres, y como siempre,  se me van desvaneciendo las sensaciones y los colores se van difuminando.

A momentos me regresan pedazos de imágenes de quiero revelar y fijar en mi piel, pero en seguida se me resbalan de los ojos y de la memoria, trato de atraparlas y no sé cómo hacerlo, ni para qué,  así que mejor las dejo ir.

Ella se llamaba Orla en mi sueño.
Se llama Orla, cuando en realidad no tiene ese nombre.

Estás con ella porque no puedes estar con nadie más.

Me lo dijiste sin palabras mientras brindábamos con el Pierde Almas servido en vasitos de veladora con una cruz grabada en el fondo.
Yo exprimía los gajos de naranja enchilados en mi boca, tu solo tomabas pizcas de chile con sal de gusano.

Tu mirada no tiene miedo aunque me digas eso. Solo tienes miedo a perder tu estrella plateada, pero ya dejaste ir ese reloj artesanal que te marcaría un tiempo a destiempo.
Yo, mantengo mis estrellas de mar en la mesa de la sala.
Eran estrellas del cielo y las puse un día sobre la mesa, y el día de mañana seguramente las liberaré en un manantial o en el Pacífico.
No me pertenecen ni les pertenezco.

Y te dije en el atardecer de ayer con el pensamiento que ni soy tuya ni eres mío aunque estamos destinados a una eternidad juntos y separados desde hace varias vidas con una sola misión: que me enseñes y que aprendas de mi.

Además de jugar casi viciosamente nuestros ajedreces mentales, porque claro...yo soy tu Caissa, mientras que Orla, no es nada tuya, es una presencia eterea como lo son todas tus mujeres, excepto yo.

Y tu...
Tu eres mi  Bres de los Fomorians,  te dije anoche mientras te daba un castísimo beso en cada párpado para que durmieras sin que tu amigo el diablo te iluminara los insomnios.

Luna menguante sobre mi espiral





miércoles, 14 de diciembre de 2011

Gypsy beat

Seis horas de comida, cinco mezcales, dos copas de vino tinto y una "cascada tibia de chocolate" entre las dos, ameritaron que al cerrar mi puerta con la doble chapa fuera directo a la cocina con tres cosas en mente: un vaso enorme de agua, un montoncito de uvas rojas sin semilla de cena y prender el Palo Santo de la Viudita que se usa en caso de extrema necesidad.

Hoy no tenía tanta necesidad como ganas de simplemente respirar las volutas de humo color blanco que me iba pasando lentamente por diversos sentidos del cuerpo mientras recordaba las horas de plática continua y en cadencia con el que cantaba jaranas jarochas en la plaza mientras chupábamos naranjas con sal de gusano y chiles ahumados.

Y recordaba cómo, en varios minutos le narraba escenas de mi vida de los últimos días mientras ella me escuchaba fumando sin cesar.
Y después ella empezó a contar sus últimos días, que han sido mas o menos una copia al carbón de los míos.
Negativo y positivo.
Hasta que él llegó y entonces me levanté a pagar mi parte correspondiente de mezcal y vino y emprender la retirada que me llevo al estacionamiento y a pagar seis horas mas una fracción y mientras sacaba el billete de la bolsa de mis jeans soltaba un "¡ah chingá!" al cajero...
"¿tan rápido se nos acabó la tarde y comenzó la noche?"

Tuvimos que  dejar en pausa nuestra historia sobre esa mesa en la terraza, así pasa con la Gitana, que el tiempo parece no pasar del todo.

Y después del Palo Santo, me llego a refugiar y acurrucar en mi espacio que tiene los pétalos de cinco rosas desparramados en forma de cama, para dormir en esta noche agonizante de otoño, mientras no te encuentro en mi espacio vital.

Sol agonizante de otoño, nueve de la mañana

lunes, 12 de diciembre de 2011

Capítulos

¿Cómo se miden los capítulos, las escenas de vida?
Dicen: "se cerró un capítulo en mi vida"...
Y siempre imagino que se está cerrando un libro de pastas de piel, grueso, color verde bandera, con un listón cosido como separador.  El listón es rojo, satinado, y alguien, -no yo-, está dando vuelta a la última página, y esa última página, dice "Fin", con letra ligada, como la que me enseñaron a escribir las monjas cuando tenía seis años...

Y siempre es alguien más, -un hombre y una mujer que se miran lentamente y sonriendo-, quienes cierran el libro en esas escenas imaginarias que ya no sé si son sueños o algo que acabo de inventar justo ahora, porque hasta hoy, no estaba plenamente consciente de lo que era cerrar un capítulo en mi vida, tal vez era el libro de sus vidas, o ellos manejaban mis capítulos a su antojo, no lo sé...

Y no se bien a bien cómo se dividen los capítulos.

Podría no contar mi infancia y adolescencia...esas creo que sirvieron para abrir capítulos...

Y ahora parece que tengo hojas y hojas y no sé cómo acomodarlas: por eventos circunstanciales, por hechos consumados, por cancelaciones de contratos, por choques automovilísticos, por novios, por esposo, por pretendientes, por amores platónicos, por amistades truncadas, por cafés tomados durante una tarde, por pláticas en una calle empedrada con lágrimas en los ojos, por idas a bailar con amigas un jueves por la noche...

...Por hijos paridos, por mascotas enterradas o perdidas o regaladas, por paraisos encontrados, por infiernos apagados, por atardeceres que quitan el habla, por lunas eclipsadas, por terremotos vividos, por los nietos que aún no tengo...

...Por lustros, por semanas, por estaciones...

...Por historias escuchadas, por las contadas, por las escritas, por las inventadas, por chismes una tarde de lunes cada quince días, por botes de helado de chocolate consumidos de diversas formas, por envolturas de chocolate tiradas al bote de los inorgánicos, por galletas horneadas, por currys fragantes, por licuados de plátano a las seis de la mañana...

...Por cada cumpleaños, por cortes de pelo, por cambios de color de pelo, por cada vez que me corto las uñas, por pasteles quemados, por adivinaciones en el Tarot, por papeles de china quemados con deseos, por deseos jamás cumplidos, por libros leídos, por enojos, por carcajadas, por tristezas, por cansancios, por sustos, por veces que he cambiado las sábanas de mi cama, por cada fin de mes que me llega el estado de cuenta de la tarjeta de crédito...

No lo sé...

Solo sé que hoy, lunes por la noche, siento que estoy cerando un capítulo.

No sé cómo se llama ni quienes fueron los protagonistas, ni cuánto duró.

Solo siento, -siento-,  que se está cerrando, y que es uno importante.

Justo antes de que empiece el equinoccio de invierno, con todas sus nieves, navidades, fríos, bufandas, gorros e intentos de sobrevivir una aparentemente simple gripe mientras me dispongo a tomar un té...

Eso es.

Tal vez los capítulos se miden por las tazas de té negro Barrys o Lyons que he bebido a lo largo de mi vida.
Provisiones de té en mi congelador

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Miradas

Nunca me fijo en quien me vé o deja de ver, aunque tu dices que es imposible no darse cuenta.

Pero hoy dos veces me dí cuenta.
Se cruzaba en mi campo de visión y me estaba viendo.
Sonreía y yo le sonreía de vuelta sin darle mucha importancia.

Se llama Alex, lo conozco hace dos años, o mas. Nunca supe su nombre hasta que oí que él lo mencionó varias veces. Nunca me fijo en los nombres, me cuesta retenerlos.
Ese día todo el vino que me bebía mientras reía demasiado indicaba que no lo retendría, pero él lo repitió tantas veces que acabé por aprenderlo porque además se volvió mi cómplice de él esa tarde y esa noche.

A la tercera vez que giré y me topé con su mirada me dí cuenta que realmente me estaba viendo, y entonces no se porqué me puse nerviosa y desvié la mirada para mejor ver al viejito de la lavandería al otro lado de la calle.

Estaba aburrida, ellos dos hablaban y hablaban en un zumbido mientras yo solo podía pensar en mi.
No los escuchaba realmente, no tenía ganas.

Solo quería y quiero pensar en mi. 

Solo quiero solucionar el crucigrama que se me está escribiendo en el alma, el que estoy  resolviendo sin saber realmente cómo, sin diccionario de sinónimos a la mano, como mi abuela, que siempre resolvía el del Irish Times con su thesaurus de Oxford al lado.

Solo quiero llegar a escribir cartas en mi escritorio con el papel nuevo que compré y lacrarlas con el sello que hoy descubrí sin buscar, al destinatario que no se si quiera recibir cartas con mi corazón como remitente.

Me había quitado la pinza del pelo y estaba jugando con él. 
Ellos seguían comiendo, yo seguía ausente.

Y entonces Arturo aterrizó mi papalote, en el que estaba volando, y empezó a hablar de los dolores que sufren los hombres normales, comunes y corrientes por amores y desamores de mujeres aparentemente normales, pero que son únicas, interesantes y extraordinarias.

Me habló de esa fijación de ese autor que anoté en mi moleskine que está perdidamente enamorado del chino que se le hace en la nuca a la mujer de la que está estupidamente enamorado.
Del dolor que le causa en el corazón.
De la aflicción que sufre por esa pequeñísima área cuadrada de piel de nuca de una mujer.

Y me dijo que yo, jugando con mi pelo, desenredándolo porque apenas me lo había cepillado en la mañana,  se lo había recordado.

Y me preguntó si yo tenía chinos en la nuca.

Le dije que no sabía.

-Permíteme-, alzó mi pelo, observó mi nuca y me dijo, -si, si tienes, aquí los tienes-, y con el dedo índice recorrió con dos círculos y medio la pequeña área de mi nuca al lado derecho.

Ví que Alex seguía viendome y sonriendo desde su silla.
Me gustaba cómo me sonreía.

Le sonreí de vuelta, mientras en la mente le contestaba a Arturo, -te equivocas, tengo una espiral en la nuca, no un chino...-

Mi sello, mi lacre, mi papel de china para pedir deseos


lunes, 5 de diciembre de 2011

El canto de las ballenas

Me gusta en los meses de octubre.

Los agentes de viaje dicen que el mejor tiempo para escucharlo es de noviembre a marzo.

Mentira.

Tampoco dicen que el mejor lugar es San José del Cabo bajo los influjos de la luna llena...

Así las vi una vez. No. Así las escuche una vez. Eran diecisiete. Nueve hembras, tres bebés y el resto machos.
Ellas tenían el tono que te llega al alma. Ellos el que llegaba a la razón. Las crías el que tocaba el corazón.

Todo esto me lo explicaba una Sirena que asomada al balcón de esa habitación que daba al mar bebía conmigo una copa de Cabernet de Coahuila con tintes de eucalipto.

Me decía que ni soy papalote ni hablo con las estrellas del cielo.

Me abría la palma de la mano izquierda para leerme que yo hablo con otro tipo de estrellas...las estrellas de mar. Los nautilius me seducen pero las algas me dan fuerza, la arena de mar me provoca bailar cuando mis pies la sienten debajo, y la sal hace que la sangre me circule a pulsaciones extraordinarias y es por eso lo de la hipertensión que se controla con baños de sol en el Mar de Cortes y un susurro en el oído derecho que huela a aires de Guerrero Negro.

La Sirena se llamaba Merlina y maullaba de cuando en cuando porque recordaba haberse enamorado hace muchas vidas de un hombre que tenía la fuerza de un león y lloraba ronroneos mientras brindaba conmigo con una copa Riedel que brillaba como diamante sudafricano.

Me decía que nunca dejara de tener miedo pero que tampoco dejara de hacer las cosas que mas deseara... Y es así como supe que las verdaderas ballenas viven en el Pacifico y se bañan de recuerdos de todos los que nadan alrededor de Punta Cometa...

domingo, 4 de diciembre de 2011

La nube

Estoy a años luz. Estás a siglos luz de mi.

Ayer te lo dije, ayer me oíste pero no me escuchaste. Me entendiste pero no comprendes la dimensión de la lejanía porque no te la quiero explicar.

Hoy caminé bajo la lluvia, me tapé el frío, me escondí de la única nube que ocupaba el cielo entero.

Es la misma nube que no me ha dejado ver tu luna ni mis estrellas. La luna se me metió en los sueños y me acompañó mientras caminaba a lo largo de ese pueblo que llovía ausencias y diciembres. Me decía que el futuro me alcanzaría pronto y de forma incierta. El presente me cuantificaba los besos que te he dado, los faltantes y los que he recreado en mi boca y mojado con mi saliva, chupado con la lengua y mordido suavemente. Y son mas los faltantes porque tu y yo ya sabemos que nuestra eternidad está terminando...está tambaleando al borde de ese precipicio que hoy tiene forma de Puente de Madison County.

Se me tambalean los besos y se escapan formando rizos de aire húmedo con sabor a Golfo de México con olas que se marchitan débilmente en una playa veracruzana de arena negruzca y fría.

Mi sangre se trataba de acompasar a las leves gotas de lluvia que apenas tocaban mi cuerpo pero sentía lo empapaban de sensaciones sin nombre mientras a ti se te caducan los "te amos" en la punta de la lengua...

Me sentí ausente del mundo mientras trataba de soplar la gran nube y mandarla a Tierra del Fuego, solo porque seguramente tardaría mucho en darle la vuelta al mundo y regresar a mi hemisferio.

Salado, Tx, con la eterna nube

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Los círculos en las espirales

Mientras nos amanecíamos me susurrabas tus deseos al oído.
Te acariciaba la espalda, tu espalda que tanto me gusta recorrer de cabo a rabo.
El deseo nos inundaba los sentidos.
La oscuridad nos iluminaba los orgasmos.

Tu esencia fluía con la mía en ritmos caribeños. En abrazos que nos dábamos y que sin decirnos no queríamos que se nos acabaran...

Solo soy tuya por hoy.
Solo eres mío en el presente.

Pero al parecer, nos amamos de aquí a la eternidad y nos deseamos desde pasados inciertos.

Y no sé qué nos depara el destino.
No sé qué será de mi mañana...

Y al parecer no importa...

Solo tengo que sentir que se me sale la risa por los ojos al menos una vez al día, con eso basta...
Con eso basta mientras veo cómo se pone el sol en la oficina donde solo estoy conmigo y con nadie mas...
(mientras te deseo otra vez para susurrarte mis deseos al oído en un mañana que no sé cuándo será)

Mi puesta de sol en mi lugar de trabajo (con espirales)



martes, 29 de noviembre de 2011

Lágrimas de vidrio

Aixa se toca el pecho y siente un hueco profundo.

Camina arrastrando los pasos, siguiendo las huellas de los gatos. Detrás de ella siente la cola del vestido también arrastrando. Es de un shantung de seda bordado con pequeños cristales y perlas, tiene un delgadísimo encaje de Brujas y cruje a cada paso mientras sostiene un velo con el brazo izquierdo.  El color crema que nunca quiso ser blanco virginal, se ha llenado tanto de polvo que parece gris muerto y helado.
Es el vestido de bodas que ya no recuerda si usó o inventó haber usado.

Sus ojos verdes antes luminosos y llenos de sol ahora parecen dos negros charcos que bien podrían ser del tamaño del mar Caspio, ese al que nunca fué porque estaba demasiado ocupada saltando entre tejados mientras trataba de encontrar su sombra en el pavimento de las calles apenas iluminado por farolas casi fundidas.
Se pasaba noches enteras sobre techos de edificios, entre antenas parabólicas, cables, macetas hechas de latas oxidadas y jaulas de tendido.
Se disfrazaba con la ropa de las vecinas que ponían a secar y olvidaban bajar, se entretenía viendo maridos fumando en las madrugadas,  tristes y cansados asomándose por las ventanas sin saber si aventarse a la vida o quedarse encarcelados pagando una penitencia que desconocían. Le divertía ver novios escondiéndose de las farolas para meterse mano y besarse mordiéndose labios y lenguas mientras les temblaba el sexo a mil por hora.
Y se pasaba horas en paz atemporal acariciando gatos de ojos verdes, amarillos y azules que la seguían mientras veían nacer y morir lunas.
Y mas lunas.
Una tras otra, hasta que perdió la cuenta de cuántas lunas habían pasado y cuantos gatos habían dejado de seguirla.

La ultima luna que recuerda en este momento, con la mano helada queriendo aprisionar su corazón de vidrio soplado, es la que sucedió un día después de haber contado relatos y escuchado historias mientras comía helado de té verde con jazmín y daba sorbitos a un vino que le sabía a risa.

Había sido una luna tan brillante que se le hincho el pecho con taquicardias que sonaban como marimba yucateca.

La luna parecía un sube y baja perfectamente equilibrado.

-Tu estás en el lado izquierdo, yo en el derecho- y se rió divertida.

Al día siguiente la luna ya no estaba tan equilibrada, aunque seguía siendo igualmente perfecta.

Eso recordaba mientras seguía caminando en ese, su palacio de cristal.
Era frío como un noviembre agonizante en medio de un frente frío.
Como ese noviembre agonizante de otoño dorado con cara de huracán inventado en el Golfo.
Tenía paredes azules y ventanas deslumbrantes.

El palacio de Aixa parecía un amanecer invernal lleno de sol, sin una sola nube, pero frío como la soledad absoluta.

Aixa se despojaba de vestidos de seda brillante y de lino crudo, de anillos de esmeraldas, de relojes que marcaban un tiempo inútil, de carruajes decorados con estrellas plateadas, de billetes arrugados y monedas de oro y plata.
Todo lo tiraba por una de las ventanas que daba a una calle llena de grafitis color cielo y tierra, rebeldes y ansiosos.

Nada quería.

Estaba sola.

Su cama, que alguna vez había sido un paraíso rodeado de libélulas y mariposas blancas con alas de encaje tenía sábanas de algodones egipcios, mantas de lanas puras y perfectas, pero era la parte mas fría del palacio.

Aixa lloraba lágrimas de vidrio mientras seguía paseándose por su palacio diminuto y solitario.

Añoraba ese momento en el que prefirió no caer de un empujón a ese precipicio que la hubiera llevado a Punta Cometa. Al mar. A revolcarse en esas arenas no tan blancas.
A sentir el calor del sol del Pacífico.
A ver lunas menguantes y crecientes mientras las libélulas disfrazadas de luciérnagas le trenzaban en su recuerdo inventado el largo pelo.
A escuchar las olas del mar, mientras con una pluma Caran d'Ache y una libreta Moleskine imaginaba escribir relatos, con una pluma de halcón deteniéndole la gran trenza del pelo.

Y mientras, él, con sus ojos eternos, cuerpo perfecto y alma larga y generosa como el horizonte, rozándole la nuca con un beso, seguramente le hubiera dicho:

-Acompáñame Princesa, te espero en la séptima ola, vamos a nadarnos hasta el infinito como siempre lo hemos hecho-

Lágrimas de vidrio





viernes, 25 de noviembre de 2011

Pecado original

Yo no sé a quien se le ocurrió inventar esto de los pecados, yo solo sé que a veces me siento Eva y a tí te pongo el nombre y la cara de Adán sin existir el pecado original.

Nuestro paraíso existe en un bosque recurrente en mis sueños.  Ese bosque huele a mar, y en el suelo húmedo y negro hay estrellas de mar y fósiles de nautilius. Los árboles son altos y los tocamos con las puntas de los dedos mientras los recorremos flotando en ese sueño que no es tan recurrente como lo es tan fiel y permanente.

El mar está a distancia de un parpadeo y medio paso tuyo, pero uno mío...
Es un mar calmado.
Tiempo atrás empezaron a aparecer pedazos de vidrio que las olas han ido puliendo y dando formas redondas, ovaladas, hasta formas de corazón he encontrado alguna vez.
Me gusta tocarlos y ponerlos al sol para ver como se desdoblan puntitos de miles de tonalidades en verde o ámbar,  o azul o blanco.
A veces no me doy cuenta y han pasado horas o tal vez días, y entonces vienes tu y me das un beso en medio de la nuca, justo donde empieza y termina mi columna vertebral, dependiendo de cómo quieras recorrerla ese día con la punta de la lengua mientras acaricias mis hombros, o pechos, o simplemente posas las manos abiertas en mis caderas y me susurras justo eso que quiero oír.

Y entonces nos abrazamos para bailar, las olas hacen la música, la luna es el DJ, las estrellas esas esferas setenteras y cuando nos damos cuenta ya pasaron doce años en un abrazo bailado...

Solo existimos tu y yo en ese paraíso que huele a Merlot, aunque hay esencias vaporosas de dos que son uno.

Tu y yo.

Estamos vestidos pero sin ropa, perfumados con el olor a sal del mar que toca nuestros pies descalzos. Estamos quemados por el sol, pero nuestras pieles son suaves y eternas.

Entrelazo mis dedos lentamente con los tuyos, veo un albatros con las enormes alas abiertas secándose en una piedra en el mar, siento como respiras tranquilamente y trato de respirar a tu ritmo.

Trato de soltar, de entregar, de olvidar, de sentir, de romper, de no cuestionar.

Un rayo nos alcanza, termina la canción que estamos bailando, abro los ojos...

Y...

Uno de mis bosques


miércoles, 23 de noviembre de 2011

Sueños estrellados

Desperté a las cinco habiendo repartido unas cuantas estrellas.

Me senté sobre la cama, y prendí la lámpara de papel, puse la cubeta que me diste en el piso laminado mientras veía las espirales que adornan el buró junto a la foto en blanco y negro.
La cubeta, -ni te la imaginas porque no la viste siquiera-, es de madera clara con cinchos de fierro viejo.
Así la escogí.

Estaba cansada, muy cansada.
Y empecé a recordar.
Apenas cuatro horas antes me habías dado una cubeta para poner mis estrellas.
Unas las convertí en estrellas de mar y las puse en la mesa de la sala.
Otra se la regalé a él. Otra a ella. Una la mandé a la Selva Lacandona y otra a Punta Cometa.
Las aventé con todas mis fuerzas y con un grito.

La línea del tiempo se extendía en un horizonte que abarcaba los pies de mi cama y se perdía a lo largo de mi columna vertebral hasta el centro de la nuca donde me pegó un escalofrío.
Mi cuerpo se sintió pariendo una vida como hace dieciseis años.
Mi alma se sintió de una pieza.
Mis pies de plomo.
Mi sonrisa se empezó a reír como como anoche se reía contigo, con ganas de un té y de echarte tres besos volados.
Y además, en el sueño donde se nos venía encima la lluvia de las Leonidas en tu ventana, hice una lista con los tres regalos que me vas a regalar

Sweet sixteen Foto JI



lunes, 21 de noviembre de 2011

Viendo la vida pasar

Sentada en los escalones de la chocolatería, veo la vida pasar.

Le doy un traguito al frappé de chocolate oaxaqueño que es lo mas parecido a un delicioso orgasmo en ese momento. Se deslizan los pedacitos de hielo por mi garganta junto con los trozos de cacao casi naturales y empiezo a liberar las endorfinas que necesito para el domingo de desfile, el domingo hueco de ti, el domingo lleno de sol que me pega sentada en ese lado de la calle con la cámara en el ojo dispuesta a robarme las sonrisas y sudores de todos los que pasan en el desfile revolucionario del que ahora siento como mi pueblo, ese pueblo que me libera los fines de semana de ti y de mi y de nosotros en nuestro imposible.

Siento por la columna vertebral todas las lágrimas que lloré como escalofrío eléctrico y vibrante. Siento el atado de hierbas quemadas la noche anterior como un enorme cigarro erizando los vellos de mis brazos, siento la presencia de mis abuelas abrazándome una a cada lado, sudo un poco de Chenin Colombard que aún queda en mi sistema con sabores a mar californiano y a flores blancas, escucho con un segundo sorbo de esta bebida a los dos gatos que he visto brincando por el techo todas las noches, recuerdo al gallo que me despertó a las cinco de la mañana y acompaso mi corazón a las campanas de la Capilla de San Sebastián que empiezan a sonar a las seis en punto, mas puntuales que el mismísimo Greenwich.

Me siento bruja, me siento sirena, me siento cabrona y al mismo tiempo me siento la mujer mas débil de la banqueta, de la cuadra entera, donde pega el sol, y la de enfrente donde está todo el público esperando el desfile...

Así que me levanto, prendo la cámara y comienzo a robarles la sonrisa a todos los que se cruzan frente a mi banqueta, por mi camino, en esos instantes de nuestras vidas.

Si...porque además de todo, también me siento muy ladrona...



Desfile 20 de noviembre, Tepoztlán


viernes, 11 de noviembre de 2011

Apariciones

Hoy se me apareció en medio de una foto,
Después crucé sin querer ese camino que tenía sus huellas frescas.
La música de la tarde me regresó a una noche sin olvidar, y mientras nada mis mares me decido a esfumarle del día que invadió por invitación mía.

Y resulta que la luna de hoy, que empieza a caerse de tan llena que estuvo ayer,  me trae mareas de recuerdos de algo que ya no conozco, de alguien que ya no existe.

De mi.

Prendo el Palo Santo en la tarde murmurando algo que ni yo puedo escucharme para expiar algo que hoy intenta oprimirme el corazón...
Le pongo cara y nombre a eso, y se llama "una gran duda acerca de un porvenir cualquiera".

De mi porvenir.

Y mientras, ese de los ojos verdes me dice:

-Espero que pronto dejes de preocuparte por los demás y comiences a preocuparte por ti misma, si no, nunca te vas a curar-....

Y decido por segunda vez en el día algo...

Nadar en el mar antes de que termine este año que tiene un once como el día de hoy...

-...Acompáñame Cielo, y entra conmigo a la séptima ola, y no regresemos jamás...-

En medio de esta foto. Tlaxcala.

lunes, 7 de noviembre de 2011

Equilibrio

Y cuando entro en delirio, me apodero de toda la magia que se me pone en frente, se me exalta el alma y el cuerpo, quiero comerme el mundo, y entonces me voy al lugar mágico a reencontrar el punto de equilibrio que muchas veces no quiero encontrar.
Y el sol se apodera de mi, y la montaña me acaricia. El viento me mece en la hamaca, las mariposas blancas que parecen pañuelos de lino calados se atraviesan por mis ojos...

Me voy al mercado y me topo con las zarzamoras que necesito para hacer la mermelada que se me antoja, con hierbas de olor frescas para hacer esa sopa que me reconfortará, con el Chamán que me da varitas de Palo Santo traído del Amazonas en Perú y me dice que tengo algo atorado, que vaya al monte con él y me hará una limpia; mis pasos se cruzan con la viejita de los nopales y termino con el del queso y los huevos orgánicos que cargo junto con las zarzamoras con mucho cuidado para que no se maltraten.

Y termina el fin de semana, y añoro tus manos y tus ojos, nuestro paraíso inventado, y me entretengo con el cielo mientras me pierdo en tu sonrisa que parece tan eterna como lo que se me atraviesa en la carretera...


La nube que me sigue con el sol detrás

domingo, 30 de octubre de 2011

Tres

Somos las tres espirales: tres sonrisas, tres carcajadas, tres por siempre, desde siempre.

Dos en mi reflejo. Foto JI

jueves, 27 de octubre de 2011

Destino y oráculo

Decidí ponerle cara, forma y color a mi destino.

Le puse cara de viento y color de árbol en medio de ese bosque que es solo mío y que está junto al mar, lo aceleré a velocidad de un lobo en medio de la tundra, y decidí que lo puedo tocar cuando se me da la gana...
Cuando se me da la gana de pedirle deseos escritos en papel de china quemados,  le veo forma de maceta con una orquidea blanca. Virginal. Etérea y frágil.
Anoche le puse cara tuya recostada a centímetros de mí en la misma almohada mientras no me quería ir a dormir.
En la mañana se disfrazó de sol otoñal que me deslumbraba manejando a 8 grados en medio de un frente frío que venía acompañado de un huracán que quiso llamarse Rina pero que se deshizo a medio camino porque me vió la cara de deseo contenido junto con mis negras intenciones.  Rina se dió la media vuelta en el Mar Caribe porque le entró un temor sin nombre al leerme en la frente el destino.

El oráculo mío, ése que es mío y de nadie mas, que mis dedos lanzan con tus runas, tiene forma de corazón.
Un corazón al que le nació un estigma cuando un Druida me vió de reojo hace un siglo y medio.  Hace tres siglos un Sacerdote Mulato lo hirió de muerte pero sobrevivió porque se creyó que tenía mas vidas.
Con esa mirada de reojo, el Druida le lanzó un rayo incandescente y lo rozó.

El lunes me dijeron con aparatos de última tecnología que la minúscula herida, el nano-rasguño, cicatrizó un día mientras compraba frutas en el mercado. -Que nunca me di cuenta-, dijo la sacerdotiza disfrazada de radióloga que parpadeaba con pestañas postizas que hacían un ridículo contraste con su blanquísima y deslumbrante bata bordada con su nombre.

Estás lista para cualquier aquelarre.  Estás lista para sobrevivir a cualquier tropiezo. Tienes los latidos suficientes para desear lo que quieras, mas no para obtener lo que deseas.  Tal vez no sea tuya esa cara en tu almohada, -ahora no lo es-, me dijo con otro largo parpadeo, -tal vez nunca lo sea-, pero ya tienes el poder de decidir cómo, cuando y hasta donde.

Y si.
Ahora sé que de verdad tengo y he tenido muchas vidas y que soy una mujer libre.

Lo sé en este instante mientras echo tus runas y las mías sobre este corazón...

Y cierro los ojos...no quiero por ahora leer lo que dicen nuestras runas, que son las más sagradas que mis dedos han tocado, y solo me detengo a escuchar campanas repiqueteando alrededor de mi esencia mientras le pongo cara al destino de ventana que da a esa montaña sagrada, que es mía y de nadie mas.

Ventana a mi Tepozteco, foto S

sábado, 22 de octubre de 2011

Desajustes

Yo lo que necesito es que me desajustes las entrañas, que me revuelvas el pensamiento,  des carpetazo a  mis reglamentos personales, borres mis estigmas, paralices mis sentidos, me excomulgues de mi propia religión, caduques mis prioridades, rompas los contratos establecidos con mi alma, provoques mis neuronas, finiquites mis saldos insolutos, te cases con mi infancia en bienes mancomunados y con mi vida adulta en separación de bienes, estabilices mis tensiones arteriales, dejes mi boca en carne viva de tanto besarme, me borres las pecas con el aliento, deslaves mi tatuaje en lentitud apasionada, fotografíes mis miradas, encajes en mis auroras boreales tus pasiones, redondees mi tacto para acariciarte en círculos perfectos, perfiles mis suspiros por ese camino largo que se pierde en el horizonte, nades por mis lágrimas, flotes lentamente por mis caderas, acaricies esa parte de mi cara en una vertical infinita, deslices el índice por mi ceja izquierda, dibujes mis visiones, leas entre-líneas las líneas de mi mano, hundas tu cara en mi pelo recién lavado y cortado, te pierdas en mi mientras nos encontramos en nosotros...

Necesito que lo hagas, pero te evaporas en un parpadeo, y cuando abro los ojos no estás para respirártelo y susurrartelo lentamente mientras me callo con un grito en la mirada, que necesito lo hagas siempre,
que la vida se nos está escapando en un sueño,
a cada instante,
a cada inspiro
y
a cada suspiro...

En Coyoacán, meses atrás.

lunes, 17 de octubre de 2011

Espirales rotas

Reventando olas en mi playa
Pusiste el anillo de plata en mi dedo medio.
No dijiste nada, solo sonreiste...
Nunca dices nada, siempre actúas las palabras.

Te dije -son espirales rotas-

Contestaste, -no, son espirales inconclusas-

Hablas con los ojos, sorprendes con las manos.

Así, un día me dijiste las palabras que quería reventaran como olas en mi playa.

Así, otro día dijiste: -somos el yin y el yang...pero estás hecha  a mi medida...-

miércoles, 12 de octubre de 2011

Resucité

Llegaba al extremo placer cuando paralelamente llegué al extremo dolor.

Alguien quiso hacer añicos mi cráneo, alguien inflaba mi cerebro.

Explotó mi ser.

Y pasaron horas y minutos y eternidades chiquitas y sentí miedo.  Miedo a morirme.
Era miedo extraño. Me parecía mas bien una estática dentro de la explosión craneal.
Tenía que hablar con el notario, dejar claro que los niños eran los herederos de mi no-fortuna, quien debía cuidarlos y cómo.  Esa era mi mayor preocupación.  Tenía que abrazarlos fuerte y profundamente. Eternamente, a los dos al mismo tiempo. Tenía que reírme con ellos, teníamos que ir mil veces mas a Tepoz, tenían que comprar con los hippies lo que quiseran con el dinero que haría aparecer por arte de magia. Me faltaba hablar con Esteban más de e.e. cummings, escucharle cientos de veces más la única canción que toca en el ukulele, verlo ganar una regata, tenía que llevar a JI a las clases de solfeo y guitarra muchos años más y despertarlo otras tantas cuando se queda dormido en mi cama, escuchar sus larguisimas historias, y escucharlo reír a carcajadas como solo él sabe hacerlo.

Decirles a los que amo, que los amo era mi segunda preocupación.

Sabía que no pasaría, pero sentía que podía pasar...
Y supe que no era miedo...era algo que no puedo definir, tal vez cuando deje de dolerme el cerebro y pueda pensar de nuevo, pueda encontrarle las palabras...

Y decidí que lo que tengo, no se llama high blood preasure...se llama high mood pleasure...

Eso es resucitar...

jueves, 6 de octubre de 2011

Paraíso intermedio

Mencionó la palabra paraíso y revolucionó mi cabeza y todos mis sentidos con todas sus sílabas.

Eso fué a las once.

A las cuatro estaba instalada en un paraíso terrenal inventado, navegando aguas conocidas casi desde que llegué a éste mundo. Conté seis garzas, dos pelícanos, ví lirios sin flores en varios tonos en verde pálido que flotaban petulantes y casi podía tocar.

El cielo entero, que tenía cinco cumulus nimbus, me pegaba en la espalda, la risa se me desataba desde el plexo solar junto con una felicidad que me imponía pero al mismo tiempo me aletargaba...y me empecé a emborrachar con ansiedad por pasar al siguiente nivel en ese paraíso.

Susurré y suspiré.
Me encontré en un estado antes desconocido.  Una de las garzas me decía que faltaba aún más.  Los peces y libélulas nadaban y volaban alrededor escuchando y hablando idiomas inconexos. Dí unos sorbos a ese vino ámbar, toqué mi cabeza, sentí el pelo y lo enredé en mis dedos queriendo hacer un cairel prolongado...seguramente porque alguna espiral quería salirse de mi sin saber que no podrá nunca.

El tiempo que no pude contar terminó, para seguir en color rosa por ese camino al que había llegado con los ojos vendados.

Una pareja, en pleno estacionamiento descubierto, en un convertible se besaba y acariciaba.  Casi lujuriosamente.  Desordenadamente.  A las cuatro de la tarde. No había mas universo que ellos dos. Destilaban alcohol que llegaba con pequeñas corrientes a unos metros, allí donde los veía, detenida quierendo asirme a tu mano para siempre.

Y comiencé a caminar el camino al paraíso casi absoluto, a ese que no sé si está en el limbo, si está empezando, si es mas grande de lo imaginado, o mas perfecto de lo conocido hasta ahora, que fué ayer, y que parece que se extiende en una línea imaginaria, larga, que he perdido de vista, en el tiempo...

Navegando el paraíso intermedio

lunes, 3 de octubre de 2011

Plomizo

"El lunes, -me lo dijiste y no te lo creí-, amaneció plomizo".

El plomizo se me fué a los pies, sentía que los arrastraba al caminar, y que el cielo y sus plomos en forma de nube eterna me pesaban sobre los hombros.

Me sentí ausente de ideas, vacía de tangibles, apoderada de deseos sin nombre.

Me sentí hueca, y me asusté como cuando soñé esa pesadilla con gatos, cadenas y ladrones, esa que soñé el sábado durmiendo con la cascada detrás de mi cabeza, la que me conforta y que ahora me inquieta.

Decidí sentarme bajo la palmera, a estudiar lo plomizo, -tan plomizo-, del cielo, a cerrar los ojos y dejar pasar algunos segundos que no conté.

Y empecé a sentir un débil rayo de luz traspasando mis párpados, derritiendo el plomo sobre mis hombros, aliviandome de pesadillas y formando tangibles en mi ser.
Y te sonreí, después de sonreirme.

Autofoto en tu reflejo, plomizo sobre supuesta gelatina

jueves, 29 de septiembre de 2011

Resucito

Y me reencuentro.
Desde el centro de mis espirales, desde el comienzo de un otoño que me sabe a almendras y que veo en dorados deslumbrantes.

El tiempo, me dijo él, apenas ayer, no existe, es un instante, al que vamos y regresamos.  A ese instante, agregué, voy de ida y vuelta en sueños -despierta y dormida-.  Muero y renazco sin darme cuenta. He mudado piel cuando duermo de verdad, los ojos me cambian de color, a veces parecen aceitunas obscuras y otros días parecen semillas de cacao. A veces me muevo ligera, otras noches me pesan los sentidos. Hay instantes de inquietud incierta y otros de paz que se prolongan hasta un infinito invisible e inasible.

A veces camino segundos que han sido largos kilómetros, hay ratitos en los que leo una línea en un pasaje, y cuando me doy cuenta fué un libro de 1,345 páginas.

Algunos lunes, o martes, comienzo a seguir el ritmo de una nota, -un do, o re o sol-,  en la voz de ellos que me acogen en sus brazos, parece un instante musical que se pierde en el cubo del edificio, mientras doy la vuelta al calendario de la cocina tomando una taza de té negro y descubro que han pasado dos meses, o seis o veinte, y ellos siguen allí...creciendo y rodeándome de voces, ellos, a los que en un instante concebí, y nacieron de mi ser en dos descuidos que duraron un parpadeo de once y otro de siete horas.

Pasan ciclos en mi cuerpo, renuevo mi femineidad en periodos dolorosos, a veces largos, otros cortos, a veces al mismo compás de la luna, siempre caprichosamente, al ritmo de vientos que soplan allá donde tu estás, o acá donde digo que yo estoy.   Recorro selvas y duermo en playas que aparecen en mi memoria como un sueño, pero que me creo que toco con todos mis sentidos.

Y amanezco, y busco entre las sábanas restos de tu inexistente aroma, restos de mis sueños, trato de escuchar suspiros, de comerme los recuerdos, saborear el futuro y me duelo de lo que debe dolerme para seguir resucitanto...


Me busco en un instante de tiempo, y me encuentro en una vida, que está hecha de sueños, -despiertos y dormidos-.

Tepoztlán. Foto: E

miércoles, 18 de mayo de 2011

Adiós


Si. 
Todo mundo dice: el tiempo y la distancia.

Mientras escribo esto, el tiempo pasa.  
Pasan segundos que se acumulan, se engrosan, se regocijan caminando como gusanos medidores que después se llaman minutos y después años y después vidas, épocas y eternidades.

La distancia…
La distancia siempre es la misma. Del punto A , al punto B…
¿De cual punto A, a cual punto B?
Todo es relativo, todo es física y matemáticas…y como tales deberíamos ser robots.
Todo debería ser ciencia y no humanidad.
Debería ser razón y no corazón.
Cambiarnos un chip.
Estoy triste: mete un USB en el puerto C que está en la oreja derecha que diga “Ponte feliz, by Windows”
Tengo sueño: descarga la actualización "descansado" 2.3.009 que se instalará en el colmillo inferior izquierdo.

Brigida nació por un motivo y se suspende por una razón.

Los espirales necesitan reparación. Necesitan aceite, unos engranes se rompieron, alguien los aceleró, yo les dí máxima velocidad, un botón de emergencia bloqueo el movimiento y se quemó el motor.
La cadencia empezó a moverse arrítmicamente. La música que se escuchaba era Take Five, pero yo bailaba la Cumbiera Intelectual
Y entonces, las caderas me dejaron de funcionar armónicamente.
Las pecas empezaron a borrárseme cuando dejé de nadar con tanta frecuencia.
Mis sonrisas eran invisibles cuando sentía claramente que eran de dientes que ahora me arregla el dentista con signos de pesos en las pupilas.
Mis manos no quieren sostener mas tazas de té negro, han cambiado por el café y últimamente me he vuelto aficionada a jugos con conservadores "naturales" porque mi sangre siente la necesidad de adrenalina en forma de glucosa en el sistema circulatorio.
Me sentí bella y poderosa. Me sentí dueña de la Primavera y del Invierno.
Nunca, nunca, me dí cuenta que los dientes de los engranes estaban rechinando dolorosamente.

Mi par de ojos llevan varias semanas o meses sin ver claramente. 
Me pongo unos lentes de cerca para ver de lejos y unos oscuros por las tardes, cuando se mete el sol, que es cuando la hora bruja me ataca desprevenida.

Mi fuerza está aletargada, se está estirando confundida porque se despertó en el cuerpo de una mujer.
De una simple mujer.
De carne y hueso.
Con estrías de dos partos. Con más arrugas alrededor del ojo derecho que del izquierdo.   
Con pies que se tropiezan todos los días por maldición genética.
La fuerza es zurda pero la que escribe estas líneas es derecha.

El alma está allí. El cuerpo sobrevive. La sonrisa está puesta. Las ganas de tomar té siguen.  La alberca me extraña. El mar me espera. El manantial en ese pedazo de selva me habla todas las noches para calmarme.

Es solo que…

Es solo que hay que recomenzar espabilando el cuerpo.

No sé para dónde dar el primer paso, no sé de donde colgarme el dolor de la ausencia de mi punto A  a tu punto B.
Tienen la misma distancia, la han tenido siempre, pero hoy no me lo parece...y estoy parada sobre la letra A…no, ¿la mía es la B? ¿la B de Brígida?
¿Será que siempre fui el punto B?

Brígida es linda.
Es una gordita feliz con los cachetes rosados como Heidi.
Es la Diosa de la felicidad, la libertad, la fuerza y la pasión que me llegó un 1 de febrero, un Imbolc. Me habló, me acurrucó, me consoló…se hizo poderosísima cuando leyendo cosas japonesas y comiendo sushi ya medio borracha de sake tibio leyó haikús y pensó que no había nada mas bello que leer historias enormes al ritmo del 5-7-5

Pero yo estaba distraida haciendo nosequé y se tuvo que ir de emergencia a un sitio en Groenlandia sin aviso.

Hoy en el correo (el correo de verdad), me  encontré un sobre (de mentira) color berenjena que tenía rotulado con tinta china (como de pluma Sheaffer con tinta Parker negra) mi nombre: "Steffie"
Olía a té y a jengibre…
Decía:

Steffie:

Inscribete a un diplomado en Creación Literaria en el Centro Cultural Condesa.
Toma el taller de cerámica y haz un florero y un plato grande y píntalo de verde para servir ensaladas.
Si no quieres regresar a la alberca por un tiempo, no lo hagas, pero entonces activa el podómetro de tu ipod y lánzate a caminar y a caminar y a caminar.
Regresaré, pero no sé cuando.
Te dejo miles de besos para todas estas noches en que te sientas triste…pero tienes que entender que no lo estás, que estás contigo y tu tienes que aprender a besarte, a acariciarte y a conmoverte contigo misma.

B.

Y ahora...
Y ahora con oleadas inestables, intermitentes e incoloras de dolor, de incertidumbre, de distancia y de amor truncado, parece que me digo adiós con un pañuelito blanco en la mano derecha. Es de lino, de lino irlandés, y me veo vestida también de lino blanco con un sombrero de paja ancho que tiene un listón púrpura con luciérnagas encendidas, despidiendo un barco sin nombre pero con rumbo, en el Golfo de México, en el Puerto de Veracruz, en donde la corriente del Golfo hace un remolino con el agua del Atlántico y le inyecta calor que llega al punto A...donde estás tú...

Y me seco con una esquinita del pañuelo donde descubro una espiral bordada con hilo de seda lágrimas dulces, dulces en 5-7-5, dulces como un vermouth de grifo, frías como un beso aspirado y largas como una gota de lluvia siliconada arrastrándose en la ventana de mi sillón anaranjado en una tarde de verano.
Y en mi muñeca, mientras hago estos movimientos, suenan los cascabeles de una pulsera invisible, -al parecer es una pulsera mágica-, que protege a quien la trae puesta...


miércoles, 11 de mayo de 2011

Ocaso

Lo sé desde hace tiempo pero no lo quería pensar, mucho menos escribir.

Sé que tengo que desprenderme de mi, dejar de aferrarme a esa parte mía que a veces no sé ni cómo és, de qué color ni a qué sabe.

Hoy por la tarde pensaba en los hilos invisibles que me han conectado a personas desde hace...
No sé...
Desde el 2008, "año radical" -anoté en mi agenda...
Pero no sabía que era "año del ocaso"
Eso lo sé hoy. Tres años y medio después.

Pero los hilos...

No sé quién los teje, quien los anuda, quién decide que tal o cual irá atado a cierta persona por cierto tiempo...algunos mas gruesos, otros que parecen una hebra sílfide, debilucha y aparentemente insignificante.

Algunos hilos los he soltado yo sin trabajo.
Otros me los he anudado mas y mas, sin darme cuenta que a quien ataba del otro lado ya se había soltado, incluso se había ido, y yo preocupada en los nudos marinos, silbando tonadas bucaneras, ni enterada.
Otros, apenas me he dado cuenta de su existencia, pero hoy, 2011, siguen atados, milagrosamente atados...y ahí están los y las pobres atados, siguiendo mis pasos en ese camino aparente que no es mas que un laberinto en espiral.

Y yo...

Yo siempre hablo de mi. Siempre escribo de mi. Siempre me veo en los demás.

La cuestión es que éste lunes, mientras manejaba al trabajo hablé una especie de mantra largo o una magia o un deseo profundo: "quiero que esta semana sea excelente, de aquí para adelante, cosas nuevas, nada aburrido, todo el engranaje tiene que cambiar de fondo, tengo que hacer espirales con esos hilos que me atan a ti, a mi, a él, a ella, para renovar esas conexiones".

Y yo...

Tengo que dejar de encontrarme en Brígida. Tengo que dejar de describirme inútilmente en un diario de todos y de nadas que tienen que renovarse o morir.

Y yo...

Y yo...

Ya me aburrí del yo...

Y no sé por dónde seguir, el camino parece que está en monotonía absoluta y en reparación...

Y hoy no se qué retratar: no hay caminos en reparación, no hay fotos de hilos invisibles... ¿cómo se retrata un "ocaso", un laberinto imaginario, o un pensamiento esperanzado queriendo aniquilar un pensamiento monótono?

lunes, 9 de mayo de 2011

El camino después de la marcha

Pasé horas después, y aunque ya no había nadie caminando, su huella seguía allí, en los grafitis nuevos que leía y fotografiaba en ese, mi camino diario.


Viveros  Foto S

Viveros bis Foto S



Esquina roja  Foto S

No + Sangre Foto S

La Cineteca sin tanques Foto S

IPhone & Nike sin sicarios para Mamá Foto S

Bajando el puente sin violencia Foto S

Atardecer contradictoriamente pacífico Foto S

domingo, 8 de mayo de 2011

Misterios de domingo

Me despierto soñando que saldré de viaje. Que voy camino al aeropuerto y no llevo pasaporte, no llevo dinero (pero si tarjeta de crédito, grave error aún en sueños), encuentro cinco euros tirados en el piso (¿euros en México, ni siquiera se si a donde voy acepten euros, pero bueno, están mejor cotizados que el dólar...)
Pero en sueños me siento mal y de malas.
Colicos y dolores de muela desde ayer.

Y ruidos extraños de Merlina.
No juega con esa pelota infernal, ni ataca los sillones salvajemente, ni hace saltos que no veo pero sé perfectamente cómo son: como los de Crouching Tiger, Hidden Dragon,  ni tira al piso una de las estrellas de mar, ni esa cajita de estaño con porcelana.
Pero sé que juega con algo.

Una ramita de epazote.

Si, la usé para cocinar champiñones el viernes, pero guardé el resto seco en una bolsa de plástico en la alacena: imposible que la haya sacado.
Lavé los platos anoche, no quedaron restos de epazote en el fregadero.

A alguna hora de la madrugada se la quité y la tiré al bote de los orgánicos.

Al amanecer otra vez. Solo que no me levanté.
Otra ramita de epazote en el piso de la cocina mientras entraba a hacerme un galón de té negro, -al menos-.
Solo puedo pensar que se parece a esa pastor alemán de 1Q84 que come espinacas.

Y ahora, tan campante, viendo pajaritos por la ventana, mientras recibo una llamada diciéndome que es un domingo por la mañana precioso "no hace calor pero hay sol, no hace aire pero sopla ese viento fresco tan rico", y solo puedo pensar que estoy sitiada en mi propia casa, rodeada de manifestantes por la PAZ que no sé a qué hora terminaran de pasar para yo poder salir y sentir el aire fresco pero no tan frío de domingo de mayo.

Misterios de domingo que tiende a parecer un extraño domingo de mayo.

Merlina y su ventana Foto S

sábado, 7 de mayo de 2011

Añoranzas

Hay ciertas cosas que añoro de antes.
Creo.
De hace tiempo, de esa época. De esa vida.

Muchas otras no.

El caso es que las tengo bloqueadas, parace que se fueron difuminando espontaneamente.
Obligadamente, inconcientemente.

Al principio parecía una vida paralela, pero ahora se ha extinguido.
Como los dinosaurios.

Mi mundo era una pangea sin reglas y sin fronteras.
Ahora es una sola isla, -esta vida-, rodeada de mar.
Mi isla. Mi cuerpo, mi esencia
Con playa blanca. Con mar azul Caribe o Pacífico, -depende del mood-.
Con tres palmeras. Con hamacas.
Con una palapa para cuando me harte del sol.

Claro, que cuando viene el huracán, se anuncia con ese espeso silencio, con esa bruma nublada donde no llueve. Con los sentidos agolpados en un solo lugar en mi estómago...-a eso que llaman estrés, gastritis o úlcera-, pero que no es ninguno de esos términos clínicos en mi.

Yo lo llamo recuerdo inconsciente. Mal sabor en vías de extinción.

No añoro nada de antes.
Dejé ese antes y no sabía la razón.
Hoy la sé.
Pesaban más las cosas que no me gustaban que las que me gustaban.

Ahora, es tan fácil como sentir y saber que nació en mi la voluntad para decir: "si quiero o no quiero"

(antes ni siquiera se me ocurría preguntar/contestar eso)

Puesta de sol en Nirvana. Foto S

jueves, 5 de mayo de 2011

El viento

5.8 grados Richter a las ocho de la mañana
Olor a flores no identificadas a las tres de la tarde
Lluvia queriendo explotar a las siete de la noche

Todo en el mismo lugar, sentada en uno de los bancos de mi blanca cocina
En un jueves cinco de mayo, dia en que los mexicanos
ganaron a los franceses hace muchos años
Todo, con un viento extraño de mayo

(Tal vez por única vez en la historia de la humanidad, -lo de los
franceses, y lo que pasó hoy en mi cocina-)

Cocina blanca Foto S

martes, 3 de mayo de 2011

Primavera

Altamente selvática
Electricamente nublada
Obscuramente soleada

Intimamente calurosa
De besos fríos y secos
Jóven y  acabada
(cuando apenas parece que está naciendo)

Primavera nublada 9:30am Foto S

sábado, 30 de abril de 2011

El robo del mes de abril

Me siento casi a las ocho a tratar de escribir algo, lo que sea.
No tengo ganas.
Lo que salga, me da igual, no importa...
¿a quién le importa?
(a mi, solo a mi. Siempre me ha importado solo a mi)

Le queda poco por terminar al día y al mes.
Cierra triste, cierra nublado, cierra nostálgico.
Los niños a punto de llegar a ese diabólico domingo previo a inicio de clases.
Y como avalancha me dejo llevar con ellos.
Películas de Cohen esperando, 1Q84 en delicioso clímax en forma de linea horizontal.
(japonés, tenía que ser, a veces hasta me sabe a sake esta lectura)

Yo.

Yo, con el futuro incierto en las manos.
Con preguntas sin respuestas.
Los por qués y los cuandos ya no los pregunto.
Ya no me los respondo.
Los silencio.
Los evaporo.
Los desgarro en medio suspiro, y hoy con varias lágrimas
(parecen hormonales, pero no lo son...)

Solo me ocupo de terminar el mes.

Mañana ya vendrá y se llamará mayo.

...Y aquí estoy yo sin ti...
(¿esa también la canta Sabina o la acabo de inventar?)

miércoles, 27 de abril de 2011

Cuando alguien te toca con su afortunada mano

A Leidi la tengo en mente desde hace días.
Traté de recordar la última vez que me llamó; fué en diciembre, -creo-, parece que el tiempo ha brincado entre pasado, presente y futuro extrañamente los últimos meses.

Pero desde hace días estoy pensando constantemente en ella y hoy decidí localizarla.

Es algo complicado encontrar a alguien que vive en medio de la Selva Lacandona,  en medio de  una "Reserva de la Biósfera" (eso siempre me ha sonado a que encontrarás científicos caminando por ahí haciendo estudios del aire, agua y tierra, o que es una zona cercada por una burbuja enorme de algo entre silicón o grenetina a punto de cuajar, o un espacio sin fronteras delimitadas celosamente resguardado por Greenpeace)

Ninguna de las anteriores.
Llegando allí, nada ni nadie te indica que estás en un espacio donde la Diosa Naturaleza se reserve el derecho de admisión.

Finalmente,  un Lacandón y una francesa, de los cuales ninguno hablaba bien español,  sumada a la mala conexión telefónica pudo darle mi recado.

Y me llamó.

Ella cree que yo la he tocado con la fortuna porque estamos en arreglos con su futuro, como si tuvieramos una bola de cristal en medio.
Le platiqué mis planes después de analizar juntas los suyos: las bicicletas, los juegos didácticos, los jóvenes de servicio social, unas clases en verano para sumar 1+2 sin que diera 4, escribir nombres legibles, poder armar una oración simple para que esos niños llegaran a secundaria con un poco mas de lo menos básico que tienen hasta hoy.
Escuché que se emocionaba entre los sonidos de gis que la línea telcel nos ofrecía.

Pero lo primero por resolver es ella.

Me preguntó cuando iría a verlos...
-En verano, y ya tengo una interesante comitiva que quiere ir a dar lo que está en sus manos a la Selva...para que pienses qué platillos vegetarianos me irás inventando-, le respondo mientras ella se ríe quedito al otro lado.

En verano, cuando se cumpla un año de mi retiro semi-voluntario a Lacanjá...

Si,

Ella piensa que la toqué con la fortuna.

Ella no sabe que ella es quien me ha traido tanta fortuna, que ya no sé qué hacer con ella.

Leidi nunca leerá esto que intenta ser un blog pero solo son letras dispersas y monótonas.
Leidi apenas tiene un celular que no funciona mas que a 4 kilómetros de su Reserva, y cuando está en la Reserva lo prende y apaga constantemente, juega con él tal vez inventando llamadas telefónicas, mientras hace de semillas de árboles de nombres lacandones que en mi vida he visto mas que allí, collares preciosos con hilos que parecen inventados...

Leidi no sabe que hoy me llena y desborda el corazón.

Mi corazón que está tan sano.

Y el suyo...que tiene tres válvulas tapadas a sus 28 años y que por esa simple y complicada razón, no ha podido tener los hijos que desea desde el fondo de ese mismo corazón...

La última comida que Leidi me cocinó en Lacanjá. Foto S