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jueves, 22 de abril de 2010

Dos veces por semana


La Diosa muchas veces está atrapada en las normalidades terrenales.

Para distinguirse de las otras, se tatuó las espirales en un lugar casi secreto.

Le gusta tirarse al sol con un paliacate diferente en la cabeza cada sábado y domingo, y ver las nubes moverse varias horas mientras convierte cuestiones divinas en terrenales y se ríe junto a la Sirena y hablan de cómo han cambiado sus vidas en los últimos tiempos.

Ella sabe lo que quiere, el problema es que es un algo muy complejo.
Porque lo quiere y no lo quiere.
Sabe como es, a que sabe. Sus olores y lo que siente cuando lo toca.
Lo que siente al momento de verlo.
Lo ha sentido pero en forma incompleta en diferentes situaciones.
Y es mas complejo, porque en el fondo sabe que nunca lo va a tener.
El tenerlo, rompería cualquier encanto divino.

Y aunque sean ella Diosa y su amiga Sirena, saben que no pueden hacer magia.
Cuando están en la Tierra, tienen que comportarse como las demás.
Aunque tengan diferencias imperceptibles.
Aunque tengan que lidiar con mortales.

(y la Sirena se distingue de las demás, porque cuando se ríe, le sale la risa desde el infinito mas profundo de su cuerpo, y hace que la Diosa se ría de su risa, y entonces las dos se ponen contentas)

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