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martes, 18 de septiembre de 2012

Meditaciones

Mis dedos tienen la necesidad, imperiosa, de escribir desde hace días.  Parece que teclean los cuadritos negros de mi computadora mientras duermo, como si tocaran un piano inventado.

Mi mente es cosa a parte. Mi mente esta en tantos lugares a la vez que no puede detenerse a descansar o meditar ni en mi propia cabeza.
Y el corazón se me metió detrás del esternón y casi no me lo puedo tocar, está hibernando en un agonizante verano después de tantos inviernos latidos en compases disparejos.

La abrumación es interesante. A veces pesada, ocupa todas las células de mi cuerpo. Otras es tan liviana que parece que soy una pluma, de esas que vienen cayendo lentamente en el aire, como en una foto de portada de algún libro de superación personal.

A veces acabo el día hablando y parezco borracha. Parece, -literalmente-, que vomito las palabras. O mas bien que voy a vomitar mientras pronuncio lentamente cada letra de cada palabra de cada oración.

Y de repente, se acabó el día.

Y sueño sueños aún mas violentos de los que no me acuerdo cuando despierto antes de la alarma.

Y lo abstracto se vuelve tangible, y lo tangible se desintegra ante mi mirada -no atónita-, sino cínica y superflua.

El bajomundo se vuelve mi piso y mi realidad. Los malos se vuelven santos y los santos son todos dioses. Los rezos son mis mantras mudos. Lo que toco se vuelve oro falso. Lo que escucho son historias fantásticas mas reales que tu y que yo.

Invento hermandades con mujeres con las que he cruzado cinco palabras pero una mirada cómplice y dos abrazos que nunca nadie me hubiera dado en toda mi vida.  Me aferro a duendes que no existen en un mar lejano y me desentiendo de ti que supuestamente estás a mi lado pero que nunca lo has estado.

Me invento flores que me regalas, les cambio el agua, les hablo y las alejo de Merlina para que no las tire al piso estrellando el florero en miles de pedacitos que forman mi amor por ti.

...sobre todo eso...

...Me invento las flores que no me regalas...

(y mientras tanto, el duerme y yo duermo, y me agobia la lluvia que nos llueve y que no sé si le moja en las noches o si le duelen los huesos con frío y humedad, y si mal come...y si piensa y medita todas sus vidas allí, mientras yo espero poder visitarle para verlo y que me dé fuerza, mientras yo le trato de dar la poca que me queda, mientras sé que lo único que no nos quitarán jamás es el amor que sentimos, y la libertad de pensarnos todo el tiempo y las ganas de abrazarnos cuatro veces por semana...)

Meditando todas tus maravillosas vidas

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