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miércoles, 5 de septiembre de 2012

Sueños violentos

Las pesadillas han quedado atrás.

Van muchas noches de sueños violentos.

Pateo, me despierto, deshago la cama, no dejo de dar vueltas. Sueño con personajes de mi pasado y futuro, no quepo en el departamento entero de tan violentos que son.

El origen lo siento a nivel molecular, la gestación en la nuca, desde la espalda parece que me recorre cada vértebra y se detiene en el cóxis y se me mete entre las piernas algunas veces, otras sigue hasta el talón de Aquiles, otras me da la vuelta hasta las rodillas, me besa en envés, gira y se mete a mi ombligo para acunarse hasta que se le da la gana.
Pero donde mas siento el nacimiento de los sueños violentos es en las caderas, de ahí se abrazan para tomar impulso y brincar al limbo.

Y amanezco cansada, a veces recuerdo un instante de violencia, otro el descenlace, otras veces cada detalle de todos los sueños que ocurrieron en toda la noche.

A veces, -como hoy-, me doy cuenta que empiezan a media tarde.  Normalmente acostada en el sillón naranja...Y todo ocurre cuando me doy cuenta que me estoy volviendo como tu.  Evito el razonar, le doy la vuelta a la realidad, pongo la mente en blanco. Me evado de lo que tiene que pasar, lo escondo en el subsuelo de mi corazón, lo atrapo en el trasero de mi hipotálamo.

Y todo comenzó a pasar hace unas semanas. Me empecé a secar por dentro y por fuera. En aparente tranquilidad me fuí blindando mientras me forraba el cuerpo por las noches, -dormida-,  de pétalos de orquidea.

Y así pasaron varias noches, y durante sus días no me dí cuenta, hasta que en el biceps, ahí donde hoy me acariciaste brevemente, noté que se me descarapelaba la piel...y empecé a jalar y ver que era un pétalo color morado, justamente como la orquidea que está en la cocina...pero ví que apenas sostenía el siguiente pétalo, y por un momento vi puntitas de miles de pétalos en mi piel: brazos, piernas, pechos, y alrededor de las clavículas...y si jalaba lo suficientemente fuerte, seguramente desarmaría por completo mi cuerpo y mi corazón se quedaría sin jaula...

Así que chupé con estilo y dedicación erótica las yemas de mis dedos y humedecí ese pétalo frágil y traicionero hasta dejarlo pegado al anterior y al que seguramente se me pondrá hoy por la noche...

Y cerré los ojos brevemente mientras te respiraba en algún lugar de mis recuerdos, tratando de trazar la línea de tu mandíbula mientras te digo adiós sin palabras y con ganas de no irme nunca. Mientras te ataba a mis ojos para que no te esfumes jamás. Mientras te decía que me tienes seca como nunca me he sentido. Me tienes postrada ante el vacío. Me tienes incrustada con pedazos de ti, que me aguijonean como espinas largas, puntiaguda y ácidas que me desarman en gotas de sangre dusfrazadas de lágrimas, así como las redondas gotas milimétricas de sangre que tenías en la yema de un dedo hoy, que te dije y no sabías cómo te habían salido, que te dije mientras te recorría todos los milímetros de piel y te medía las miradas, sosteniendotelas de tal forma para poder robarte el alma que no me dejaste robar.

Y así me tienes, y así me has tenido.

Me tienes seca de amor, me tienes tan seca, que en el momento en que me caiga una gota de agua salada del Mar de Cortés, probablemente me muera de desazón y vare como ballena en alguna playa porque simplemente no puedo concebir una vida sin tus ojos que me miren.

Así que hoy, buscaré entre las violencias de la noche, un sueño blanco y crispante, deslumbrante, entre sábanas de algodón, donde alguien que no conozco seguramente me entienda, me abrace y me hable de historias de volcanes, de heroes griegos, de soledades y de consuelos mientras me arrulla y me deja llorar cuentas de perlas que guardaré en alguna cajita para engarzar en hilos de paja en alguna otra vida.

Pero sin ti.

Gestación molecular



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