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miércoles, 12 de diciembre de 2012

Maniática de la explicación

Tengo un cansancio alojado en las crestas iliacas que parece dolor.  Es ese cansancio que pega a nivel molecular un día después de amar. El cansancio se desborda a ratos en jalones en las ingles, a los costados de la cintura, debajo de las costillas, pero también a lo largo de ellas, me recorre el esternón y me baja hasta el pubis.

-y es que cualquiera diría que ayer se me acabó el mundo perdida en tu piel-

Y así fué.

En mis planes no estaba mas que decirte dos o tres palabras, y cuando me dí cuenta sonaba el corcho que destapaba la botella de nuestro vino favorito, -ese vino del que siempre hay una botella en el fondo del refri, arriba de las verduras-.

Te iba a decir dos o tres palabras y cuando me dí cuenta, chocaba mi copa con la tuya en una carcajada que enredó nuestras lenguas.

Tenía un memorandum escrito en el cerebro con puntos a discutir, y cuando me dí cuenta, tus manos me llevaban al sillón donde siempre nos contamos historias de nosotros, y estaba sentada a horcajadas sobre ti.

-y es que te iba a decir dos o tres palabras explicando detenidamente mis decisiones últimas, esas unilaterales que implicaban una bilateralidad cruzada en grave peligro de extinción-

La idea era decirte unas cuantas cosas que olvidé mientras te desabotonaba la camisa en pausas y me detuviste los borbotones de ideas que se gestaban en mi plexo solar diciéndome:

"Dos cosas importantes tengo que decirte, la una es que te amo, y la otra es que eres tan bonita que ahora estás preciosa"

...o algo así dijiste...porque después del te amo que pronunciaste como nunca se te había escuchado, me olvidé de las explicaciones bien fundamentadas que tenía programadas en el cerebelo.

Maniaticamente, maquinalmente, metodicamente, lentamente, suavemente, seguí desabotonando tu camisa, desentrañando los secretos de tu alma que ya no me parecen tan secretos. Con solo ver tus ojos mientras ves los míos, sé que nuestro tiempo es eterno.  Tengo esa certeza en el corazón, la siento en las yemas de los dedos mientras recorro tu pecho, y la respiro en la piel de tu cuello.

Y en el espacio se queda suspendida nuestra historia, mientras el reloj da vueltas, mientras el sol calienta la tierra de nuevo, mientras la luna manda poner olas en el mar, mientras te desplomas sobre mi cuando callo mis manías y dejo de explicarme lo que no tiene explicación ni sentido ni propósito.

Y volteo a mi izquierda para tropezar los ojos con los libros desordenados en la repisa pensando cual será el siguiente que quiera leer, cuando veo "Bonsai de interior" y "Minerales de México" y me salta el corazón, y me entra la necesidad de sembrarme un bonsai, y de hacer una llamada telefónica urgente que no marqué hasta doce horas después.

L-ibros




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