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sábado, 4 de septiembre de 2010

Si Merlina hablara

Abriendo la puerta, me la topo en la silla del comedor.

Mi mirada y la suya detenidas por unos segundos. Largos segundos en los que no movimos la mirada de los ojos de la otra, pero en la que con la vista periférica, con el famoso rabillo del ojo, vi que algo estaba mal.
Algo faltaba.
Algo no encajaba.
Y no encajaba porque en circunstancias normales ella hubiera bajado en un nanosegundo de la silla. Y no se movió, parecía que no respiraba...
Se quedó quieta, como diciéndome: "todo está bien, no entres en pánico"

El aire se sentía ligeramente diferente.
O mas bien la diferente era yo, cruzando el aire que ahí estaba, con sabor y olor a adrenalina...

Faltó mi computadora.
Faltó mi cámara.
No faltaron más cosas aparentemente.

Pero.
Manos ajenas abrieron mi puerta.
Manos desconocidas abrieron mis cajones.
Manos sudorosas y sucias revolvieron mi ropa interior.
Pies sin invitación caminaron mi piso de madera aparente.
Narices no bienvenidas respiraron mi aire. Ese que huele a mis recuerdos, a casa de mi abuela, a mi libertad.

Ojos ladrones estarán viendo mis chats con mi Haijin. Estarán viéndome de tamaño completo en un fondo de pantalla besando a mi hijo.
Ojos desconocidos que ven mis fotos.
Las miles que tengo allí.

Lo bueno es que mi música no la escucharán.
Algo mal hice en un respaldo que toda se quedó guardada fuera de mi computadora...

Si Merlina hablara, allí mismo me hubiera dicho, como me lo dijo con los ojos:

"Manos, pies, ojos y presencias extrañas estuvieron aquí...Y no me entendieron cuando maullando les dije que se largaran, que no era su casa, pero no te preocupes...No pasó a mayores.
Comprarás otra cámara y otra computadora...
Y de ahora en adelante...-siempre deberás cerrar las dos chapas, las que ya tienen nueva combinación-..."

(Y lo que no les perdono, es que hayan revuelto mi cajón de ropa interior...)

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