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martes, 21 de septiembre de 2010

El tantra y otras cosas

Varias veces cuando era niña-joven, subí a veleros en los que me encantaba cap-size.

Una vez me subí a una bicicleta y me estrellé contra una pared para no estrellarme contra un tractor.

Otro día me subí a un ultra ligero, y en el aire, a no-se-cuantos metros de altura el que lo manejaba apagó el motor y planeamos unos ¿segundos-minutos? (no lo sé, parece que el tiempo se detuvo y que fué una eternidad chiquita...)

A los trece años, le rompí dos costillas al papá de un amigo...¿cómo? eso no lo diré, no fué en una lucha...fué un accidente extremo es lo único que diré.

Otra vez subí a un globo a las siete de la mañana en Tequisquiapan y bajé "casi perfectamente borracha"

Ahora me entró el buceo por los poros y solo pienso en meterme en el mar lo mas profundo que pueda, tal vez lo mas próximo que alguna vez pudiera parecerme a una sirena.

Un día a las dos de la mañana subí a ver la luna llena, sola...bueno, con una voz al otro lado del teléfono que era inexistente (tal vez hasta me inventé esa voz para no sentirme sola en ese momento con la luna que parecía me jalaría al espacio)

A los nueve años, Alejandro Cruz me jodía tanto en la alberca, que acabé dándole un puñetazo, del cual mi papá sigue perfectamente orgulloso. Se lo merecía el cabrón aparentemente, y como no tenía hermanos mayores, ni primos, pues no me quedó mas remedio que dárselo yo misma, con mi puñito acuático.

Hace unas semanas comprobé que habían entrado a mi casa a robar y entré a cortar ese aire viciado sin pensar que podría toparme con unos ladrones tal vez encapuchados, o tal vez armados, o tal vez mas fuertes que yo.

Otra vez, vestida para matar, me chocaron en la carretera en plena noche, en plena boca de lobo.

Dos veces en dos años distintos, con dos años de separación dí a luz a dos criaturas que -no podía creer-, habían salido de mis mismísimas entrañas.

Unas veces hice algo, hace unos años, que ahora no haría (es un secreto).

Un día de un marzo, tomé mi coche bien entrada la noche y manejé por la carretera para tener una de las peores noches de mi vida, y salí bien entrada la madrugada de esa noche para regresar a mi vida que era lo mas anormal en ese entonces.

En noviembre, sin pensarlo dos veces, entré a una "tatuajería" a tatuarme tres espirales.

Un verano, me fuí a la selva y dormí siete noches en medio de animales, lluvia y lunas, completamente sola.

Un día me quedé atorada en una ola que parecía un carrusel en el Pacífico y pensé que me iba a quedar toda la eternidad, entre ahogada y no, sin poder salir de ella.
Y era la misma ola...nada de eso de la "séptima ola", eso es un mito, era la misma.

Una tarde a mis quince o dieciseis años, en una balsita de plástico frágil y peligrosa me quedé atorada cerca de unas rocas, también en el Pacífico...pensé también que me quedaría una eternidad viendo esas rocas.

Un septiembre por la noche decidí dejar mi matrimonio completamente segura de que no quería un día más de esos veinte años que había pasado allí. Sin motivo aparentemente tangible y suficientemente razonable para hacerlo. Simplemente decidí que no seguiría en esa vida.

De chica, como todos, perdía mi mamá en algún centro comercial, o en alguna tienda.

Un día, a los diecisiete, nos robamos el coche del papá de mi amiga María Paz para irnos de pinta.

Una mañana mientras estudiaba en el coche con Mónica para un exámen de Física o Química, nos hizó una vergonzosa exhibición un exhibicionista.

A los diecinueve años me escapé con un novio para perder la virginidad en Cuernavaca.

Cada día, ahora, vivo sola, conmigo y en mi. Descubro nuevos extremos y planeo expediciones y especies de aventuras para mi.

Pero, lo que más quiero ahora, es hacer origamis tántricos.

La vida se vive una sola vez, dice mi amiga Marcela...

La vida ahora, y antes, es vida, es única, y espero me pague catorce años que en algún momento quedó a deberme sin saberlo ella, ni saberlo yo, sin saberlo él.

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