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domingo, 8 de mayo de 2011

Misterios de domingo

Me despierto soñando que saldré de viaje. Que voy camino al aeropuerto y no llevo pasaporte, no llevo dinero (pero si tarjeta de crédito, grave error aún en sueños), encuentro cinco euros tirados en el piso (¿euros en México, ni siquiera se si a donde voy acepten euros, pero bueno, están mejor cotizados que el dólar...)
Pero en sueños me siento mal y de malas.
Colicos y dolores de muela desde ayer.

Y ruidos extraños de Merlina.
No juega con esa pelota infernal, ni ataca los sillones salvajemente, ni hace saltos que no veo pero sé perfectamente cómo son: como los de Crouching Tiger, Hidden Dragon,  ni tira al piso una de las estrellas de mar, ni esa cajita de estaño con porcelana.
Pero sé que juega con algo.

Una ramita de epazote.

Si, la usé para cocinar champiñones el viernes, pero guardé el resto seco en una bolsa de plástico en la alacena: imposible que la haya sacado.
Lavé los platos anoche, no quedaron restos de epazote en el fregadero.

A alguna hora de la madrugada se la quité y la tiré al bote de los orgánicos.

Al amanecer otra vez. Solo que no me levanté.
Otra ramita de epazote en el piso de la cocina mientras entraba a hacerme un galón de té negro, -al menos-.
Solo puedo pensar que se parece a esa pastor alemán de 1Q84 que come espinacas.

Y ahora, tan campante, viendo pajaritos por la ventana, mientras recibo una llamada diciéndome que es un domingo por la mañana precioso "no hace calor pero hay sol, no hace aire pero sopla ese viento fresco tan rico", y solo puedo pensar que estoy sitiada en mi propia casa, rodeada de manifestantes por la PAZ que no sé a qué hora terminaran de pasar para yo poder salir y sentir el aire fresco pero no tan frío de domingo de mayo.

Misterios de domingo que tiende a parecer un extraño domingo de mayo.

Merlina y su ventana Foto S

2 comentarios:

TORO SALVAJE dijo...

Merlina es muy curiosa.
Que estará mirando?

Besos.

Espera a la primavera, B... dijo...

Los domingos son un solar en medio de una ciudad a medio construir. Nunca sabes qué brotará de allí ni si el edificio que construyan te tapará la luz del sol, si será feo o bonito. En cualquier caso, siempre queda como refugio de gatos. Los solares de las ciudades son como un consulado de gatos, en cuya tierra están a salvo. Quizá por eso Merlina pensó que los domingos también son consulado del país de los gatos. Y eso me recuerda a otra novela de Murakami, no recuerdo ahora cuál, la del anciano que se va de Tokio a su pueblo y que ama a los gatos... Murakami es un escritor felino, observador, sigiloso... me muero de ganas de... joder, ¿cómo se titula esa novela?

En fin... Espirales...