El plomizo se me fué a los pies, sentía que los arrastraba al caminar, y que el cielo y sus plomos en forma de nube eterna me pesaban sobre los hombros.
Me sentí ausente de ideas, vacía de tangibles, apoderada de deseos sin nombre.
Me sentí hueca, y me asusté como cuando soñé esa pesadilla con gatos, cadenas y ladrones, esa que soñé el sábado durmiendo con la cascada detrás de mi cabeza, la que me conforta y que ahora me inquieta.
Decidí sentarme bajo la palmera, a estudiar lo plomizo, -tan plomizo-, del cielo, a cerrar los ojos y dejar pasar algunos segundos que no conté.
Y empecé a sentir un débil rayo de luz traspasando mis párpados, derritiendo el plomo sobre mis hombros, aliviandome de pesadillas y formando tangibles en mi ser.
Y te sonreí, después de sonreirme.
Autofoto en tu reflejo, plomizo sobre supuesta gelatina |
1 comentario:
:)
Bien por esa luz redentora.
Besos.
Publicar un comentario