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lunes, 10 de enero de 2011

El frío modifica la trayectoria de los peces

El sillón y los libros Foto: S
Visita a la librería por libros que necesitaba y otros que no sabía necesitaba.  Siempre pasa así.

Recorro los estantes buscando ese libro que me llama para ser leído, pero en ésta ocasión me tropecé con El frío modifica la trayectoria de los peces y no para ser leído por mi, sino por mi hijo de doce años.
Y eso lo descubrí cuando di la vuelta para leer la cuarta de forros y descubrí que ese libro parecía haber escrito la biografía de mi hijo que hace un año tenía once años cuando llegó la Navidad...

Una vez me dijeron que las coincidencias no se llaman así. Se llaman "Diosidencias", a eso agregué yo que no sé de dónde vienen, si del cielo, del mar o del centro de la tierra. No sé -si es que Dios existe-, si tiene el reino celestial en las nubes o los amaneceres, o es un reino terrenal en el centro de la tierra, ahí donde hace un calor infernal, o si Neptuno desde el mar con todas sus sirenas es quien orquesta el ritmo de quienes la pisamos día a día.

Eso no es lo importante.  Lo importante es que te puedes encontrar esa presencia en una librería donde hay miles de libros y te paras justo frente a la pila de libros donde hay uno que no va en esa torre de tal editorial. Que parece que alguien pasó disimuladamente a poner ese paquete encuadernado de hojas que no cuadra en ese estante para que tus ojos se tropiecen con su portada.

Lo compré y al escribir la dedicatoria me dí cuenta que a él nunca le había dedicado un libro. De hecho, a ninguno de los dos les he escrito ninguna carta en sus cortas vidas y ocupan cada instante de mi vida...¿contradictorio?, puede ser, pero eso tampoco importa. Siempre existe un principio para comenzar a hacer ese tipo de cosas. Escribí la dedicatoria mas larga que he escrito jamás, -no me alcanzó la primera página, esa que siempre viene en blanco-, tuve que seguir escribiendo en la parte de atrás y pude haber escrito un libro entero de dedicatoria...

Y héme aquí, horas después de haberlo comprado, esperando el momento para entregarlo a las manos y ojos correctos que lo leerán, a esa parte de mi vida que ahora es otra vida, desencadenada desde un segundo de amor conjunto...

-Siempre es bueno regalar libros-, dice mi mamá...y más cuando ese libro es uno de los que no pensaba regalar...

(el que si pensaba comprar era Mrs. Dalloway, que está junto a El frío modifica la trayectoria de los peces en este instante, del otro lado del love seat anaranjado donde me siento a escribir ésto)

1 comentario:

TORO SALVAJE dijo...

No conocía el libro.
He buscado sobre que trata y ahora lo entiendo mejor.
Seguro que le irá bien.

Besos.