Nuestro paraíso existe en un bosque recurrente en mis sueños. Ese bosque huele a mar, y en el suelo húmedo y negro hay estrellas de mar y fósiles de nautilius. Los árboles son altos y los tocamos con las puntas de los dedos mientras los recorremos flotando en ese sueño que no es tan recurrente como lo es tan fiel y permanente.
El mar está a distancia de un parpadeo y medio paso tuyo, pero uno mío...
Es un mar calmado.
Tiempo atrás empezaron a aparecer pedazos de vidrio que las olas han ido puliendo y dando formas redondas, ovaladas, hasta formas de corazón he encontrado alguna vez.
Me gusta tocarlos y ponerlos al sol para ver como se desdoblan puntitos de miles de tonalidades en verde o ámbar, o azul o blanco.
A veces no me doy cuenta y han pasado horas o tal vez días, y entonces vienes tu y me das un beso en medio de la nuca, justo donde empieza y termina mi columna vertebral, dependiendo de cómo quieras recorrerla ese día con la punta de la lengua mientras acaricias mis hombros, o pechos, o simplemente posas las manos abiertas en mis caderas y me susurras justo eso que quiero oír.
Y entonces nos abrazamos para bailar, las olas hacen la música, la luna es el DJ, las estrellas esas esferas setenteras y cuando nos damos cuenta ya pasaron doce años en un abrazo bailado...
Solo existimos tu y yo en ese paraíso que huele a Merlot, aunque hay esencias vaporosas de dos que son uno.
Tu y yo.
Estamos vestidos pero sin ropa, perfumados con el olor a sal del mar que toca nuestros pies descalzos. Estamos quemados por el sol, pero nuestras pieles son suaves y eternas.
Entrelazo mis dedos lentamente con los tuyos, veo un albatros con las enormes alas abiertas secándose en una piedra en el mar, siento como respiras tranquilamente y trato de respirar a tu ritmo.
Trato de soltar, de entregar, de olvidar, de sentir, de romper, de no cuestionar.
Un rayo nos alcanza, termina la canción que estamos bailando, abro los ojos...
Y...
Uno de mis bosques |
1 comentario:
Que magia tienes.
Es increíble.
Besos.
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