Hoy no tenía tanta necesidad como ganas de simplemente respirar las volutas de humo color blanco que me iba pasando lentamente por diversos sentidos del cuerpo mientras recordaba las horas de plática continua y en cadencia con el que cantaba jaranas jarochas en la plaza mientras chupábamos naranjas con sal de gusano y chiles ahumados.
Y recordaba cómo, en varios minutos le narraba escenas de mi vida de los últimos días mientras ella me escuchaba fumando sin cesar.
Y después ella empezó a contar sus últimos días, que han sido mas o menos una copia al carbón de los míos.
Negativo y positivo.
Hasta que él llegó y entonces me levanté a pagar mi parte correspondiente de mezcal y vino y emprender la retirada que me llevo al estacionamiento y a pagar seis horas mas una fracción y mientras sacaba el billete de la bolsa de mis jeans soltaba un "¡ah chingá!" al cajero...
"¿tan rápido se nos acabó la tarde y comenzó la noche?"
Tuvimos que dejar en pausa nuestra historia sobre esa mesa en la terraza, así pasa con la Gitana, que el tiempo parece no pasar del todo.
Y después del Palo Santo, me llego a refugiar y acurrucar en mi espacio que tiene los pétalos de cinco rosas desparramados en forma de cama, para dormir en esta noche agonizante de otoño, mientras no te encuentro en mi espacio vital.
Sol agonizante de otoño, nueve de la mañana |
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