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sábado, 5 de mayo de 2012

No-morir

Ya no recuerdo si fué el sábado o el domingo.

El tiempo se ha comportado de forma extraña conmigo ultimamente. Me quité el reloj el viernes 27 a las dos y pico de la mañana y no me lo he vuelto a poner.  Creo que está en el fondo de mi bolsa con mis aretes de perlas, mi Claddagh, el anillo de la espiral rota...

Y sigo sin recordar si fué el sábado o el domingo, pero me vi desde fuera y pensé que me iba a morir.  Me sentí desde dentro y me ardía hasta el espíritu. Se me quemaba la mirada, lo que escuchaba era vago y lejano.
Veía la cara de Maya con ojos vidriosos y angustiados, yo creo que ella también sentía que me iba a morir, veía caras que no se de quienes eran.

Quería hablar y no podía, quería decirle a Maya que por favor cuidara a mis hijos como suyos, pero sabía que no era necesario hacerlo...

Se lo dije con los ojos y ella me asintió con una lágrima.

Y pasaron cuatro horas y no me morí.

Y aquí estoy, pensando, escribiendo, viendo, sintiendo. Dejando pasar el tiempo y razonando qué pasos tengo que caminar y hacia donde.

La bruma se va aclarando, hay cosas que van tomando color y forma.  Sigo sin saber escuchar a mi cuerpo, no sé qué ha querido decirme los últimos siete meses.  Trato de meterme dentro, y no puedo poner atención, me distraigo con cualquier cosa.  O tal vez es que no quiero saber lo que me tiene que decir. Tal vez no quiero enfrentarme con las verdades del hígado, las angustias de los riñones, los hoyos en el estómago, el útero que no concebirá mas, los pulmones que gritan aire apagado, las venas y las arterias por las que galopa desbocadamente mi sangre...

Tal vez pueda oirlos a todos, pero al corazón les pido que lo callen...no quiero que me hable sus penas, no ahora...tal vez cuando me ponga el reloj de vuelta en la muñeca.

Urgencias para no-morir

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