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sábado, 4 de diciembre de 2010

Ermitaña

No sé si es el jingle bells en versión chill out que oigo en mi Superama desde el dos de noviembre, o es el frío-calor-frío, o el exceso de trabajo, o los problemas que me ocasiona en el sistema nervioso el sacerdote mulato de vez en vez...
O el tránsito navideño, o los días de pago, o las ausencias necesarias y obligadas mas no deseadas.

El punto es que me doy cuenta que me estoy volviendo una ermitaña por gusto y con placer. Sin ruido y con escándalo...

Tengo fiesta y no quiero ir, cambio el plan por un cine tranquilo cruzando la calle.
No tengo dinero y paso un día de compras en el centro, -peor lugar o día o mes no hay para ir al centro e intentar turistear, tratar de reír y caminar sin rumbo fijo...

Hace un par de semanas anuncié categoricamente, al no haber ya nadie que espere al Santa Claus con regalos de una lista inexistente, que no pondría un solo adorno...

Y héme aquí, después de una visita chilling out al Superama, comprando dos peluches de muñeco de nieve con dos espirales en los cachetes...

Y héme hoy, visitando el centro, en una tienda donde había navidad hasta en el techo, buscando un arbol navideño discreto, sin verdes, rojos y dorados, anti gatos, pro-grinch para poner antes del lunes que llegan las dos criaturas que mas quiero en éste mundo terrenal, -y el no terrenal-, haciendo ese esfuerzo con mi adorada hermana por hacer mas cálida esa fiesta que no quiero que llegue...
Y empiezo a escuchar unas notas. Una canción. Nada navideña. Nada que ver con el entorno, mientras sostengo en mis manos dos esferas de cristal con espirales...
"Contigo", de Sabina...
Y me entran verdes ganas de estrellar las esferas en el piso, -de esas ganas que nunca se concretan por justa o injusta que sea la vida-...
Y me entran ganas de ir corriendo como ermitaña a mi casa, la que huele como la casa de mi abuela, a buscarte dentro de las pocas cosas navideñas que saqué de mi separación de bienes...
Tan pequeña la bolsa...que solo tiene cinco cosas...

Solo sé que te extraño...y que si existiera el gordo barbón de rojo, le pediría que me diera unos segundos, solo unos, para abrazarte y susurrarte al oído lo que me haces falta...

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