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sábado, 25 de diciembre de 2010

Navidad

Para ti Yuni, que estás siempre, 
desde que no tengo memoria...

Mesa en Abasolo, foto: S 
Para llegar al Imbolc no se necesita la Navidad antes.

Ya sé porque tengo ésta revoltura, y es que cercana a una Navidad abandoné a la que habitaba en mi.

Parece ser que la encerré en un lugar sin puertas ni ventanas.
Sin darle mayor explicación.

Y hoy, una Navidad después, me pide explicaciones.

No me reclama lo que dejé que la acompañaba. No me reclama los sucesos que hubieran ocurrido de haber seguido aparentemente libre.
Me reclama el haber cenado en un mantel que era suyo, pero sin estar ella. Me reclama haber cenado con unos cubiertos que ella compró, estar en un lugar con un árbol de Navidad que ella compró. Lleno de adornos hechos por ella, pintados por ella, comprados por ella. Un árbol que tiene guías de cristal que estaban "hechas en India" el día que pagó por ellas.

Me reclama hacer el bien por los demás cuando lo debo hacer por ella.
Que debo liberarla para vivir junto conmigo en éste presente y en el futuro, acompañándonos del pasado.

Y tal vez, no hay mejor remedio que invitarla a comer hoy en ese lugar donde me he sentado desde pequeña, donde las cosas que hay, el mantel sobre el que comeremos comprado en la Provenza, los cubiertos que han estado allí desde que tengo memoria son los que nos hicieron lo que somos las dos el día de hoy.

Juntas, ella y yo, para encontrarnos de la mano con un mañana apacible, sencillo y aparentemente normal, donde no haya mas que anormalidades tsunámicas que las que nos hagan vibrar como las cuerdas de un bajo.

Contigo Yuni, las dos contigo, porque sé que tu nos das un abrazo en el que cabemos las dos, sin preguntas, sin respuestas, sin nadas y con todos, con nuestros sientos y nuestros piensos.

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