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miércoles, 13 de abril de 2011

Jet lag

El jet lag me pegó de lleno a eso de las dos de la tarde.

La forma fué preciosa ahora que la recreo horas después: estaba sentada en el sillón del dentista, y era mi primera vez con él.

Llegué sin cita pero con prisa, con un problema en una muela, pero la del problema resultó ser otra, la de atrás.

Y me pegó en forma de cansancio acumulado instantáneo: estaba en posición casi horizontal sobre el sillón a punto de cabecear mientras él revelaba la radiografía y escuchaba su voz a lo lejos que me arrullaba en un sueño delicioso con el sol de la tarde...pero cuando empezó a hablar de la muela como un objeto humano del que nunca había escuchado a mi anterior dentista, -el remake del Dr. Menguele según mis hermanos-, y referirse con ese amor-tragedia-pena-dolor con los que Marcelo se expresaba  por mis muelas, pero mas siento que sentía por ellas, todo empezó a cambiar en mi percepción de la vida en ese instante y el sueño se me fué quitando en forma de susto.

"El pronóstico no es bueno, no puedo dar un diagnostico acertado, y menos prometer algo"
(podría ser cáncer o un tumor cerebral y el habla de una muela, seguro sería excelente oncólogo)

"Tal vez haya que extraerla"
(sentí que hablaba de cortarme la pierna derecha)

"Pero con una cirugía podríamos saber con certeza"
(me sonó a anestesia general y yo vestida de bata azul con un gorrito cubriéndome el pelo pero perfectamente desnuda sobre una mesa de quirófano)

A todo ésto, con ese panorama y esa voz con las que se refería a mi nada sana muela superior derecha (no diré cual para no maldecir mas a la pobre), me daban unas ganas de llorar terribles mientras pensaba en el cansancio que tenía, en el calor insoportable que ahora entraba por la ventana abierta de par en par, en los signos de pesos que veía en las pupilas de mi nuevo dentista mientras me daba precios de cirugía, endodoncia, corona, postes y cosas que no entendí porque no me interesaba entender.
Había que hacerlo...no podía imaginarme manca y coja en la boca...

Pero también quería llorar porque me falto ver el mar Mediterráneo y se me antojó el cous cous de Rafi allá por la Mistral mientras se me retorcían las tripas de hambre.

Couscous de Rafi, Carrer de Vilamarí. Foto S

1 comentario:

TORO SALVAJE dijo...

El dentista tenía monedas en vez de pupilas.

A que es bonita Barcelona?

Besos.