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miércoles, 27 de abril de 2011

Cuando alguien te toca con su afortunada mano

A Leidi la tengo en mente desde hace días.
Traté de recordar la última vez que me llamó; fué en diciembre, -creo-, parece que el tiempo ha brincado entre pasado, presente y futuro extrañamente los últimos meses.

Pero desde hace días estoy pensando constantemente en ella y hoy decidí localizarla.

Es algo complicado encontrar a alguien que vive en medio de la Selva Lacandona,  en medio de  una "Reserva de la Biósfera" (eso siempre me ha sonado a que encontrarás científicos caminando por ahí haciendo estudios del aire, agua y tierra, o que es una zona cercada por una burbuja enorme de algo entre silicón o grenetina a punto de cuajar, o un espacio sin fronteras delimitadas celosamente resguardado por Greenpeace)

Ninguna de las anteriores.
Llegando allí, nada ni nadie te indica que estás en un espacio donde la Diosa Naturaleza se reserve el derecho de admisión.

Finalmente,  un Lacandón y una francesa, de los cuales ninguno hablaba bien español,  sumada a la mala conexión telefónica pudo darle mi recado.

Y me llamó.

Ella cree que yo la he tocado con la fortuna porque estamos en arreglos con su futuro, como si tuvieramos una bola de cristal en medio.
Le platiqué mis planes después de analizar juntas los suyos: las bicicletas, los juegos didácticos, los jóvenes de servicio social, unas clases en verano para sumar 1+2 sin que diera 4, escribir nombres legibles, poder armar una oración simple para que esos niños llegaran a secundaria con un poco mas de lo menos básico que tienen hasta hoy.
Escuché que se emocionaba entre los sonidos de gis que la línea telcel nos ofrecía.

Pero lo primero por resolver es ella.

Me preguntó cuando iría a verlos...
-En verano, y ya tengo una interesante comitiva que quiere ir a dar lo que está en sus manos a la Selva...para que pienses qué platillos vegetarianos me irás inventando-, le respondo mientras ella se ríe quedito al otro lado.

En verano, cuando se cumpla un año de mi retiro semi-voluntario a Lacanjá...

Si,

Ella piensa que la toqué con la fortuna.

Ella no sabe que ella es quien me ha traido tanta fortuna, que ya no sé qué hacer con ella.

Leidi nunca leerá esto que intenta ser un blog pero solo son letras dispersas y monótonas.
Leidi apenas tiene un celular que no funciona mas que a 4 kilómetros de su Reserva, y cuando está en la Reserva lo prende y apaga constantemente, juega con él tal vez inventando llamadas telefónicas, mientras hace de semillas de árboles de nombres lacandones que en mi vida he visto mas que allí, collares preciosos con hilos que parecen inventados...

Leidi no sabe que hoy me llena y desborda el corazón.

Mi corazón que está tan sano.

Y el suyo...que tiene tres válvulas tapadas a sus 28 años y que por esa simple y complicada razón, no ha podido tener los hijos que desea desde el fondo de ese mismo corazón...

La última comida que Leidi me cocinó en Lacanjá. Foto S

2 comentarios:

TORO SALVAJE dijo...

Leidi es un ángel verdad?

Besos.

Espera a la primavera, B... dijo...

Hoy me gustó tu entrada por motivos distintos a por los que habitualmente me gusta.

Por cómo se te curó el corazón y por cómo sabes agradecerlo.

A veces me gustaría ser capaz de hacerlo, eso de de que la boca no se me llene de palabras vacías y mis manos sepan dar lo que no pueden-saben dar.

Besos