Tiene forma de niña, y los secretos son manantiales dentro de sus cráteres.
Se le desbordan preguntas como las que solo puede hacer una mujer de siete años, con dientes a medio crecer, con ojos brillantes, que camina brincando y bailando.
Toma coca cola ahora que su mamá no está para prohibírsela.
Pide media pizza después de haber comido un arroz frito.
Toma chocolate y bebe un icee morado.
Pregunta sin parar. Pregunta con todos los sentidos y sin verguenza.
Tiene lógica mas madura que la mía a sus siete años.
Tiene moretones en las rodillas de tanto arrastrarse sin importarle el qué dirán. Tiene piel nueva a la que apenas le salen unas cuantas pecas que tiene perfectamente inventariadas. Tiene dedos delgados que no han acariciado aún. Piernas largas que no han enredado entre ellas cuerpos inexistentes en su memoria infantil. Tiene una boca mágica que solo ríe y hace muecas indecifrables.
Tiene abrazos espontáneos y efímeros que sé que solo duran instantes eternos donde me dice te quiero porque sabe que yo no me canso de repetirselo.
Ella misma abrió un cajón al lado de mi cama, en mi buró y me dijo,
-Guarda tus preguntas y tus intentos de tristezas, respeta tu tregua, esa que tu estableciste y no esperes nada, tal como te lo dijeron-, me dió un beso aventado, como si se gritara un beso y salió corriendo despeinada.
Como su tía...
Niña Luna |
1 comentario:
Es una entrada preciosa, sensible, hay tanto cariño en las palabras...
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