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domingo, 22 de enero de 2012

Oro rojo

Esa mujer estaba hecha de espuma de mar.

Tenia sal por huesos, algas entre rojas y castañas le salían de la cabeza y le cubrían casi hasta los hombros. Su corazón era de hojalata y tenía las alas cortadas.  Por ojos tenía esmeraldas oscuras y las uñas de concha nácar.

Como anillos llevaba dos orquideas, una morada y la otra blanca.
Su piel estaba hecha de constelaciones y cada pulmón había sido una aurora boreal aparecida en Noruega siglos atrás.

Sus dientes no eran perfectos, pero a él le gustaban casi  mas que cualquier cosa de las que armaban todo  su cuerpo.
-Al menos eso le decía siempre, cuando le abría el labio inferior para besárselo con la lengua y tocarle con el dedo índice los dientes superiores que geneticamente tenía cruzados y ningún dentista había podido arreglar ni a ella ni a su familia por generaciones-.

Un día él le regaló un collar de oro rojo y cuando se lo abrochó por la nuca le prometió todas las estrellas fugaces vistas y por ver en la historia de la humanidad.

Ella no le creyó por mas que trató de hacerlo.
-Trató con todas sus fuerzas, con las intenciones rezadas a una veladora blanca y los deseos quemados en papel de china rojo-.

Sabía que ese amor estaba destinado al olvido.
-A ese tipo de olvido imperdible en la memoria sin remedio-.

Y entonces ella lo supo.
-Y se lo repitió a si misma, muy quedito, para no olvidarlo nunca, murmurándoselo en el susurro mas dulce que pudo nunca jamás pronunciar-,
que su destino era y sería allá, en Punta Cometa.

-Contigo, pero sola-, le dijo cuando tocaba con felicidad fugaz el spondylus que colgaba de su cuello en un cuero rojo trenzado como víbora que olía a Tepoztlán y sabía a cacao frio caminando por esa avenida sin rumbo pero con un camino bien trazado.

Y sonrió, dejándolo ir, en una combinación de tristeza feliz, eterna y de color parda, como sus ojos y violeta como el aura que quiso tener junto a él y nunca pudo.
-En una tristeza, de esas que se sienten como espuma de mar haciendo cosquillas en los pies, pero que saben a sublime cacao oaxaqueño-.

Camino tepozteco

1 comentario:

Anónimo dijo...

Bueno, diferente y bueno .... me gusta

J II