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lunes, 2 de enero de 2012

Espasmos

El ambiente frío me da en la cara como una bofetada reclamándome haber esperado hasta el segundo día del año para salir al mundo.
La realidad es que el primer día la pasé disecando pensamientos en camisón negro y bata blanca encima, con tazas de té y fruta que iba picando de vez en cuando en visitas a la cocina.
La pasé también en largos momentos con la mente en blanco.
Sin resolver, organizando el principio de un no-se-que que que no tendrá nombre ni apellido.

Dormí en mi cama revuelta a media tarde, guardé aromas invisibles que agonizaban en mi cuerpo, visiones y sensaciones recientes mientras me daban las siete de la noche sin haber caminado más allá de mis ochenta metros cuadrados de espacio circundante.

El día y las nubes grises me reclamaban mientras me arrepentía por no haberme puesto alguna de mis decenas de bufandas o mascadas que para nada me servían ahora en su cajón en mi closet.
Solté el pelo de la pinza que me lo sostenía en un chongo apurado para calentarme el cuello y sentí tu mano fuerte en mi nuca mientras me tocaba el cuello para tratar de abrirlo, alargarlo y respirar mas aire frío para que me entrara directo a las entrañas de una vez por todas.

Me detuve instantes que no sé cuanto duraron para reconocer mi entorno: el árbol de siempre, los ruidos de siempre, la casa que parece abandonada, la mirada de la vecina que seguramente me estaría espiando, el gato que se parece tanto a Merlina debajo de algún coche observandome con sus magicos ojos verdes.

Sentí en breves pasos los dolores que se instalaron en mis músculos después de haberte reconocido cuando juré no volver a hacerlo tiempo atrás.

Y me brincaron espasmos y sobresaltos entrecortados entre las piernas deseándote como no debo desearte mientras apretaba los muslos para que no te escapes jamás de la memoria de mis células, ni de los cuestionamientos de mis neuronas.

Sometimes you have to die a little to live a little...

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