Nadie sabe cómo se llamó.
Nunca nadie lo sabrá.
La olvidó para perderse en una ciudad sin rumbo llena de terremotos.
Solo se sabe que la amó perdidamente y que la Diosa estaba dispuesta a convertirse en un ser terrenal y perderse en una ciudad por él.
Pero él nunca se lo pidió.
Y entonces ella, una noche, le sopló en la oreja y lo durmió, y le cantó la historia de los hubieras que nunca existirían, le tatuó tres espirales en el hombro izquierdo, y de un beso le sacó un frasquito de sangre para escribir la historia que nunca vivieron juntos.
Nota agradecida: a mi querido Haijin-Sean, por estar, por ser, por querer, por ayudarme, te quiero y mucho y lo sabes,
...y que además de hacer el cous cous mejor que cualquier marroquí y que el mismo Rafi, tocas el bajo mejor que cualquier blues-man...
Expiando en el Grimorio |
1 comentario:
Si la tinta sangre hablara, cuantos estariamos dispuestos a desangrarrnos en papel. Te quiero amiga.
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