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miércoles, 13 de octubre de 2010

Azul acero

El perfil del Iztaccihuatl apenas se dibuja tratando de alzarse y alcanzar la estrella del amanecer (¿o del atardecer....?)

El cielo pasa del verde al azul. Tiene toques de negrura. Parece que si mi dedo pudiera llegar hasta allí, y me lo llevara a la punta de la lengua sabría a acero frío. A troquel sin templar, de esos que usamos para hacer medallas. Amargo, aunque no parece amargo en absoluto. Simplemente parece como cada amanecer: diferente al anterior, irrepetible, arrebatado, inasible.

Veo mi reloj, el verde, en mi muñeca izquierda: 7:01am
Veo el reloj en mi coche: 6:54am
Veo el reloj en mi teléfono: 6:52am
Así que no se realmente a qué hora está pasando lo que estoy viendo.
Tal vez necesito un reloj Moebius.

Todo ésto pasa en esa calle, donde hay una glorieta con tres coyotes de bronce.
Pasa cuando aparentemente hay 13 grados de frío, -o de calor-.

Me veo vestida en azul cielo, jeans y cinturón del Coronel Tapiocca reversible, con el lado azul hoy, el que ven los demás.
El cinturón me detiene los pantalones. Pero me detiene también los sientos que llevan a arrebatos incontrolables que se sienten como una daga en el corazón...

Ah...

Pero me gusta sentir esos arrebatos en el corazón.
Me gusta sentir esa quemadura.
Me gusta recordar la punta de esa lengua recorriendo las líneas de vida, de amor y de salud, de trabajo y de dinero, de infidelidad y de fidelidad en mis manos.

Me gusta sentir cuando cierro los ojos, la punta de esa lengua en mi cuello.
En mi espalda.
Besos fríos, sibéricos.

En la línea de mi cintura.

Haciéndo círculos en espiral, en mis espirales.

En diferentes colores.

Hoy...
En azul acero.

De lengua fría, de aire soplado sobre piel húmeda.

Y me aprieto el cinturón del tal Tapiocca mas fuerte, para que no se escape un solo siento arrebatado por nada ni por nadie...

1 comentario:

Haikusan dijo...

The best is yet to come