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domingo, 3 de octubre de 2010

Una bellota

Bellota. Foto S
ManYi, hermana gemela de Brígida es una Matahari del s. XXI.
Ni ella misma sabe lo fuerte que és.
Solo tiene contadas flaquezas.

Una son los empeines.
Nadie puede tocarlos, son martirizantemente escandalosos cuando alguien intenta poner un dedo encima, o la sombra siquiera de esos mismos dedos.

El otro punto débil es cuando Ion se va de misión secreta.
Y es un punto débil porque no sabe a que rincón del planeta lo mandan las fuerzas secretas, ni por cuánto tiempo.

Esta vez, quedaron de verse en un café de barrio de la calle Ajusco para tomar una cerveza artesanal, una Tempus, bien fría que acabó en una no planeada sopa de mejillones. Y luego en otra.
La duración de la reunión era incierta.
Bien podían haber sido nueve minutos, que nueve días.
Resultaron varios días, pero confundidos entre relojes que marcan diferentes horas, y un boleto de avión con fecha mas temprana a la esperada, no hicieron mas que planear el no planear nada, y dejarse llevar por esa enorme ciudad.

Cuatro ojos viendo lo mismo durante muchas horas bajo miradas de Ray Ban y sin ellas deteniéndose frente a Humboldt, al reloj turco, en un striptease barato que intentaba ser un musical de ¿jazz o blues?, en una calle llena de librerías cerradas, en el lugar de Las Luciérnagas donde vieron uno de los cielos mas estrellados que habrían de recordar para siempre.
Tomándose las manos inconscientemente.
Él bailando por las banquetas.
Ella sonriendo y cantando en bajito para no desafinar el baile de Ion.

Al llegar la despedida, ella se quitó de la muñeca la pulsera que protege contra los malos espíritus mientras tintinea cada vez que mueve la muñeca derecha.
El le dió una foto en papel.  Atrás, con tinta azul escribió algunas palabras en ruso que solo él y ella entienden.

Hubo momentos de confusión y algunas lágrimas con un dolorcito agudo en el pecho que anticipa noches en soledad, comidas sin compartir, bebidas sin brindis anticipados por ese futuro compartido que tienen una proximidad inexacta en éste presente...

Y, cuando ManYi se subió al coche para regresar al Sur, metió sin pensar la mano en la bolsa derecha del pantalón blanco de lino arrugado de tanto dominguear, y se encontró mágicamente con una bellota, que minutos antes, estaba en la chamarra negra de Ion.

Esa bellota la cuidará de los malos espíritus, mientras se encuentran nuevamente ManYi e Ion en Túnez, en el agosto mas caluroso por recordar de todos los tiempos, de todas las épocas y de todas las vidas: las suyas...

1 comentario:

Haikusan dijo...

Esta semana Mangee se mueve en la ciudad de los coyotes.