Aparece con una hora de más.
Parece que se queda mudo y silencioso. Que los relojes de arena, de sol, de pulso y de pared van en segundos eternos, y todo por una hora de más.
Dejo a mis hijos y entonces la que se queda en silencio soy yo, manejando la carretera sola con un paisaje de domingo anaranjado en puesta de sol en cámara lenta.
Contrasta violentamente con un viaje apenas hecho un día antes con risas y gritos cantando. Con pláticas interrumpidas con mas risas.
Con tráfico. Con un accidente. Acompañada.
Y hoy en silencio y sola pero acompañada de mis piensos.
Conecto el ipod y hago un recuento de varios días (¿o semanas?) que bien caben en un domingo tan largo.
No sé por qué pienso en mi mamá y en la carta que escribió a los cinco hermanos unas horas antes...
Yo con mis hijos fuera.
Mi hermana con sus hijas en la costa oeste de otro país por una semana.
Mi hermano el menor con su amigo en ese otro país pero en la costa éste.
Su gemelo haciendo la Ruta de Santiago a pie, en algún punto, pisando conchas de Santiago que marcan esa ruta.
Mi hermana la menor, en la Provenza.
Y pienso en ella extrañándonos porque estamos fuera de nuestras casas aunque no vivamos con ella, y diciendo que "siente que es un fin de semana extraño" aunque no nos tiene con ella bajo ese techo de esa casa que fué y es de todos. Todos felices, creo yo, incluyéndola a ella que nos extraña.
Y vuelvo a una pregunta que me hice ayer...consecuencia de otra pregunta. Un, "¿qué te hace falta?"
Y hago otro recuento que bien cabe en un domingo tan largo que tiene una hora de más mientras escucho para matar un silencio a Joaquín Sabina...
Soy feliz, ¿qué me hace falta? Seguir sintiéndome feliz.
Nada mas.
Y entonces me canta Sabina:
"...Porque voy a salir esta noche contigo
se quedarán sin beatas las catedrales
y seremos dos gatos al abrigo
de los portales..."
Y decido que esa es la canción que quiero bailar contigo cuando te vea otra vez.
"Bailar lo calmadito", como dices tu, con esa canción...
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