Mis favoritos

jueves, 21 de octubre de 2010

Hacer feliz a alguien

Uno nunca sabe a quién hará feliz.
Así es la ley de la vida.

Iba en el coche y recibí una llamada con un número extraño, no identificado.

Hola, me dijo, soy Leidi...

En el verano, llegó el momento de la abstracción del mundo, del reconocerme como soy, del pensarme y del no pensarme.
De ahí surgió el comienzo de éste presente. De ahí llegó lo que hay en este momento.
El parteaguas.

Llegué a un lugar en medio de la selva, en medio de verdes y en medio de nada...

La luna llegó a sincronizarse con mi cuerpo, y sin previo aviso llegó lo que supuestamente llega cada 28 días a cada mujer, que en mi caso...¿por qué no?...no sucede así.
Leidi se ofreció a ayudarme y a darme toallas que no encontraría sino hasta "Las Guacamayas" a tres kilómetros caminando...Y una cosa llevó a otra, y comenzamos a hablar de su vida, sin preguntar y sin responder.
Me contó que lleva siete años casada con Rogelio.
Me atreví a preguntar algo que ahora no hubiera hecho...¿por qué no tienen hijos?
Y me contestó que ella está enferma del corazón y un parto la mataría.
El dar vida, terminaría con su vida.

A los veinte años le hicieron la misma cirugía que a mi papá a los sesenta. Pecho abierto, sacan el corazón, arreglan arterias que sacan de un pedazo de otra arteria del fémur...
El asunto es que esa cirugía siempre tiene garantía de diez años, y ya se cumplieron hace varios.

Leidi necesita operarse nuevamente para poder tener lo que quiere, que son hijos...

No quise prometer nada, pero mencioné al gran amigo de mi papá en el Seguro Social, trataría de hablar con él para ver si podía ayudarla.

Ella, vive en medio de la selva, en medio de nada mas que verdes.
Ella, nos motivó a trabajar ahora, a mi hermana y a mi, para los niños lancandones.

Hablé con el amigo, le dí los datos, traté de contactar a Leidi. Empezó los trámites, y ya no supe mas.
Eso sucedió hace casi tres meses.

Ayer, cenando con amigos y hablando de nombres fuera de lo común, les dije:
Yo conozco a una Leidi. Vive en Chiapas. Le pregunté si era chol, o tzotzil o lacandona, y me dijo que nada...que ella era chiapaneca...

Y hoy me llama.
Parece que si soy maga, y que la invoqué.
Me dice que todos los días piensa en mi. Que el martes le harán la cirugía. Que ella y su marido tenían planeado venir en diciembre a ésta grandísima ciudad porque personalmente quiere darme las gracias, viéndome a los ojos, pero que no cree que pueda hacerlo. Que la he hecho feliz...

Y le dije...
Leidi, tu eres quien me ha hecho feliz.
Así de simple, así de claro...
Y sé, siento, que te podré ver a los ojos.
Eso quiero.
Y quiero, que la magia funcione para eso, para que pueda ver a Leidi otra vez en mi vida, porque ella no tiene idea de la paz que me transmitió con esa mirada, de las enseñanzas de vida que me dió en medio de la selva, en medio de la nada aparente, en medio de todos esos verdes placenteros.
En medio de mi vida, que aparentemente no iba a ningun lugar, pero que me llevó al aquí y al ahora...

Ella me abrió el corazón, el mío que está sano, con su dulce mirada, con su entendimiento de mujer chiapaneca, de mujer de la selva, de mujer del centro del universo...

Y lloré lágrimas de felicidad al colgar el teléfono con ella, porque aunque ella piense que la hice feliz, quien me hizo feliz, fué ella...

No hay comentarios: