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domingo, 6 de marzo de 2011

Estrellero

Dia caluroso, pero ya bañada, bien peinada, con mi rebozo de seda y anillo de amatista voy rumbo al centro.
Todo va bien hasta que se atascan los coches en un tráfico de sábado en el centro, pero tengo tiempo de sobra.

Aparece el palacio de Bellas Artes mas iluminado que nunca y tardo cuarenta minutos en dar la vuelta a la manzana.
Los policias militares me hacen abrir la cajuela, revisan el coche con espejos, seguramente tengo cara de bomba del ERI. Me preguntan por el portafolios rojo, que explique qué tiene:
"Son láminas de la clase de dibujo de mi hijo de quince años. Toma clases los martes, pero toda la semana deja las cosas en la cajuela"

Entro al anfiteatro raramente emocionada.
Siento que va a ser algo para recordar toda la vida.

Teatro medio lleno, medio vacío.
(-No puede ser-, pienso, -seguro están tomando vodkas o cuba-libres afuera...Ya escuche al señor que toca la campana dos veces...-)

Cinco minutos después llega Felipe Calderón. Se sienta a menos de siete metros de donde estoy sentada.
En ese momento caigo en cuenta que el canoso a su lado que se me hacía tan conocido...-¿vecino, escritor, actor, conductor?-, es el Premio Nóbel de Química, Mario Molina...

Y en eso tintinea la tercera llamada y el teatro no se llena

Sale al escenario el otro Premio Nóbel.

Pasados cinco minutos pienso:

"Un Premio Nóbel de Literatura debe dedicarse a escribir, no a actuar".
Lástima que habían apagado las luces...podría haberme dedicado a ver al otro Nóbel cómodamente sentado en su butaca y calladito.

Mi mente divagaba y pensaba que podría haber un atentado contra Calderón y yo a siete metros de él.
De ahí a "si hubiera otro terremoto, como el del 85, por dónde saldría"
O..."¿cómo habrá sido una función aquí en los cincuentas? ¿Como habrán venido vestidos?"
O..."si saco la cámara y tomo una foto".
O..."qué tal si saco el celular y juego un sudoku o reviso Facebook".
O..."qué tal si hago un avioncito con el programa y se lo echo a..."

Y...
Siempre salen cosas buenas.

Cuando me decidí a poner atención porque creo que volver a ver en escena a otro Nóbel en mi vida estará más que cabrón, le escuché dos veces una palabra que me apropié: "es-tre-lle-ro"
Y otra que solo había escuchado a mi papá decir: "variopinto"

Las piernas se me entumieron, no hubo mas que un aplauso a medias y débil, y nadie le pidió que saliera nuevamente al escenario.
La gente se puso de pie...pero para salir corriendo de Bellas Artes a tomar alguna bebida embriagante y coqueta y toparse con una inesperadísima lluvia.

Yo corrí a mi coche a cenar unos tacos y matar el hambre que tenía desde que comenzó la obra...-seguro eso fué lo que no me dejó poner atención, y no que estuviera mortalmente aburrida...lástima que fué una única función-.

Mi boleto y mi rebozo. Foto S

1 comentario:

TORO SALVAJE dijo...

Los tacos fueron lo mejor de la noche.

Menos mal.

Besos.