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miércoles, 24 de noviembre de 2010

Lorenzo

Desde siempre, lo conozco generoso.

De hecho, yo siempre lo platico como el hombre mas generoso que se ha aparecido en mi vida, cuando en realidad fui yo la que se apareció en la suya.

De pequeña me platicaba la historia de la cicatriz que tiene en la barbilla.
Es una rajada horizontal que debe medir unos dos centímetros.
Decía que en Timbuctú habia luchado contra un cocodrilo. Una lucha feroz donde dejó al cocodrilo inmovilizado y lo único que le quedó como recuerdo fué una línea de dos centímetros en la barba.
Lo recuerdo platicándomela acostado en un sillón, y yo encima de él, sentada en su gran pecho escuchando y comiendo atentamente cada palabra que salía de su boca con dientes perfectos.

Cada domingo comidas con sus amigos, -tertulias inimaginables con personas perfectamente diferentes unas de las otras-, él sentado en la cabecera de la mesa, siempre riendo.
Siempre había vino: Gran Sangre de Toro, del que siempre quería los toritos.
Siempre amigos en su escritorio en el taller. Siempre visitas extrañas. Desde un luchador de lucha libre, hasta un investigador privado, hasta ex-gobernadores, que mujeres solteronas que estoy segura tuvieron que ver con él, o él con ellas.

Cuando cumplí 18 años me dijo: "Toma ésto, Güera", y me dió una tarjeta de crédito, doradita toda, sin límite, mientras decía: "Para que algún día, si sales con un pendejo, y no tenga para pagar la cuenta...sacas la tarjeta, y le dices: "yo pago"...

No entendí la importancia o no importancia del hecho. De hecho, no me importó, ni me emocionó. Fué un arma letal años después para él, que si hubiera sabido las consecuencias, no me la hubiera dado ese día. O me hubiera dado una con un perfecto y real límite de crédito.

...Si hubiera sido generoso pero con límites..., pero no, siempre desmedido...
No puede ser de otra forma. No es su naturaleza.
Bastaba con levantar el dedo, para que se desviviera, para cuidarnos, procurarnos, sacarnos una sonrisa...

El es así. Fué y lo seguirá siendo.

Deja lo que sea en el momento que sea, con una gran sonrisa con sus perfectamente alineados dientes, para ayudar.

¿Esa generosidad se transmite geneticamente o podríamos inventarla por generación espontánea?

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