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lunes, 22 de noviembre de 2010

Ni un paso atrás

Castro, 1959, foto del NY Times...¡genial!
Eso pensé cuando leí: "da diez pasos atrás"

Ni muerta.
Ni aunque me paguen.
Ni aunque me obliguen.
Ni aunque haya olvidado algo.

Esos pasos se dieron, y solo me he regresado en secundaria, en un cuaderno cuadriculado, cuando hacía mal un problema de matemáticas y tenía que regresar los pasos para llegar al resultado correcto.
O cuando pierdo algo, y regreso mis pasos en la mente para visualizar dónde quedó el arete que perdí, o el libro, o la bolsa, y casi todos los días, las llaves...

Puedo nadar de dorso y muy bien, pero avanzando hacia adelante.
Puedo caminar hacia atrás para tomar una foto donde no sale completo el árbol o el cielo, o una fachada que me gustó para que salga de lleno en la mira.
Puedo poner la reversa en mi coche plateado, pero para luego meter el clutch y meter primera, y segunda y así hasta quinta.

Pero no dar pasos hacia atrás.
Caminaría sobre un camino que ya no existe.
Que ya pisé.

Es como cuando camino en la playa...
Cuando voy de regreso, maniaticamente-obsesivamente-quisquillosamente, no me gusta pisar mis huellas de ida.
Me gusta marcar nuevos pasos sobre la arena mientras oigo las olas a mi lado que se mecen con mis ritmos mientras el sol me quema la espalda o los hombros y seguramente traigo un paliacate en la cabeza...

Ni ahí piso mis propios pasos.
Y como dijo Fidel Castro alguna vez (gracias mi Haijin), "Para atrás, ni para tomar impulso"

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