La niña. Foto: S |
Y nuestras posesiones giraban en torno nuestro.
La recámara de las niñas.
La fiesta de las niñas.
Los jugetes de las niñas.
Y mis hermanos, simplemente eran los gemelos.
Los hermanos de las niñas.
La recámara de los gemelos, los amigos de los gemelos...
Esto se ha trasladado a éstos días.
Mis hermanos nos siguen diciendo "las niñas", y nosotros a ellos "los gemelos"...
Y, se ha heredado a la siguiente generación.
Hay dos nietos-sobrinos-mis hijos.
Hay dos nietas-sobrinas-las hijas de mi hermana.
Los cuatro son ahijados de los cuatro hermanos, de una u otra cosa.
Y ahora, las niñas están conmigo.
Y en este momento, la mas pequeñita está dormida a mi lado.
Respira sin ruido, se mueve lentamente pegándose a mi cuerpo.
Pongo la mano en su espaldita, le peino con la otra mano los chinos güeros.
Y mientras, trato de sentir qué soñará ella.
En galletas, en princesas, en mami y papi que no están el fin de semana. En dormir en mi cama (donde sé que no dormiré pensando si se cae o no al suelo), en juguetes y en la escuelita.
Y trato de imaginar su futuro mientras oigo a la otra niña platicando con el grande de los niños que estudia Física.
Trato de imaginar si le dolerá a ella tanto el corazón como a mi me ha dolido.
Si le costará enamorarse.
Si querrá casarse como yo digo que ya no quiero.
Si extrañará como yo extraño hoy a ese hombre que es mi otra mitad.
Si le dolerá un parto como a mi me dolieron dos.
Si la lastimarán.
Y trato de escuchar su silenciosísima respiración, y entender si me dice algo de su futuro.
No quisiera que alguien lastimara a las niñas.
No quisiera que sufrieran.
No quisera tener que oir su respiración hablando en lamentos y en dolores.
Pero sé que así será.
Todos tenemos que sufrir para ser fuertes. En menor o mayor grado.
Es parte de la magia de la vida.
Y ellas serán grandes magas.
Mejores que yo. Mejores que sus tías, abuelas y madrinas.
Eso deseo, eso quiero para ellas, y también para esa otra niña que no es mi hija, pero que hoy bailó y acabó haciendo magia también.
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