El anillo de Santa Lucía Foto S |
Un samedi comienza un vendredi cuando estoy llegando a mi casa y me encuentro, como muchas noches, con Virginia, la mas lesbiana de todas las lesbianas que he conocido en mi vida.
Siempre que la veo me acuerdo de la canción de la Magdalena: "la mas señora de todas las putas".
Aunque ella no sea señora ni puta. Simplemente es maravillosamente lesbiana. En todo su esplendor y orgullo y pienso que debería tener una canción.
Y me dice como saludo que me vaya a descansar.
En ese momento siento la carga de lo que creo que han sido cinco días previos en mi hombro izquierdo con el peso exacto de mi computadora en su portafolios café, en mi bolsa morada que traigo cruzada en el pecho de la cual estoy sacando las llaves para entrar disparada en la cama.
No sé que contestarle y me quedo callada.
Me pregunta por mis hermosisimos hijos y le contesto que están con su papá ésta semana.
Y me empieza a decir que no debo preocuparme, que tengo todo, que soy jóven y que soy bonita. Que además todas las mujeres tenemos el derecho, casi la obligación, de ser viudas, divorciadas o solteras...
"¿Bonita? Vé mi cara Virginia".
Sin una gota de maquillaje porque no me dió la gana hacerlo en toda la semana. El peinado en contrasentido a mi cara. Ojos que apenas pueden abrirse. Tacones y bermudas con blusa con flores porque pensé que iba a ser un día caluroso y no frío y lluvioso, y acabé con la chamarra que uno de mis hijos dejó olvidada en mi coche.
Chamarra de adolescente que huele a estampas del album del mundial, a basquetbol y a recreo en forma de facebook.
Y Virginia simplemente me dice en el elevador con sus dos perros: "No le escupas al cielo. Y no pierdas la fé. Todo va a estar bien. No soy mocha, pero creo en Dios, y además soy Ministra de la Eucaristía y voy a dar la comunión a un asilo todos los días"
Y el samedi comenzó oficialmente, trabajando a las siete de la mañana.
Y continuó con un recreo en el bosque, donde fuí a encontrarme nuevamente sentada sobre una piedra donde me quedé viendo por mas de una hora cochinillas grandes y chiquitas, mientras oía coches a lo lejos y escuchaba música de meditación recién bajada de un podcast...donde me dí cuenta que no tenía motivo alguno tangible y suficientemente doloroso para llorar.
Y continúa en el trabajo, mientras espero en la oficina poder huír, para en soledad acompañada de mucha gente, hacer hoy cosas sola que me gusta hacer acompañada: ir al centro de la ciudad. Descubrir arte en edificios. Recorrer una calle con libros viejos. Tomar un café con la libanesa amable. Comer tal vez un sandwich en el palacio de mármol que tanto me gusta con olor a los años veintes.
Y hoy, traigo un rebozo de colores.
Por si se le ocurre al díaenfrancés comenzar a llover a la mitad de mi recorrido en soledad acompañada de la gente.
Y todo esto lo escribo a la mitad del samedi. Al que aún le queda mucho rato por terminar.
Y en el que aunque haya planeado mentalmente lo que quiero hacer, no tengo idea de cómo terminará.
En el que esas other stories, pueden ser demasiadas para escribir y sentir.
Como por ejemplo, que el señor Antonio del gas, me acaba de regalar unas ciruelas del árbol de su casa...allá por el monte...y alegremente me he comido mas de seis...prunes
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