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lunes, 10 de mayo de 2010

Jack el Chamán

Trataba de dormir, cuando el insomnio me atacó en forma de Jack el Chamán.
Y es que, no sé porqué de repente lo recordé ligando un pensamiento con otro mientras apagaba la lámpara para irme a dormir sin sueño y con restos de lluvia.
Pensé en el bosque con mar. La Casa de las Sirenas que conocí hace tres años. Y pensé primero en Penny, la Apache. Que también es maga pero lo estoy descubriendo hasta ahora.
Y pensé en Michael sobre el techo de la Casa de las Sirenas, viéndonos, pero en realidad me miraba solamente a mi.

Y me dijo con su leve aliento a cerveza combinado con oporto: Eres bellísima, como esa actriz que no recuerdo su nombre, pero Penny si lo recordará. Tus ojos dan paz. Tienes que ver el cielo conmigo.
Y en ese entonces esa propuesta me pareció perfectamente fuera de lugar, aterradora y quise dar media vuelta y salir corriendo de la Casa de las Sirenas, pero una fuerza invisiblemente magnética no me dejo mover del lugar.
Esa noche no ví el cielo con él, ni a la noche siguiente. Pero si lo hice la tercera noche. Y fué aquí donde me dió el nombre de la actriz, cuando me explicó las infinitas constelaciones, tomó mi dedo índice para señalar la Vía Láctea, y con sabor a oporto y a vino de flores le dije: ¿¡qué es eso!?
Y por primera vez supe conscientemente lo que era una estrella fugaz.
La hermana terrenal de Brígida.

Y Michael me dijo sonriendo: eso significa que volverás a la Casa de las Sirenas.
Y no olvides en dos días ver y sentir las Lágrimas de San Lorenzo. No lo olvides.

Dos días después estaba con Jack el Chamán. Que me vió sin ver a los que iban a mi alrededor, y me dijo: "hola, soy un chamán. O al menos lo fuí en otra vida."
Y en su inglés tan quebecuá me instruyó en los placeres de los mercados locales, las frutas, los olores y los sabores.
La química fué instantánea rodeada de celos silenciosos de los que nos rodeaban.
El supo, y yo supe, que no podríamos hablar de las miles de cosas que yo no sabía podíamos hablar y que quedaron calladas para otra vida dentro de esta vida.
Con el ví las Lágrimas de San Lorenzo cerca del Cap Éternité

Al irme, me regaló un atado de salvia.
Atado con hilo rojo.
Y me dijo: para alejar a los malos espíritus. Yo mismo lo recolecté, lo até y te lo envolví.

El atado lo volví a ver cuando decidí comenzar esta nueva vida el día de Brígida. Lo había olvidado en la alacena.
Las fotos de Jack, de Penny y de Michael...
Esas se quedaron con quien compartía las noches conmigo antes del día de Brígida.

Pero curiosamente...recuerdo perfectamente sus caras. Casi las puedo tocar.

El Chamán, Jack. El cuida mis sueños. Tal vez Penny la Apache los dirige. Michael seguramente me consuela cuando no son buenos llevando mi indice una y otra vez a señalar el cielo.

Ahora puedo dormir tranquila.

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