La Sirena y yo nos extrañabamos.
Y hoy durante casi dos horas, frente al agua que felizmente compartimos, me escucho hablar sin parar. Ella asentía y opinaba brevemente, de vez en cuando.
No dejé de hablar, de opinar, de cuestionar, de rebatir, de enojarme, desenojarme, de preguntar varias veces si estaba loca.
Ella seguía asintiendo prudentemente, pausadamente, tranquilamente.
Y brevemente dijo a modo de conclusión final: "Te gusta. Disfrútalo. El día de mañana lo dejarás tu a él, y la magia se terminará. Tu vas a aprender lo que sea necesario y vas a ser una maestra en el arte de cuidar la naturaleza y desarrollar los sentidos".
Mientras, le dije: "nuestros sentidos salen disparados al mismo tiempo. Los míos en su bosque, que ahora es mio, y los suyos en mi luna, que ahora es suya.
Mientras yo me dejaba seducir por un árbol, a él la luna lo sedujo a través de su ventana, pausadamente, elípticamente...Y fué tan fuerte la seducción lunar que me llamó para compartirla...
...Y mientras yo tengo la tierra que podemos tocar, los árboles que podemos abrazar...el solamente puede ver a la luna, pero no la puede tocar, jamás podrá alcanzarla"
El está en tu palma izquierda, -me dijo la Sirena-, con la que no escribes. El te tiene en su palma derecha, con la que no escribe.
Lo dominas y te domina.
Y después la Sirena, me regaló una sirena mientras me decía: "no sé porqué me persiguen las sirenas"...
Y prometió decirme el día que realmente me vuelva loca, que estoy loca...
(en especial si un día aparezco cargando un chango vestido de ropa de marca)
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