miércoles, 19 de mayo de 2010
Álter ego
¿En qué momento Brígida me inventó o yo a ella?
Fué sin darme cuenta.
Fué cuando aparecieron las espirales, que sin saberlo eran suyas (¿o mias?)
Ahora solo sé que Brígida es una presencia de paz, de fuerza, de intuición y de femineidad que va llenando poco a poco esos huecos que me aparecen de repente y que a veces (solo a veces) me hacen sentir vacía, sola y en soledad.
Sacando todo lo que guardé bajo llave durante tantos años entre tantos hombres a mi lado, queriendo mimetizarme entre ellos y pasar bien, bien desapercibida, hasta que me olvidé de ser mujer.
Y el álter ego de no se cual de las dos, se hace presente en los momentos menos esperados.
Como cuando por primera tuve que tomar un coche y manejar cinco horas de carretera sola, siendo dueña del volante, habiendo revisado llantas y confiando en el que me entregaba las llaves en el taller con la seguridad inventada en la sonrisa congelada que me quedaba en la boca preguntándole en silencio: "¿el pinche cochecito no me va a dejar tirada en la carretera con un asunto de ingeniería mecánica que no podré resolver, verdad?", rebasando trailers y pagando en las casetas de cobro con mi tarjeta mágica que nunca atina al sensor para levantar la pluma y encender el semáforo verde.
Y cuando tuve que repetir eso hace una semana, y dos veces me arrepentí a la mitad de un rebase de un trailer de doble caja. A la ida y al regreso. Y sentir que en ningún momento tuve miedo.
Sentir que era invencible.
Y como cuando llego a mi casa en las noches, y cierro la puerta y sé que aunque la deje abierta muchas veces, sin seguros, no va a pasar nada.
Todo eso, que nunca había hecho porque no había tenido que hacerlo, es lo que me hace ser mujer, pero también ser Diosa.
Si. La adrenalina de ser mujer nos hace Diosas a todas.
Y somos mas fuertes de lo que jamás hubiéramos imaginado siquiera.
Ni en el mejor de nuestros sueños.
Ni en la mejor de nuestras pesadillas.
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