Llegando, me quité las botas.
Me quedé con el vestido puesto pensando en ponerme jeans o pants, los calcetines a rayas me los dejé puestos, y me senté en el pasillo, junto al teléfono que está en el piso.
Me senté y ví lo largo, inmenso y paralelo a mi que se veía mi pasillo de paredes blancas y puertas oscuras. El piso laminado color claro. El tapete de mi abuela, su regalo de bodas...
Estaba sentada en flor de loto sobre el tapete.
Pensaba que la había pasado bien, que había tomado unas tres copas de vino riquísimo. Comí pescado que es lo que mas me gusta, y galletas con chocolate de postre. Mirada dulce, risa franca. Plática amena. Sin preguntas, sin respuestas...Solo tiempo y palabras fluyendo suavemente. Sin electricidades. Con prudencias. Con cuidados. Sin nervios. Tranquilamente, simplemente...
Doblé las rodillas y las abracé hacie mi pecho.
Las ví menos bronceadas que hace unos meses...Con menos pecas.
Veía el infinito al fondo del pasillo, que en realidad no es tan inmenso.
Es un finito perfectamente delineado y delimitado.
Traté de calcular los metros, pero no pude.
Y te cruzaste en mi pensamiento, por primera vez en...¿quince días?
Mientras...tocaba la espiral que tengo colgada al cuello.
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