Brígida descansa sobre un camastro. No tiene energía siquiera para escuchar música, simplemente se tumba al sol sin pensar en nada pero sin dejar de pensar en la noche que pasó hace apenas unas horas.
Con los ojos cerrados, siente una mano pesada que se posa sin preguntar sobre su muslo izquierdo.
Abre los ojos y ve al Sacerdote Mulato.
Le sonríe y le dice que la ve mucho mas delgada.
Brígida se ríe sarcásticamente y no le contesta con un solo intento de palabra.
Observa como el Sacerdote Mulato recorre con sus ojos café oscuro su cuerpo, ese que fué de él hace algunas vidas.
El sigue hablando sobre su cuerpo, quiere jalar el biquini rosa para ver las espirales que nunca besó y no se atreve a hacerlo porque Brígida con la mirada se lo prohíbe.
Brinca cuando el Sacerdote Mulato se le acerca al cuello y con los dedos toma la Cruz, y ella se la arrebata.
"Tanto sol, tanto aceite en tu cuerpo, se te va a asolear la Cruz"
Ella piensa que así lo quiere. Otro tatuaje, pero de sol. Y eso no debe importarle ni a él a nadie.
Brígida quiere volver a cerrar los ojos para pensar en la violenta noche que pasó hace unas horas. Quiere recordar detalle a detalle.
Y solo escucha que el Sacerdote Mulato le alcanza a decir:
"¿Por qué tienes manchas de hollín, por qué tienes un chupete en el cuello, un arañazo felino en la espalda y un moretón en el brazo?
Porque sí, contesta Brígida, dándose vuelta en el camastro dando por iniciada y finalizada la conversación.
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