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jueves, 29 de julio de 2010

La Virgen Negra

Brígida no supo que pensar cuando leyó esas tres palabras: La-Virgen-Negra.
Sintió una curiosidad extrema, estática, casi obscena.
La arrobó un sentimiento que envidiaba instantáneamente sus proezas seductoras y magnéticas.
La imaginó: torso larguísimo, piel de ébano, caderas turgentes, muslos largos y estéticamente perfectos.
Labios enormes y carnosos.
Piel sin un solo lunar. Sin una sola peca.
Inménsamente diferente a ella.
Elástica, lisa y que al tocarla sería volátil.
Si volátil...Fué lo primero que pensó Brígida.
Que al tocarla podría deshacerse en viento, o inventó que tal vez soluble al agua.
O deshacerse en una risa, o pulverizarse en un jadeo.

Y Brígida quiso por un instante cambiar una espiral por el caracol que llevaba La-Virgen-Negra puesto en un anillo, en la mano derecha.

Pero solo fué un instante.
Brígida recordó que ella es Diosa, y que La-Virgen-Negra es eso. Una Virgen.

Prefirió jugar el papel de la que espera bajo un portal en medio de la lluvia, la que espera sin saber voltear a la izquierda o a la derecha.
Volteará al lado por donde el viento llegue. Eso ya lo sabe, así se lo leyó la Gitana una vez en el Tarot.
Pacientemente.
Arrobadamente.
Mientras siente el sabor del té negro en sus blancos muslos.
Mientras magnéticamente pega la espalda a la pared y espera las palabras mágicas que le llegarán al oído.
Sintiendo latir las tres espirales que tiene tatuadas cerca de los iliacos, cerca de los muslos, cerca del centro de su ser.
Latir-esperar-escuchar-leer-soñar.

Viendo al frente mientras tanto.
Fumando aire disfazado de oxígeno para sus células mortalmente divinas. Exhalando un deseo eléctrico.
Invocando hacia los cuatro puntos cardinales en silencio mudo, en espera agonizante.

Solo a veces agonizante...

(mientras tanto, se toma una copa de oporto helado y lee algún poema de e.e. cummings o alguna historia que algún fiel devoto le escribe mientras juega a ser ermitaño en Siberia, le baila ritos escritos y le reza rosarios con cuentas de cristal negro de Swarovsky para alcanzar la Gloria en espirales y llegar al éxtasis eterno en medio de los muslos de una mujer de ¿Europa Oriental?).

3 comentarios:

Haikusan dijo...

Algún día te enviaré una luciérnaga.

Besos que aletean y hacen cosquillas

Haikusan dijo...

El portal del beso de lluvia es reconocible. Alguien dibujó con tiza la silueta de un trilobite.

Abrazos teñidos de blaco ártico.

Las Espirales de Brígida dijo...

¿en serio?, éste portal está a la vuelta de la esquina de un restaurante cerca de mi oficina..y pasaba un trilobite de verdad, no están extintos. Lo juro.