Un dia mi hermana me dijo que todos tenemos cierto grado menor o mayor de esquizofrenia y que es perfectamente normal.
Y me platicó: "Como cuando vemos una película y nos quedamos pensando que somos la protagonista. O leemos un libro y la historia ronda en paralelo con nuestra vida por varios días..."
Me ha pasado.
Y ayer ví una esquizofrenia que fué mía y no lo supe hasta ese momento.
Estaba en la librería, sintiendome Diosa entre los libros y gastandome el dinero que no tengo cuando, como siempre, en ese recorrido de peregrina que sigo en forma idéntica cada vez que voy, acabé en la sección de películas después de haber casi comprado el disco de Emilie Simon "The flower book".
Y tomé esa película entre mis manos, que ví un par de veces hace tiempo: "Luna Amarga", de Roman Polanski.
Y en ese momento, me pasó también lo de hace unas semanas: me ví desde fuera, ajena e irreal. Desdoblada de mi cuerpo, a medio camino entre el techo y el suelo de la librería mientras flotaba con la música de Emilie...Paralizada por un instante, -no con miedo-, sino como cuando te pega de lleno la verdad, la realidad.
Ví que el caso de esquizofrenia me correspondió en algún momento como la mujer de la portada que está en el piso rindiendo una especie de tributo al hombre de la silla.
Y me ví desde fuera de esa esquizofrenia en ese momento, pero a él no.
Él sigue siendo el de la silla. Yo me fuí difuminando en esa portada de la película, con esa magia que estoy aprendiendo a hacer.
Dejé la película que costaba $49 pesos con calma mortal hasta arriba del montón de Lunas Amargas y en ese momento sentí otra especie de liberación, de más Diosa todavía.
Libre de esa cadena amarga que le quitaba el dulzor a mi luna.
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